jueves, 18 de junio de 2020

Ángel de la guarda. Parte I.

Tengo ganas de  escribir algo más largo de lo habitual, no una novela (para eso hace falta ser escrit@r) pero si probarme con un texto más extenso. Un reto que me hago a mí misma.
Por eso la historia (si consigo sacarla adelante) continuará en varias publicaciones semanales.
Espero que me acompañes!


Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.... o no.

Ángel de la Guarda. Parte I


Siempre supe que esta historia tendría que ser contada, solo tenía que esperar a que la madeja se fuera desenredando para poder tejerla.

Desde niña tenía la impresión de que en mi vida había algo que se me escapaba,  no sé, una extraña sensación, como si se me ocultara algún secreto.

Tuve una infancia feliz, con unos padres serenos que me querían. Por motivos laborales se trasladaron antes de que yo naciera, de Lanzarote  a Gran Canaria, por lo que no pude disfrutar del roce cotidiano de abuelos y demás integrantes familiares.

Mi padre, Paco, entre semana debía viajar entre islas y mi madre, Mary, había habilitado una parte de la casa para regentar su negocio de estética. Trabajaba por las tardes, por lo que tenerme de pequeña enredando entre las piernas de las clientas llegó a ser un inconveniente.
Saro fue la solución, la vecina de enfrente,  mi segunda madre.

Era pintora, así que sus horarios los manejaba a antojo y siempre estaba disponible; enviudó muy joven, al parecer su marido falleció en un accidente. Aunque  era reacia a hablar del tema,  yo, que me moría de ganas de preguntar, hice caso a mi madre y respeté su silencio, con la esperanza de que algún día me contara su vida anterior.
 No sé si se entenderá, pero Saro era triste y alegre a la vez.
Pintaba básicamente ángeles, niños y niñas con alas. También los coleccionaba, en figuras, cuadros...cualquier cosa susceptible de ser ideado como un ángel, formaba parte de la decoración de su casa.

Mis padres tenían ojos oscuros y yo verdes, desde que tuve uso de razón eso me pareció suficiente para  sospechar que algo pasaba conmigo, buscaba respuestas al desazón que me habitaba como una segunda piel. La explicación que me dieron era que el color de mis ojos lo heredé de una bisabuela paterna. Caprichos genéticos como me decía mi padre, muerto de risa cuando le preguntaba si  yo era adoptada.

Con trece años andaba siempre con  amigas, ah mis amigas! Con esa edad pasábamos muchas tardes comiendo pipas e ideando como cambiaríamos el mundo que nos tocó en suerte, hasta que nos dio por averiguar si yo era adoptada. Había conseguido contagiarlas con mis fantasías.

Pero primero me gustaría describirlas, ya sé que cuando en una historia aparecen muchos nombres se puede volver farragosa, pero se los debo, aunque no las describa a todas para no volverme pesada.
El núcleo duro, me refiero  a las que desde bien niñas andábamos siempre juntas, eran Olga, Laly, Pino, Ana y Rosi. Luego  se nos fueron uniendo Jacke, Mari Carmen, Ogadenia, Cuervo (como también se llama Rosi utilizábamos su apellido), Dunia, Cristina , Lidia...
Seguro que dejo a alguna sin nombrar, pero es que siempre tuve la suerte de tener muchas y buenas amigas.

A mí siempre me ha gustado cualquier cosa que te diferencie de los demás, por eso mis amigas con sus peculiaridades me encantaban. Por ejemplo, Cristina la pelirroja, desde chiquillas deseábamos saber si con los cambios de la pubertad todo lo iba a tener naranja y ella, cuando llegó el momento sin ninguna vergüenza nos enseñó el "chichi".¡Pelirrojo!
Dunia, gemela de otra niña, Lidia zurda.....
Yo tenía una cicatriz en el pecho, con un añito me tuvieron que operar de un problema cardíaco y era mi trofeo; mis padres me aseguraban que después del desarrollo se podría "borrar" con láser. Saro, la vecina,  siempre me dijo que era la señal del ángel, que unas alas invisibles me acompañaban.

Pero volvamos al meollo, el caso es que urdimos un plan para ver si yo era adoptada. Se nos ocurrió que deberíamos indagar entre la documentación de mis padres,  fotos ... algo que nos diera una pista. Por supuesto que eso perfectamente lo podría haber hecho yo solita, pero cualquier cosa parecida a una aventura nos ponía los dientes largos. Así que pasamos una tarde elucubrando mil ideas a cual más descabellada. Finalmente, nos decidimos por entretener a mi madre mientras las demás hurgábamos en busca de algún indicio. La cómplice que debía tener ocupada a mi madre fue Jacke, la versión femenina de Tom Sawyer, a esa niña pecosa no le daba miedo nada, ni asco, cosa que siempre me sorprendió. Le llenamos la cabeza con trozos pequeñitos de chicle para que mi madre  intentara arreglar tal desaguisado; le llevaría tiempo, perfecto pues nos daría más margen  en nuestra labor de detectives. Mi madre se llevó las manos a la cabeza cuando la vio, que aunque algunos pegotes se podrían quitar era inevitable meter tijeras.
Mientras, nosotras pudimos hacernos con un botín, un dvd rotulado como: el parto de Mary.
Allí tenía que estar la respuesta, pero como se hizo tarde y mi santa madre seguía con el pelo de Jacke tuvimos que esperar al día siguiente para poder verlo.
Esa noche en la cena mi madre dijo: "Jacke dice que se le pegó un chicle, pero no entiendo cómo es posible tener tantos trozos y de distintos colores. Hice lo que pude, pero ... ¿ustedes no le habrán hecho la trastada?" Y yo, sin poder evitar reírme negaba nuestra intervención. Mi madre no terminó de creérselo, pero supongo que pensaría que eran tontunas de la edad.
Debo decir que desde entonces no he vuelto a ver a Jacke con el pelo largo, debe ser que quedó satisfecha con  su nueva imagen. Por cierto,  quedó como  la versión masculina de Tom Sawyer.
Como recompensa por su sacrificio, entre todas  le compramos un bonito sombrero.

Continuará......










2 comentarios:

  1. Pues me encanta la historia Pepa y la descripción de Jacke me parece de lo más acertada, siempre ha tenido esa dualidad de género, deseando leer la siguiente entrega.

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  2. Qué bien que te guste, te espero en las próximas, ojo que paso revista, jjjj.
    Lo de la dualidad de género no iba por ahí, pero lo bueno es que cada un@ puede hacer su propia interpretación.
    Besos

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