Contra todo pronóstico esos 5 años pasaron volando. Cada vez veía más cerca el futuro que deseaba y me dedicaba aliviado a quemar los últimos cartuchos, promocionar el último libro de la trilogía y luego a volar.
En esas andaba cuando sucedió algo que me pasó casi desapercibido en ese momento.
Estaba en una emisora de radio y aproveché para despedirme sutilmente de mis lectores. Ya publicada la última novela solo cabía palpar la opinión de la gente, ver si había gustado.
Me dijeron al finalizar que habían recibido muchas llamadas donde los lectores que me habían seguido durante toda mi trayectoria expresaban sus opiniones. Como era de esperar el final abierto de la trilogía gustó y disgustó a partes iguales y alguien -al parecer muy alterado- dejó un recado para mí: "Hay que terminar lo que se empieza".
Me hizo gracia cuando me lo dijeron, la frase que yo tanto empleaba y que alguien ahora me lanzaba a mí, pero quedó ahí, no le di más importancia.
A los pocos días recibí en mi correo electrónico el primer anónimo:
"Mateo, qué desfachatez terminar tu obra sin aclarar quién es el asesino, tus lectores no se merecen ese final. Termina lo que empezaste o lo lamentarás".
Disgustado lo borré, ni quise averiguar de donde procedía, pensando que alguien que se aburría había empleado así su tiempo.
Siguieron llegando y el tono era cada vez más amenazante, terminando siempre con la frase "hay que terminar lo que se empieza".
No tenía ninguna gracia y cuando intenté responder a la dirección electrónica desde donde los recibía por ver quien había detrás, el ordenador me señalaba que no existía tal dirección. Qué extraño, alguien se está tomando demasiadas molestias para no dejar pistas, me dije intentando que aquello fuera una anécdota desagradable y que la persona que ocupaba su tiempo amedrentándome terminara por aburrirse.
Cuando se lo dije a Marisa y leyó aquellos correos dijo preocupada:
-Mateo, tienes que tener cuidado, hay mucho loco suelto y no sabemos hasta donde puede llegar, aunque no sé porqué me da a mí que está escrito por una loca.
-¿Qué te hace pensar qué es una mujer?
-No sabría decirte, pero mi intuición me dice que es una mujer. Deberías hablar con Borja a ver que opina.
Borja era un policía al que yo consultaba sobre perfiles sociopáticos cuando andaba escribiendo alguno de mis thrillers. Con el tiempo nos habíamos hecho amigos y de tanto en tanto quedábamos para tomar algo. Me caía muy bien e incluso llegué a fantasear con la idea de que sería estupendo que se emparejara con mi hija Carla. Cosas de escritor, que siempre está "trastiando" con su mente.
Lo llamé y le pregunté si nos podíamos ver, que tenía que hablarle de un tema. Él dijo que en un par de horas terminaba su turno y podíamos quedar y tomarnos una caña, pero yo estaba en mi casa cuidando de Mafalda. Tenía paperas y aunque gracias a la vacuna no le había dado fuerte era aconsejable que estuviera resguardada unos días. Se lo dije a Borja y le pregunté si él había pasado la enfermedad. Y sí, de niño las había padecido. Quedamos en mi casa.
Llegó con su uniforme y mi nieta lo miró embobada, Borja le trajo de regalo una gorra de policía, una réplica exacta para niñ@s y un silbato. Para mi pesar el silbato era de verdad.
Nos ubicamos en el jardín para que la niña se entretuviera y no tratar el tema delante de ella. Mafalda con su gorra y su silbato trató al pobre Kiwi como si fuera un delincuente, atosigándolo con el dichoso silbato que no paraba de usar.
Saqué un par de botellines y mi portátil. Le resumí lo que me inquietaba y leyó los anónimos llegados a mi correo.
-Mateo, deberías denunciar, aunque en principio el individuo no pasa a amenazas mayores nunca se sabe, hay mucho pirado suelto.
-Según Marisa están escritos por una mujer. Intuición femenina dice.
-Bueno, eso a priori no lo podemos asegurar y el hecho de que te esté escribiendo desde alguna dirección oculta ya es en sí una pista. No quiere demostrar su identidad, bien por evitar ser localizado o porque es alguien conocido. O las dos cosas, claro.
-Igual si denuncio es darle más importancia de la que tiene. Prefiero esperar a ver si cansa, si no es así y sube el tono me paso por comisaría. Mientras, ¿podrías averiguar la procedencia de los correos?
-Lo hablo con la informática y te digo algo, pero no creo que nos lleve a ninguna parte. Hoy en día hay mucha gente experta en internet y se las saben todas.
-Eso me lleva a pensar que se trata de alguien joven.
-No necesariamente, ni te imaginas la cantidad de gente mayor que se convierte en hacker, suelen tener en sus nietos a los mejores profesores. Te sorprenderías, además, tienen tiempo para aprender y a poco que tengan nociones básicas hoy en día se encuentran tutoriales para todo en internet.
Déjame que copie en un pendrive esos correos y hablo con Sara, la informática de mi sección a ver si me hace el favor y se puede sacar algo. Pero prométeme que si siguen o ves algo raro denuncias.
-Si prometido, gracias amigo. Te debo una, aunque lo del silbato no sé si te lo voy a perdonar. Esos agudos pitidos me están poniendo de los nervios, no me quiero ni imaginar al pobre Kiwi que los sufre más que los humanos.
-Jajaja, tienes razón, mira que lo cogió con ganas. Tiene madera la niña, igual acaba de descubrir su vocación.
-Sí, quién sabe, pero en cuanto se despiste el dichoso pito va a desaparecer misteriosamente.
-Hombre la chiquilla está disfrutando, con que lo mojes disimuladamente se acaba la tortura.
-Buena idea, gracias de nuevo amigo, nos hablamos en cuanto tengas algo.
Continuará.
Ya se pone esto interesante, quién será? Me da por pensar que es alguien que conoce al escritor...deseando ya que sea Jueves.😘😘😘
ResponderEliminarSí, ya empezó la tortura para Mateo.
ResponderEliminarA ver si tus dotes de detective son acertadas.... o no.
Un abrazo Astrid.