Pasé una semana haciendo lo que se esperaba que hiciera, era la nueva y no me convenía llamar la atención.
Hablé con el director y le dije que tenía un proyecto en mente, me parecía que alguno de los presos necesitaban más terapia, que me gustaría probar y me vendría bien que las sesiones se efectuaran en el despacho que se me había asignado en la prisión, no en la sala que hasta entonces había utilizado. Le argumenté que mi espacio no tenía el aspecto de celda y ayudaría a que los reclusos se relajaran y estaba segura de que sería un cambio positivo.
El director me dio permiso, siempre y cuando se grabaran las sesiones y afuera aguardara un funcionario por si se diera el caso de que tuviera que intervenir.
Sin dudarlo cité a Ángel; paré la cámara que grababa, siempre me podía inventar cualquier excusa técnica y solo lo pensaba hacer con él. El vigilante que esperaba al otro lado de la puerta no se iba a enterar de nada. Perfecto.
Cuando Ángel se sentó frente a mí, volvimos a mirarnos de aquella manera eléctrica.
Yo le preguntaba y él me respondía, pero los dos sabíamos que aquella no era una sesión normal, ambos nos estudiábamos. Después de un rato quise saber si había buscado el crimen perfecto, a lo qué él me contestó que si, le dije que se debía sentir mal al no haberlo logrado, pero me desarmó al decirme que estaba equivocada.
¿Significaba eso qué había matado antes? Si así era y le había salido bien, ¿por qué no consiguió que el intento de asesinato de su hermano no fracasara?
Como si hubiera leído mis pensamientos me dijo que ya me lo contaría, que poco a poco, tenía que estar seguro de que yo no lo iba a delatar.
Me señaló que no me olvidara de volver a poner la cámara en funcionamiento cuando él saliera, se había percatado y rozando bajo la mesa sus piernas contra las mías, me dijo que le gustaría aunque tan solo fuera durante 10 minutos, ser él quien hiciera las preguntas.
Di por finalizada aquella sesión desabrochándome 2 botones de mi camisa ante él, mientras me abanicaba con unos folios que oportunamente se encontraban sobre la mesa.
No sé que me pasaba, pero me moría por tener sexo con aquel hombre, un sentimiento salvaje que me dejaba aturdida y expectante.
Aquella experiencia era nueva, por primera vez me costaba mantener el control.
No tardamos en tener sexo, experiencia que trascendió más allá de lo puramente carnal, como un diabético que desconociera su enfermedad y recibiera insulina por primera vez.
Las sesiones, por llamarlas de alguna manera, se convirtieron en la excusa para irnos desnudando mutuamente, no en el sentido literal, sino en ir adquiriendo poco a poco la confianza suficiente para confesarnos nuestros pecados.
Estaba descubriendo la inteligencia de aquel hombre y me extrañaba que hubiera fallado en el intento de homicidio por el que estaba condenado. Ángel me explicó que no contaba con una medicación que tomaba el hermano y que neutralizó el veneno. No se perdonaba ese detalle que por desconocido le había costado la cárcel.
Cada vez confiábamos más el uno en el otro y me fue contando las muertes que había provocado sin ser descubierto.
Al percatarme de que estaba ante un asesino en serie me sentí aún más fascinada, era un virtuoso del crimen, tenía tanto que aprender de él.....
Fuimos felices, el hecho de que estuviera en prisión no nos importaba.
¿Acaso no hay personas inmensamente ricas qué viven en mansiones y son desgraciadas?
Pues a nosotros nuestros encuentros nos producían tanta dicha que el sitio era lo de menos, además, Ángel estaba estudiando Psiquiatría en la cárcel y entre sus estudios y nuestros encuentros se sentía realizado.
La pareja perfecta con la misma forma de pensar, los mismos deseos.... solo nos faltaba encontrar algo que pudiéramos hacer juntos para completar el círculo vital que nos unía.
Y entonces pasó, cuando le dije que estaba embarazada tuvimos el mismo pensamiento.
Aquel ser iba a tener en los genes y por partida doble el impulso asesino, pero lo más importante, Ángel y yo tendríamos una mente virgen para moldear desde el minuto uno cosa si fuera plastilina, como arcilla blanda para ser moldeada por dos experimentados artesanos.
Un ser que vendría al mundo con un propósito determinado, ser el mejor asesino en serie de la historia, el creador del auténtico crimen perfecto.
No se le podía pedir más a la vida.
Fin.
Me gusta esta historia y creo que podrías hacer una segunda parte, que serán capaces de hacer dos mentes perversas cómo estás??? Ahí lo dejo... Un abrazo grande 😘😘
ResponderEliminarLa verdad es que no entraba en mis planes, pero quizás más adelante retomo la historia.
ResponderEliminarGracias por aportar ideas y estar siempre ahí.
Un abrazo.
Hola Hermanita! Ya se acabó? Me ha sabido a poco. Esperamos mas historias. Pobrecita la criatura que viene en camino, con esas mentes malignas. Bueno Hermanita, Besotes y Abrazotes Grandes. Cuídate mucho
ResponderEliminarSi habrán más historias, aunque me han animado a hacer otra parte de esta última. Ya la cabeza me está dando vueltas, como a la niña del exorcista, jajaja. Habrá que esperar un poquillo.
ResponderEliminarUn abrazo hermano.