Llegó el momento en que los primos debían comenzar el colegio.
Por separado las madres pensaron que el bilingüe sería la mejor opción; quedaba en medio de los dos barrios donde vivían Lava y Nieves con sus familias.
Solo María fue sabedora de la decisión de sus hijas, aunque mantuvo el silencio. Ya se percatarían cuando se encontraran al llevar a los niños.
Y así fue, Lava y Nieves cada mañana al dejar a Gara y a Jonay se tenían que ver, al igual que al ir a buscarlos terminada la jornada escolar. Optaron por ignorarse, al contrario que los niños, que solo estando juntos se sentían completos.
Al crecer Gara y Jonay se dieron cuenta de la nula relación entre sus madres y cada uno preguntó el porqué a la suya.
Nieves ante la pregunta de Jonay y sin saber muy bien que responder dijo la verdad, que realmente no lo sabía. Y Lava, ante la insistencia de Gara optó por contestar lo que hacía años sospechaba: que había sido por una tontería. La hija con la impunidad de la niñez dijo que eso convertía a su madre en tonta.
Los primos se lo contaban todo y no entendieron el proceder de sus madres, seguros de que algo así a ellos nunca le pasaría.
Tendría Jonay unos nueve años cuando le dijo a su madre que tenía novia y que se casarían cuando fueran mayores.
-Ah si ¿y quién es la afortunada? preguntó Nieves divertida.
-Gara, mamá, parece mentira que no lo sepas.
-Pero es que ustedes son primos y los primos no se pueden casar.
-¿Por qué no?
-Porque se mezclan las sangres y pueden tener hijos bobos.
-Si te quiero a ti que no le hablas a tu hermana y no sabes ni el porqué, ¿no crees qué me da igual cómo pueda ser mi hijo si sé lo mucho que lo voy a querer? Bonita forma de llamarme boba, pensó Nieves y le contó la conversación a Damián; a él le hizo gracia y dijo que tenían un hijo muy inteligente, pero Nieves no pudo evitar pensar que debía vigilar de cerca la relación de aquellos niños.
La misma inquietud incomodaba a Lava, viendo como su hija cada día parecía necesitar más la compañía del primo.
Y pasó lo que desean y a la vez atemoriza a muchos padres, que los hijos crecen y no es posible mantenerlos bajo el ala protector cuando comienzan a volar solos.
Gara y Jonay entraron de mano en la adolescencia, cada uno con sus planes de estudios y de futuro, lo que era incuestionable para ellos es que fuera lo que fueran, lo serían juntos.
Jonay amaba la tierra, el pelirrojo no solo había heredado el físico de su tía y quiso estudiar Geología; necesitaba el contacto con la naturaleza y su espíritu caliente era perfecto para andar y escudriñar por la lava parida por los volcanes de su isla.
Gara sintiendo el mismo amor que su tía por la música, haría esa carrera y aunque desde pequeña tocaba más de un instrumento, era una virtuosa timplista. Su carácter pausado le permitía que los acordes del pequeño instrumento se volvieran grandes entre sus manos.
Lo que tenían claro como el agua Gara y Jonay, es que se querían con un amor diferente al que suelen experimentar los primos.
A Lava le inquietaba que su hija pasara tanto tiempo con Jonay, pero pensaba que si se oponía la rebeldía de la adolescencia los empecinaría a continuar juntos y Nieves esperaba que el tiempo se encargara de que se vieran como primos sin llegar más lejos en su relación.
Sin saberlo aunque lo pensaran con diferentes palabras, Lava y Nieves temían que el destino las pusiera en aquella tesitura.
Pero, ¿acaso ellas habían seguido el destino qué se prometieron de niñas de estar siempre juntas?
Las rondaba un presagio molesto, temerosas de que la vida las obligara a pagar un precio que llevara el nombre de sus hijos.
Continuará.
Sigue asi!! Muy entretenido el relato
ResponderEliminarGracias Damián, me gusta que te guste. Un besooooo.
ResponderEliminarUff ya estoy deseando el siguiente capítulo, está muy interesante amiga. Millones de besos 😘😘😘
ResponderEliminarY si te digo que el próximo es el último?
ResponderEliminarBueno un poco de intriga, jjjj.
Me encanta como te metes en las historias.
Un abrazo amiga.