Supe ver que Mercedes necesitaba aquel desahogo. Aunque yo no quisiera escuchar lo que ya intuía, no fui capaz de impedir que siguiera hablando.
-Ernesto y yo nos ilusionamos, podríamos ser padres en poco más de un año y pasamos por alto las alarmas que aunque bajitas, ya sonaban.
Saltarnos el protocolo no nos pareció inmoral. Si había una mujer que tenía claro que no quería ser madre, nosotros podríamos darle a la criatura que viniera una buena vida.
Le dimos el visto bueno al mediador para que iniciara sus gestiones. A los pocos meses nos contactó, según nos explicó, sabían de una mujer muy joven que había quedado embarazada y que no se quería quedar con su hij@. Si estábamos de acuerdo la acogerían en el orfanato para poder controlarla.
Dijimos que sí, pensando que "controlarla" se refería a que estuviera bien alimentada y su embarazo estuviera tutelado por l@s médic@s oportunos.
Nos pidió una cantidad de dinero que nos pareció excesiva, pero pagamos y el mediador se comprometió a tenernos informados.
A los pocos meses nos informó de que la mujer esperaba una niña y que la ecografía indicaba que todo iba bien. También que el padre biológico era un occidental, por lo que la bebé no tendría un aspecto tan chino, circunstancia que la haría más valiosa.
Esto último nos chirrió, pero al ver la primera ecografía que nos envió vimos que aquello era real, íbamos a ser padres en breve. Ignoramos la impresión de que algo se nos escapaba.
A esa primera ecografía le siguieron puntualmente las demás, todo estaba perfecto. También llegaban las peticiones de dinero para pagar a ginecólog@s y lo que necesitara la embarazada.
Como estaba previsto la niña nació en mayo.
Cuando pedimos que nos enviaran una foto de la niña, el mediador se puse enigmático, que si había un problemilla, que esperaban solventarlo pronto... Tuvimos que rogarle que fuera claro y lo que expresó nos cayó como una jarra de agua fría.
Según él, la madre biológica de nuestra hija había decidido no darla en adopción. Pero que intentarían convencerla de lo contrario. Habían invertido tiempo, cuidado y dinero (nuestro dinero) en aquel embarazo y la mujer había estado de acuerdo desde el principio. Que encontrarían la forma de solucionarlo, pues no era la primera vez que se veían en aquella situación y que sin duda, una buena remuneración ayudaría.
Ernesto le dijo que necesitaba unos días para pensarlo y ya le respondería. Barajamos varias opciones: quizás lo tenían planeado desde el principio para sacarnos más dinero, aunque contemplamos la posibilidad de que realmente la madre hubiera cambiado de opinión y quisiera quedarse con su hija. No pensábamos cargar con eso en nuestra conciencia.
Decidimos hacernos a la idea de que aquella situación no llegaría a buen puerto, lo mejor sería olvidarnos por muchas ilusiones que nos hubiéramos hecho. Nuestras lágrimas nos costó, no te voy a engañar, pero era lo mejor que podíamos hacer.
Ernesto contactó con el mediador para dar por zanjado el tema, no queríamos vernos involucrados en lo que se había convertido en un turbio asunto.
A los dos días tuvimos contestación, el mediador nos dijo que la madre había sufrido un inesperado accidente y había fallecido, no entró en detalles. Y nos envió la fotografía de la niña más bonita del mundo, con unos ojos rasgados y verdes que nos dejó sin aliento. Nos informó que por su parte la adopción seguía según lo previsto. Que sólo faltaba un aporte económico para mantener a la niña durante tres meses. En ese tiempo le harían las revisiones oportunas para verificar que tenía buena salud y evitarnos sorpresas indeseadas.
Aunque la muerte de la mujer nos fuera favorable, no pudimos evitar sospechar que la habían matado para que no les fastidiara el negocio. ¿Podríamos vivir con eso? Pero por otro lado estaba el asunto de la niña, recién nacida y preciosa. No tardarían en encontrar al mejor postor que pagara por ella. De alguna manera era nuestra, no íbamos a dejar que cayera en vete a saber qué manos.
Creyendo que podríamos olvidar el asunto de la madre, dimos el ok para que todo siguiera su curso.
Nos aseguraron que los tres meses siguientes habría alguien exclusivamente dedicado a la alimentación de la niña y a su cuidado. Me imaginé que la cebarían como si de un animal se tratara y me repugnó la idea. Ahora entenderás porqué Eva tenía un peso por encima del normal cuando llegó.
Todo fue resolviéndose como estaba previsto y viajamos a China.
La primera vez que la vi comprendí por qué la madre no quiso desprenderse de su hija. Y se instaló en mi cabeza la idea que me atormenta: que compramos a la niña siendo, aunque indirectamente, cómplices de la muerte de su madre. Se lo dije a Ernesto y respondió que si queríamos parábamos allí mismo la adopción aunque regresáramos a España con las manos vacías, pero me negué a dejar a la niña abandonada a su suerte en aquel orfanato.
Cuando miro a Eva me digo que teníamos que haber parado, denunciar la mala praxis de aquel lugar para evitar que sigan comerciando con mujeres y sus hij@s como si de ganado se tratara.
Quiero a Eva, pero no soy capaz de dejarme querer por ella, no sé hacerlo, no me lo permite la culpa que siento.
¿Me entiendes Janaina? ¿Comprendes por qué nunca seré una buena madre para esa niña?
Continuará.
Uff que fuerte, imagino cómo debe sentirse, tiene que ser horrible sentirte culpable de algo así...espero que sea capaz de superarlo. Un beso grande amiga 😘😘
ResponderEliminarBueno, ya vas viendo por donde van los tiros, espero seguir sorprendiéndote.
ResponderEliminarGracias por tu fidelidad a este humilde blog, eres como la madrina que sigue con cariño y atención a su ahijado.
Jesús, qué sentimental me puse, jejeje.
Abrazos amiga.