Nunca pensé que un animal pudiera cambiar a una persona. Ahora comprendo el amor de muchos por sus mascotas y me prometí que en mi próxima novela aparecería un perro.
Kiwi es al único que le permito acompañarme en mi despacho mientras escribo. Todo empezó por alejarlo de mi nieta, que le hacía de todo al pobre sin que se rebelara, lo que tiene de feo lo tiene de noble. A día de hoy Mafalda es más grande y ya no lo mortifica tanto, pero me he acostumbrado a verlo tumbado mientras tecleo con su respiración acompasada y a la compañía que me regala.
Pero vuelvo al momento en que llegó y me hizo ver que si mi hija se estaba convirtiendo en cuidadora yo me estaba haciendo mayor.
Me hice un inventario vital: 50 años, realizado profesionalmente, dinero suficiente como para no volver a publicar, salud buena -de momento-. ¿A qué iba a esperar para disfrutar del dinero ganado con mi familia? ¿A retirarme viejo de verdad lleno de achaques y sin poder viajar? No, me dije. Había llegado el momento de iniciar otro camino.
Lo hablé con Marisa y estuvimos de acuerdo.
Ella en unos años se podría prejubilar. Podríamos dedicarnos a vivir, viajar por placer antes de que el tiempo nos ganara la partida, llevar a Mafalda a Disney mientras creyera en princesas, levantarme a la hora que me diera la gana, escribir solo cuando se me apeteciera..... Disfrutar.
Así me puse un tope de 5 años para liberarme laboralmente. Marisa tendría que trabajar uno más, pero en esos 5 años yo tendría tiempo más que sobrado para cumplir con el compromiso laboral que había firmado con Pepa. Una trilogía que tenía más que masticada en mi cabeza, escribirla iba a ser coser y cantar.
Planeamos que pasado ese tiempo yo terminaría mi periplo como escritor con las típicas entrevistas promocionales y todo lo que conllevaba: charlas, firma de libros.. eso ocuparía el año que faltaba para que Marisa diera por finalizado su ciclo laboral.
También me había estrenado como profesor con unas clases de escritura creativa que me motivan tanto que no pienso prescindir de ellas. Solo me ocupan unas pocas horas semanales y estar con personas jóvenes me reconforta. El balance de esta actividad es totalmente positivo.
A veces se da el caso de que alguna alumna o alumno se vea sin dinero y me diga que no puede continuar, a lo que yo respondo con mi frase de siempre: "Hay que terminar lo que se empieza" y los convierto en becados. Realmente el dinero que les cobro no es mucho por facilitarles que puedan realizar el curso y la idea es destinarlo para publicar un librito con una selección de sus mejores relatos.
La verdad es que tengo que poner dinero de mi bolsillo para poderlo hacer, pero no me importa. Lo compensa sus caras cuando ven por primera vez sus nombres publicados.
Llegó el momento de plantearle a Pepa mi decisión y me presenté en su despacho con un nudo en la garganta (por evitar el exabrupto de decir que iba acojonado).
Me armé de valor y le dije lo que había decidido: que tendría su trilogía en 5 años y luego me cortaba la coleta. Que vivir sin presiones sería mi mayor prioridad a partir de entonces.
-Coño Mateo, que eres mi escritor fetiche. No me puedes hacer esto.
-No te quejes Pepa. No me necesitas, tu editorial no puede ir mejor. Y si algo abunda son escritor@s que darían lo que fuera porque tú les publicaras.
-Ya, pero no sé... así de repente.... ¿Estás seguro?
-Totalmente y no intentes convencerme de lo contrario que nos conocemos....
-Pero no me dejes tirada, ya te habías comprometido con las firmas de libros y todo lo que sabes que te espera después de publicar.
-No te preocupes, no te fallaré. Pero cuando publique el último y termine con toda la parafernalia no quiero saber nada de ti como editora. Mato a Pepa y solo existirás para mí como Pepona.
-Serás cabrón.... venga tira que durante 5 años seguiré con mi látigo. Y quiero el primer borrador ya.
-Si guana, a sus órdenes. Y salí de allí sintiéndome más liviano.
Como a la media hora sonó mi teléfono, era mi editora:
-Oye que acabo de llamar a Marisa y me ha contado los planes que tienen cuando se jubilen.
-Vaya, ya veo que te ha faltado tiempo para enterarte de todo.
-Mira Mateo, ahora te hablo como Pepona y te digo que olé tú, que me parece que es lo mejor que pueden hacer. A disfrutar de la vida, que el día menos pensado nos da un parraque y nos vamos a tomar por culo.
-Te lo agradezco amiga.
-Bueno no te me vengas arriba, ahora te hablo como Pepa y te espero mañana en mi despacho, quiero puntualizar algunos aspectos. ¿Y qué haces que no estás metido en tu zulo escribiendo?
-¡Ahhhh qué ganas de cumplir los 55 años ya!
Continuará.
Que buena decisión, es lo que a mí me gustaría hacer en 5/6 años, de ilusiones también se vive, pero podrá Mateo cumplir sus sueños...???ya veremos. Un fuerte abrazo amiga😘😘
ResponderEliminarEl tiempo pasa volando, cuando te des cuenta ya está cumpliendo tus ilusiones, todo llega.
ResponderEliminarA Mateo le vienen curvas, ya falta poco.
Besos amiga.