jueves, 12 de agosto de 2021

Buscando el crimen perfecto. Capítulo II de la segunda parte.

Llegó el momento de pagar a Felipe su otra parte. 
El hecho de que me hubiera citado en un lujoso hotel no disminuía el asco que me producía el abogado, pero estaba dispuesta a todo por ver a Ángel fuera de la cárcel.
Me abrió la puerta de la habitación con dos copas de champán y vestido solo con un albornoz; no sé que tipo de películas vería, pero me pareció tan cursi que tuve que contener la risa para que mi voz sonara convenientemente seria al decirle:
-Si me haces daño o a lo que llevo dentro, debes saber que no tendrás agujero donde esconderte. Es más, yo misma te mataré sin que me tiemble el pulso.
Debió intuir que no me estaba tirando un farol, el muy cretino me contestó con voz temblorosa que no me preocupara, que sería delicado.
No me interesaba ocupar más tiempo del debido con aquel tipo, así que me desnudé y me tumbé en la cama.
Cuando vio al desnudo mi cuerpo de embarazada confirmé lo que ya imaginaba, era un depredador  con tendencias poco convencionales.
El acto se prolongó más de lo que había esperado, pero tenía que dejar que la repugnancia que me provocaba pasara a un segundo plano, así obligué a mi mente a imaginarme arrancándole uña a uña lentamente. En mi imaginación empecé por la mano derecha, luego la izquierda, seguí con los pies. El muy cabrón se tomó su tiempo. 
Cuando por fin terminó, le dije que cumpliera su parte cuanto antes si no quería terminar debajo de cualquier cloaca. Y que no volvería a dejarme tocar por él bajo ningún concepto.
Ángel quiso conocer detalles del encuentro con aquel cerdo, pero me negué a explicarle nada, está hecho, me limité a decir. No hizo falta que mi pareja me expresara lo que pensaba, los dos sabíamos que con el tiempo nos vengaríamos del abogado que tan necesario nos era en esos momentos.
Nunca pensé que se moviera todo tan rápido, los procesos legales suelen eternizarse, pero claro, con dinero la cosa funciona a otra velocidad. Me pude ver a mis 8 meses de embarazo yendo a buscar a Ángel para empezar una nueva vida juntos.
Ante la inminencia del parto decidimos esperar para hacer lo que habíamos decidido: irnos lejos.
La situación económica nos permitiría dedicarnos  a lo que quisiéramos, y lo que queríamos era dedicar nuestros esfuerzos a moldear a nuestro antojo la mente de la hija que estaba a punto de nacer.
Y como todo llegó el momento.
Parir experimentando dolor, oliendo mi propio sudor y sangre, me conectó de forma brutal con mi parte animal. Cuando me pusieron a la niña sobre el pecho me sentí cual loba con su cría, dispuesta a destrozar a quien se atreviera a hacerle daño. Era mía.
Aparqué ese sentimiento, tenía mucha curiosidad por ver como era la criatura. Ya analizaría más tarde mis propias emociones ante el hecho de haberme convertida en madre.
Era perfecta, bonita, la mezcla genética le fue propicia.
No esperaba la emoción de Ángel, según la tuvo en sus brazos se enamoró de aquella niña. 
El instinto de supervivencia nos hace querer a nuestros hijos para perpetuarnos como especie, pero yo no quería quedar atrapada en aquella tela de araña para siempre. Tenía que racionalizar, seguir el plan trazado y saber que Ángel me acompañaría en tal empresa.
Luz, ese fue el nombre elegido. Yo Alma, mi pareja Ángel y la recién nacida Luz.
Los primeros días tuve que admitir muy a mi pesar, que Ángel veía una luz blanca en su hija, mientras yo ansiaba proyectar esa luz y convertirla en oscura.
Por fin nos mudamos, lejos, muy lejos.
Decidimos que Ángel terminara su carrera de Psiquiatría a distancia, así se podía ocupar de su hija. Yo aunque no necesitaba económicamente trabajar, si necesitaba salir por unas horas de aquel ambiente de pañales y tonterías.
Nos relacionamos con la gente del entorno como la pareja perfecta, con la hija perfecta, con una vida perfecta. Nos interesaba dar esa imagen.
Pero me sentía de algún modo defraudada con Ángel, su amor filiar le restó puntos bajo mi punto de vista, dudaba de que se ciñera al guion pactado, no lo veía capaz de manipular la mente de Luz. 
Yo no había cambiado de parecer y estaba dispuesta a  moldear la mente de la cría a mi antojo.
Por entonces la única llama que conseguí encender en Ángel fue la de planear la venganza contra Felipe, el abogado que lo había sacado de la cárcel. Pero deberíamos esperar, nos estaba tramitando la indemnización que cobraría Ángel  por el "indebido" encarcelamiento, además, la venganza es un plato que se sirve frío. Valdría la pena la espera.
Deseaba con todas mis fuerzas que pasara el tiempo y Luz dejara de ser un bebé, empezar por fin a modelar su mente en blanco y escribir mis propios renglones torcidos.
Ya había pensado llevar un minucioso diario reflejando mis avances o retrocesos. La experiencia de influir desde una edad tan temprana era nueva para mí y el diario me iba a ser de gran ayuda.
Mientras, día a día la niña iba siendo cada vez más bonita, más dulce, aunque era menuda, frágil.
Perfecta para mis planes. 

Continuará.





2 comentarios:

  1. Interesante cambio del padre. Que pasará? Podrá la malvada Alma influir en la mente de su hija? Colaborará el padre en esa empresa? Ufff vienen curvas. Besotes amiga

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  2. Alma sigue siendo la mala malísima, jjj. A ver que pasa.
    Gracias por estar ahí cada semana amiga, un abrazo.

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