jueves, 1 de junio de 2023

Obsesión. Capítulo III.

 Nos organizamos para la crianza conjunta de las niñas, estando el "cuartel general" en mi casa, por aquello de que yo no tenía que trasladarme para ir a trabajar.
Marisa y Pepona organizaron unos horarios donde los tres pudiéramos ir rotando en los cuidados de Carla y Marta. Así los tres primeros años las niñas, que crecieron como hermanas, no tuvieron que ir a la guardería. De hecho a día de hoy Marta nos sigue llamando tíos a Marisa y a mí.
Eso sí,  por más que yo estuviera ensimismado con las chiquillas, llegado mi momento de escribir, Pepona transmutaba en Pepa y sin contemplaciones me mandaba a mi despacho.
Fueron buenos años. Pañales, biberones y las hojas del nuevo libro que se iban llenando... aunque no todo oliera igual.
El segundo libro iba mejor de lo que esperaba. Superado el "síndrome del impostor", me convencí de que a la gente realmente le gustaba lo que escribía y el éxito del primero no había sido mera casualidad.
Marisa seguía con su pelea para que la tomaran en serio y escalón a escalón iba ascendiendo en su carrera dentro del mundo de la Banca. Pepa con mano férrea se iba haciendo un nombre con su editorial.
Yo todavía saboreando las mieles de mi segunda novela, volvía a mi "zulo" para seguir escribiendo.

Las niñas  iban ya al colegio y a mí me tocaba llevarlas y traerlas, así como a las actividades que elegían para en pocos meses cambiar de opinión.
Ballet, fútbol, kárate, gimnasia, violín..... Yo les decía a las dos -eran igual de inconstantes- que hay que terminar lo que se empieza. Se los repetía cada vez que cambiaban de extraescolares sin conseguir nada, pero bueno, estar en ambientes tan diferentes me nutría de ideas para seguir escribiendo.

El tiempo resbaladizo nos fue llenando de años. Cumplida cierta edad  parece que se da prisa y nos coloca ante el espejo descubriendo que no somos inmunes a las arrugas.

Nunca imaginé que las cosas nos fueran tan bien.
Con mi tercer libro me convertí en escritor de culto, Marisa era Directora de su sucursal y Pepa con mano férrea convirtió su editorial en la codicia de cualquier escritor.
Al comienzo de mi éxito todo era fascinante, ver mis libros traducidos a otros idiomas, que la gente me quisiera conocer como si yo fuera especial, las firmas de libros, las conferencias, los viajes promocionales..... 
Vivía en una nube y afortunadamente Marisa me hacía poner los pies en la tierra recordándome que podía tener mal aliento como el resto de los mortales.

Invertimos en una nueva casa. No queríamos lujos, pero si podíamos comprar comodidades para algo servía el dinero. Por fin pude tener el despacho que siempre había deseado, grande, con mucha luz, con estanterías llenas de libros... Yo pasaría allí muchas horas y todo lo que me facilitara la estancia en él era bienvenido. Pusimos un sofá cómodo, una nevera... Hasta sugerí una pequeña cocinilla para hacer café, pero Marisa con su buen criterio dijo que entonces tendría que sacarme de allí a rastras y que no olvidase que seguía perteneciendo al género humano con otras ocupaciones además de escribir.

Teníamos dinero de sobra y Marisa lo supo invertir bien. Realmente no necesitábamos su sueldo para vivir y así se lo dije, que podía dejar de trabajar y me taladró con una de sus miradas.
-¿Después de la lucha de tantos años piensas que voy a tirar la toalla?
-Eres la Directora de tu sucursal, ¿qué más quieres?
-Ser la primera mujer Directora Regional y por mis ovarios que lo seré, también tengo derecho a luchar por mis sueños. Además, ¿no te parece que tu racionamiento tiene un tufo machista?
Con respecto a la primera parte de su respuesta no tuve duda de que lo conseguiría  y su  pregunta final.... como siempre tenía razón.

Mirando hacia atrás me pregunto cómo es posible que unas amenazas me hicieran olvidar lo afortunado que había sido.

Continuará.






2 comentarios:

  1. Que pasará??? Sabrán encontrar el punto medio
    entre ambos??? Un abrazo

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  2. Cosas pasarán, pero por el formato del blog hay que esperar para ver como discurre la historia.
    Besos amiga.

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