Durante el tiempo que estuve hablando Elsa no apartó la vista sobre Ángel.
Ahora te toca a ti Elsa, pero antes deja que me ocupe del niño, cuando se mente en su mundo se olvida de sus necesidades físicas. Lo llevé al baño, le di agua y tranquilo volvió a su teclado.
-¿Siempre es así? -preguntó Elsa- me refiero a si tienes que estar 24/7 pendiente de sus necesidades.
-Sí, por suerte supe ver su talento con el piano, eso le permite olvidarse de los estímulos externos que lo alteran. Pero no nos desviemos del tema, ahora me gustaría oír tu versión.
-Sí, ya me toca. Al contrario que tú, siempre quise tener hij@s, mi visión idílica del futuro cuando era pequeña pasaba por encontrar un buen compañero y tener niñ@s, siempre me gustaron y me veía a mí misma ejerciendo de madre. Formar mi propia familia era mi máxima aspiración, también deseaba tener una economía saneada que me permitiera la crianza a tiempo completo.
Conocí a Aitor y nos enamoramos. Coincidíamos en nuestras prioridades, él trabajaba y esperaba ascender pronto para poder vivir juntos y ser padres. Era economista y yo trabajaba como auxiliar en un centro de mayores. En su empresa le propusieron un buen puesto, pero si aceptaba tendría que mudarse a Euskadi. No podía dejar pasar la oportunidad de su vida, así que preparamos una boda rápida y nos mudamos. Yo conseguí trabajo en una residencia de ancianos y a él el nuevo trabajo le robaba muchas horas, pero nos bastaba con estar juntos para que todo funcionara. Me quedé embarazada y cuando nos dijeron que serían gemelas nos alegramos de verdad, queríamos tener más de un hijo o hija. Aunque nuestros padres estaban lejos y no podrían echarnos una mano cuando vinieran las niñas, éramos optimistas, saldríamos adelante por nosotros mismos. Yo siempre pensaba en mi abuela que había tenido siete hij@s y había enviudado siendo joven, eran otros tiempos y sin las ayudas de hoy en día sacó a su familia adelante ella sola. Con mil esfuerzos, pero lo consiguió.
Si ella pudo con siete yo no iba a ser menos con dos criaturas.
Me pasé el embarazo leyendo todo lo que encontraba sobre partos gemelares, sabía que no sería raro que el nacimiento se adelantara y que los bebés prematuros podían presentar problemas de salud, pero no me daba miedo nada. Yo iba a ser la madre perfecta, llevaba toda la vida soñando con ello.
A los siete meses de embarazo pedí la baja, Aitor lo ganaba bien y por esa parte no tendríamos problemas, lo malo es que él cada vez tenía que viajar más y me quedaba sola rezando por no ponerme de parto en uno de esos viajes.
Di a luz sin llegar a cumplir los ocho meses, las niñas nacieron con poco peso y parecían sanas, pero su sistema digestivo no estaba del todo "maduro" y padecieron del cólico del lactante durante tres interminables meses.
Ahí me di cuenta de que todo lo que había leído sobre embarazos y recién nacidos no me servía de nada. Con Aitor trabajando y viajando, me vi sola con dos niñas que lloraban sin parar. Aitor pensó que me vendría bien ayuda aunque la tuviéramos que pagar, pero yo me empeciné en que podría sacar a mis hijas adelante por mí misma. Me recordaba a menudo la experiencia de mi abuela, yo podía, solo tendría que dejar pasar tres meses y los llantos cesarían. Eso es lo que hacían las buenas madres y yo estaba dispuesta a ser la mejor.
No me quejaba a pesar de las interminables noches sin dormir y del sonido del llanto que me llenaba la cabeza como si no existiera otra cosa en el mundo, tenía que ser una buena madre. Estaba agotada, deprimida, me sentía sola, sin tiempo ni para cortarme las unas de los pies, pero creía que serían solo tres meses y luego vendría la paz que tanto necesitaba.
Y sí, los cólicos de las niñas fueron desapareciendo, pero la crianza de dos niñas de la misma edad fue de todo menos idílico.
Aitor y yo durante el embarazo habíamos decidido que yo me dedicaría a la crianza a tiempo completo hasta que las niñas cumplieran los tres años y comenzaran en el colegio.
Me arrepentí claro, pero no tuve el valor de decirle a mi marido que me vendría bien despegarme de las niñas durante unas horas si iban a una guardería.
¿Cómo iba a desear eso una buena madre?
Continuará.
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