Este archivo informático es mi seguro de vida. Si pasaran 15 días sin abrirse, está programado para ser enviado a todos los medios de comunicación de este país.
Por ello voy a contar mi historia. Si yo desapareciera o apareciera muerta, confío en que l@s periodistas harán salir a la luz pública el turbio asunto en el que me visto envuelta sin pretenderlo.
Mi nombre es Janaina y nací en Cuba. Soy mulata, de mi madre heredé las curvas y de mi padre los ojos verdes y mi alta estatura. A mis 31 años resido en España, ya me he acostumbrado a que los blancos me consideren negra y los negros blanca. Sé que mi físico llama la atención, me he tenido que acostumbrar a vivir con ello.
Estudié en mi país psicología y decidí buscar un futuro mejor en España, no hace falta explicar las circunstancias políticas y económicas de mi país de origen.
Para poder ejercer aquí mi carrera debía realizar un "curso puente" durante un año.
Como emigré con una mano delante y otra detrás, tuve que posponer ese curso, lo primero era tener un techo y poder comer.
Aunque me apasiona la psicología, no se me caen los anillos y no me importó comenzar limpiando casas y cuidando a ancian@s. Así pude alquilar una habitación mínima, pero no tenía tiempo para terminar mi carrera, que por suerte se podía efectuar on line.
Después de largos meses trabajando "en negro", por fin conseguí que me contratara una empresa de limpieza, iba a cobrar menos, pero estaría regularizada y además, podría organizar mi tiempo libre para estudiar y que me convalidaran académicamente en España.
No sabía que la vida iba a darme tal sacudida cuando comencé a trabajar en un importante estudio de arquitectura.
Ese estudio estaba dirigido por Mercedes. Su origen de alta cuna con los correspondientes apellidos compuestos, ayudaron a que su negocio tuviera a los clientes de la más alta élite, si a ello sumamos que estaba casada con un ministro, se puede imaginar a qué niveles se movía esa gente.
L@s trabajadores de aquella inmensa oficina parecían sacados de una revista de modelos.
Nivel máximo en apariencia, como si la fealdad estuviera prohibida, por supuesto much@s habían hecho sus pactos con la silicona.
Mercedes me hizo una entrevista personal y se aseguró que yo estuviera de forma legal en el país. Me hizo ver que con su reputación, no iba ensuciarse las manos con contrataciones ilegales y más siendo la esposa de quien era. Me recalcó que exigía discreción y eficiencia.
Allí trabajaban de corrido y sobre las 5 dejaban de atender a los clientes para centrarse en proyectos y otros asuntos. A esa hora debería entrar yo y amoldarme a los espacios que no estuvieran ocupados por sus trabajador@s, a partir de las 6 casi tod@s terminaban su jornada y ya podría dedicarme a dejar impoluto sus despachos.
A mí aquel ambiente tan elitista me daba un poco de repelús, pero el horario me venía bien. Por las mañanas limpiaba en otras casas y tendría las tardes-noches para dedicarme a mis estudios.
Una vez firmado el contrato me llevó ante sus empleados y me presentó como la señora de la limpieza.
El señora, entendí pronto, no era sino un formalismo, pura apariencia, con tanta elegancia quedaría feo que me llamaran la mujer de la limpieza.
Continuará.
Pinta bien la historia, así que aquí estaré esperando al jueves siguiente. Un abrazo fuerte amiga 😘
ResponderEliminarComo siempre y por el formato del blog, la historia se irá desarrollando en los próximos capítulos. Espero que te guste.
ResponderEliminarBesos fuertes Astrid