jueves, 24 de febrero de 2022

Nieves y Lava. Segunda parte. Capítulo V.

A pesar de la infrecuente anomalía, las niñas estaban sanas. 
El personal médico sabía de esos escasos casos por la bibliografía estudiada, pero verlo en vivo era otra cosa y nadie se lo quería perder. Así estuvieron ingresadas más tiempo de lo habitual, mientras la familia intentaba aceptar la realidad que les abofeteó llenándolos de remordimientos.
Gara y Nieves se sentían culpables del silencio que mantuvieron durante años y pensaban que era un castigo por su tozudez, Juan y Damián creyeron que estuvieron poco pendientes de la temprana relación entre Gara y Jonay, a Manuel le dolía el corazón pensando que había descubierto tarde el concubinato de sus nietos. María por no volverse loca, se refugió en lo que conocía: ser práctica, así deshizo algunos puntos para añadir otros en los pijamitas tejidos transformándolos en útiles y alejando de su mente los pensamientos que leía en la cara de los demás.
Gara y Jonay recordaron lo que de niños les dijeron: que la mezcla de los genes entre primos propiciaba hijos tontos...
Aun así, el sentimiento que les inspiró las siamesas a todos fue de un profundo amor.
Las niñas recibieron los nombres de Mara y Tara.
No fueron fáciles los primeros meses con las criaturas en casa, hasta cogerlas resultaba complicado, pero para eso tenían a María, con su máxima de que "a grandes males grandes remedios", los acostumbró a adaptar lo que fuera para ofrecer confort a las gemelas.
Estas eran unas benditas, ni chupa quisieron. No lloraban, comían y dormían bien, respondían a las muestras de afecto con dos grandes sonrisas que los derretía.
Los médicos seguían estudiándola y después de innumerables pruebas, tuvieron claro que sus organismos soportarían la operación necesaria para separar sus cuerpos. Cada una tendría que llevar una pierna ortopédica, pero ganarían en autonomía y calidad de vida. 
Dedujeron que la edad apropiada para tal operación sería sobre los cinco años, aunque el normal crecimiento de las hermanas las obligaría a ir adaptando las prótesis.
Mara y Tara ajenas a las preocupaciones que causaban, fueron creciendo felices. Se bastaban la una a la otra en su universo íntimo.
Se coordinaban a la perfección como si solo un reloj interno las rigiera. Si se acatarraban estornudaban a la vez, si tenían fiebre, dos termómetros mostraban la misma temperatura. Se sincronizaban hasta tal punto, que cerraban justo en el mismo instante los ojos al dormir, así como los abrían al despertar.
Gara y Jonay aprendieron a conocerlas, así bastaba mirar el pañal de una para saber si tenían que cambiar a la otra.
Llegaron a gatear, pero caminar no les sería posible hasta que no fueran separadas, así optaron los padres por no llevarlas al colegio cuando cumplieron los tres años. 
Se turnaban los padres para atenderlas y enseñarles lo que no aprenderían en la escuela. Además, necesitaban rehabilitación en la única pierna que portaba cada niña, tenían que fortalecerla para que fuera viable y pudieran caminar al ser operadas.
Para trasladarla cuando fueron creciendo adaptaron una silla de ruedas.
Todo era más complicado con Mara y Tara, pero valían la pena los esfuerzos y toda la familia estaba implicada. 
A los médicos también les preocupaba el desarrollo intelectual de las niñas, las estudiaron como a conejillos de india hasta llegar a la conclusión de que eran más inteligente que la mayoría de los niños a esa edad. 
Con tres años hablaban mejor que algunos adultos, les gustaba los juegos donde tuvieran que utilizar sus mentes, también mostraban una habilidad inusual con sus manos, como si compensaran así la inutilidad de sus extremidades inferiores.
Cuando tuvieron edad preguntaron porqué no podían caminar y se les explicó el motivo, así como que cuando fueran operadas para separarlas serían dos niñas independientes.
Al oír que serían separadas rieron divertidas preguntando al mismo tiempo: ¿Nosotras, separadas? 
Sus padres lo comentaron con los médicos, que dijeron que no se preocuparan, que llegado el momento se les daría el apoyo psicológico necesario. Que cuándo vieran que podían llevar una vida normal estarían contentas.
Y llegó el día de la operación.
Según los médicos la intervención había sido un éxito. 
El camino a recorrer sería difícil por la adaptación a las respectivas prótesis, pero descubrirían por primera vez que se podían acostar en camas diferentes, que podían ir individualmente al baño... y repitieron lo de "poder llevar una vida normal".
Cuando se despertaron las niñas de las respectivas anestesias y descubrieron que la otra no estaba a su lado, lloraron por primera vez tan desconsoladas y con un volumen tan alto, que nos les quedó más remedio que poner a la una junto a la otra esperando que se calmaran.

Continuará.



2 comentarios:

  1. Que pasara entre las hermanas ahora que son dos seres independientes??? Como manejaran esas emociones encontradas en ocasiones....deseando que llegue el jueves. Millones de besos amiga😘😘😘😘

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  2. Pasará pasará..... pues espero que te sorprenda lo que está por pasar. Esta historia todavía dará algún giro.
    Un abrazo amiga.

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