jueves, 6 de octubre de 2022

Vinilos. Capítulo III.

 Hoy en la biblioteca le he hablado a mi compañero Rafa de mis discos, he sido tan intensa que le debí contagiar mi entusiasmo y me pidió que se los dejara escuchar. Hemos quedado en que le iré grabando en pendrive una buena selección y ya me dirá que le parece. 
X me ha dicho más de una vez que a Rafa yo le gusto. Le saco 20 años, es imposible, argumento a X cuando sale esa conversación, pero con tino X me ha hecho ver que son prejuicios míos. Que hemos normalizado que una mujer joven se enamore de un hombre mayor pero no a la inversa. Razón tiene, pero ¿qué le voy a gustar a Rafa? Tonterías.
Por la tarde ya en casa mientras realizaba las tareas pendientes, le grabé el pendrive a Rafa.
Al escuchar mi música me digo que es cierto lo que dicen los puristas de estos asuntos, que el sonido en el vinilo es mejor, como la diferencia entre hacer un potaje con leña o en una vitrocerámica.  Antiguo pero mejor.
Ayer comencé a escribir sobre Manuel y Pedro, se me atraganta el tema. Pero en cierto modo se lo debo a los dos. Lo mejor será que me tire a la piscina de cabeza, sin pensar en la consecuencias de desenterrar lo que no está totalmente enterrado.
Creo que ya escribí que Manuel y yo nos hicimos pareja, pero siempre salíamos los 3 juntos. Lo pasábamos bien y cuando Manuel y yo queríamos intimidad con meternos en la cama que cuadrara nos bastaba. Ahora que lo pienso suena rarito, pero era así, no nos sentíamos incómodos, al menos eso pensaba yo, aunque más tarde me lo tuve que replantear.
La relación amorosa con Manuel con el tiempo fue cambiando, nos queríamos pero vimos que lo que tomamos al principio como enamoramiento era otra cosa. No sé, era extraño, pero decidimos no atarnos como pareja. Seguía siendo como mi alma gemela, más que amigo y ya es decir. No sé que palabra utilizar para definir lo nuestro.
El caso es que pactamos que cada cual se acostara con quien quisiera, aunque los dos seguimos encamándonos juntos cuando se nos apetecía.
Sin perder el contacto yo empecé a relacionarme con otras personas, a conocer más gente y lo mismo Manuel y Pedro, ya no quedábamos a diario, pero nos seguíamos viendo.
Ahora que lo pienso, si mi hija leyera esta especie de diario le daría un parraque, jajaja, ni se imagina que su madre fue joven y supo disfrutar del sexo cuando y con quién le dio la gana. Olé yo.
Entiendo que para Daniela soy su madre y no se cuestiona que antes de eso yo tuviera otra vida, con sus luces y sus sombras. Pero mi pasado es mío.
                                                           -----------------------

Otro día con sus cosas, el trabajo por la mañana y por la tarde más de lo mismo, el mantenimiento necesario con las cuestiones domésticas que nos permiten llenar la barriga y ponernos ropa limpia y aunque no me guste limpiar, tampoco me gusta vivir entre suciedad y desorden. Bueno, un poco de desorden tampoco me mata.
Pongo mis discos y las tareas se me hacen menos indigestas. Por cierto, esta mañana le llevé a Rafa el pendrive y me da que le va a gustar. La verdad es que no entiendo del todo que siga sin pareja. Es buen tío y tiene algo de canalla en su cara,  ese "algo" que nos atrae a las mujeres. ¿Será gay? No creo. 
Este finde viene X y estoy deseando ponerle el tocadiscos. En uno de los discos de Roberto Carlos está la canción "El gato que está triste y azul". Nuestra canción.
Nos conocimos hace mil años en un tenderete y yo le gusté desde el minuto uno. Queriendo lucirse tocó con la guitarra esa canción y mientras la cantaba me miraba fijamente con ojos de loco.
Yo pensé: Otro colgado que se fija en mí, qué tendré que los atraigo de esa manera y no le hice mucho caso, aunque estaba muy bien, todo hay que decirlo.
Debo reconocer que he tenido suerte con X que me terminó conquistando poco a poco. Es buena gente y me respeta. Por supuesto la pasión inicial mutua también tuvo que ver, pasión que con los años cambió de piel para convertirse en otra cosa. El furor uterino quedó en el recuerdo, el sexo ahora  es diferente, pero sigue siendo que ya es bastante.
A veces observo a X y pienso que se está haciendo mayor, él pensará lo mismo de mí, supongo. La idea de envejecer juntos me enternece. Quién me lo iba a decir a mí cuando me cantó "El gato que está triste y azul" hace tantos años.
Me río yo sola imaginando que el gato ya debe haberse muerto. Demasiado tiempo triste y cianótico.

Continuará.




2 comentarios:

  1. Gracias Astrid, como siempre la historia irá de menos a más. Que la disfrutes. Abrazos.

    ResponderEliminar