jueves, 16 de julio de 2020

Ángel de la guarda. Parte V

Se nos fue despegando de la piel la niñez y nos adentramos de cabeza en la juventud.

Saro y Antonio eran una pareja de heridos que se lamían sus heridas mutuamente y la verdad, se les veía muy bien juntos. Con el tiempo llegamos a contarle la encerrona, ya ellos lo habían hablado y algo se olían, pero indudablemente estaban agradecidos. Quién lo iba a decir.

Alguna de nosotras ya tenía "chico" oficial y por supuesto siempre había novedades por contar, no cabían secretos. Nos iniciábamos sexualmente y eso tenía que ser escudriñado en profundidad, faltaría más.
Ahora con la perspectiva del tiempo me doy cuenta del grado de confianza que teníamos a la hora de contarnos nuestras cosas.

También tuvimos que enfrentarnos a la primera separación de una de las chicas. Mari Carmen  por motivos laborales de sus padres, tenía  que mudarse a Dinamarca.
Fue difícil, en nuestra niñez nos juramos estar siempre juntas, pero ya medio adultas tuvimos que aceptar  que algunas tomarían diferentes caminos.
Por lo menos lo pasamos bien haciendo varias fiestas sorpresa, aunque  al final terminábamos con las mismas lágrimas de despedida.
Nos consolaba el inicio de las redes sociales, puesto que nos permitiría seguir teniendo un contacto fluido.

Miro hacia atrás y muchas de las chicas vivieron fuera durante años, al final todas han vuelto y más o menos vivimos cerca.
Mari Carmen sin duda fue  la más viajera,  nos dejaba con la boca abierta con sus aventuras, creo que en su momento fue la única canaria viviendo en Groenlandia.
Lo bueno es que nunca perdimos el contacto.

Por aquel entonces, ya tonteábamos con las redes sociales, nuestros padres nos advertían de que era un peligro en potencia contactar con desconocidos, pero con 17 años nos creíamos adultas, sucumbiendo a la novedad de conocer gente de cualquier parte del mundo, sin tener maldito miedo.
Así fue como estuve un tiempo "chateando" con -según él- un chico de 18 y que no vivía lejos. En internet su alias era Romeo 81. Estuvimos un tiempo intercambiando conversaciones y parecía un chaval sensible que buscaba hacer amistades nuevas y quedamos para vernos en persona.
Entre las chicas había diferentes opiniones sobre el modo de conocer a alguien por ese medio. Las más sensatas me decían que por lo menos no fuera sola. Pero yo estaba dispuesta a conocerlo sin pensar en posibles maldades ajenas.
La noche anterior a la cita tuve un sueño muy claro, una presencia femenina me decía que no fuera. Desperté ese día con algo de resquemor ante el encuentro, pero decidí desoír la voz del sueño y me dispuse a ir.
Cuando bajaba las escaleras para acudir a la cita se me torció un tobillo. Se torció sin más, que ni tropecé, como si una fuerza invisible hubiera cogido mi pie y lo hubiera girado; el tobillo se me inflamó muchísimo, como pude volví a mi casa y mi padre me llevó a urgencias. Un esguince, nada grave, pero truncó el encuentro. Desde que pude le expliqué a Romeo 81 lo sucedido y curiosamente no volvió a contactarme. El se lo pierde, pensé algo decepcionada.

Tuve que estar unos días de reposo con el pie inmovilizado y recuerdo estar viendo las noticias con Laly que había venido a hacerme compañía, cuando anunciaron que habían hallado  el cadáver de una chica de 16 años, había sido violada y estrangulada.
La policía había encontrado en la mochila de la víctima una pequeña libreta donde había escrito dentro de un corazón su nombre y el de Romero 81 y pedía a la ciudadanía colaboración en caso de tener algún dato al respecto.
Di un brinco poniéndome de pie a pesar de no poder hacerlo para luego literalmente caer sobre el sofá.
Me encontraba en shock y no podía parar de llorar, Laly siempre juiciosa, me largó un sopapo y me hizo ver que tenía que contar a mis padres la relación  que  había tenido con aquel tipo.
Yo temía su reacción pero no me quedaba otra; ellos viendo el alcance del asunto y pensando que yo podía haber sido la víctima, hicieron lo correcto contactando con la policía.
Ahora que soy madre, es cuando realmente entiendo lo que sufren los padres con nuestras dificultades y por el trago amargo que pasaron los míos ante aquella situación.
Pasé unos días muy difíciles y tuve que  enseñar a la policía mi ordenador. Ya ellos andaban tras la pista del individuo, pero les ayudó a elaborar un perfil psicológico más preciso. Por suerte a  las dos semanas lo detuvieron.
Cuando vi su imagen en la televisión, casi me muero, tenía 39 años y una complexión fuerte no, lo siguiente. Lo que tuvo que sufrir la pobre chica. Si no llega a ser por el esguince, yo hubiera sido esa pobre chica.
Perdí la adolescencia ese día.

Comprendí que la voz interior que me acompañaba en segundo plano, era tan tozuda como yo y como vio que no era suficiente avisarme en sueños, tuvo las agallas de torcerme un tobillo.
Me prometí que nunca más la ignoraría.
Tuve todo el apoyo de mis padres y las chicas fueron las mejores psicólogas, al tener tanta confianza con ellas podía poner en palabras el terror que me atenazaba y espantarlo.
Me hicieron ver lo afortunada que había sido.
Jacke siempre pragmática, me dijo que había nacido con una flor en el culo y Pino con su sensibilidad extrasensorial me abrazó para poder abrazar al ser que me protegía.

Continuará.



2 comentarios:

  1. Hola Hermanita; estás hecha una escritora. Bendito esguince

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  2. Lo de escritora son "palabras mayores", pero te agradezco el cariño.
    Un fuerte beso.

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