miércoles, 30 de agosto de 2023

El teléfono de la esperanza. Capítulo III

 De nuevo a las tres de la madrugada Chispa me despierta con su última cantinela: orzuelo cabrón.
Decidido me dirijo a él para que entienda quién manda, pero tras sufrir varios picotazos lo doy por imposible, encima me mira mal con esos ojillos maliciosos que tiene.
Estoy tan enfadado que no me importa la hora que es y llamo al antiguo propietario para exigirle explicaciones, no me había dicho que el jodío loro era agresivo, me siento estafado.
El hombre no se lo toma bien, según él algo estaré haciendo mal, porque Chispa nunca tuvo ese comportamiento antes. 
Pongo el teléfono al lado del bicho para que el hombre se cerciore de que no me lo estoy inventando y además de agresivo solo suelta improperios, pero justo el loro deja de hablar. Cuelgo el teléfono enfadado.
Como ya no pude conciliar el sueño, el loro sí, decido mirar en internet alguna actividad solidaria que me haga ganar puntos ante Consuelo. 
No sabía que había tantas asociaciones dedicadas a mejorar la vida al prójimo, pero todo me da pereza, hasta que encuentro algo que parece interesante.
Se trata de ir a hospitales a acompañar a pacientes que no tienen quien los vaya a visitar. Eso lo puedo hacer. Seguro que Amparo se sentirá orgullosa de mí.
Consigo dormir un par de horas y me dirijo al hospital que queda más cerca de mi casa, tampoco es cuestión de estar cogiendo el coche. 
Por suerte a dos calles de donde vivo hay uno. Allí me informan y agradecen  mi predisposición por regalar mi tiempo y compañía a personas que están solas.
Me dan una lista de pacientes a los que puedo visitar, me quedo con una señora de 90 años que está ingresada y sola. Al parecer oye perfectamente pero es incapaz de hablar. Perfecto, me digo.
Me llevan ante la mujer y me dejan solo con ella.
Me presento y estiro el sillón del acompañante hasta quedar recostado. Pilar, así se llama la anciana, me hace señas, creo que quiere que le coloque la almohada, pero si me incorporo pierdo la cómoda postura que he conseguido, así que me hago el loco y le hablo.
Le cuento que necesito impresionar a Consuelo, que aunque solo he hablado dos veces con ella por teléfono, me he enamorado. 
Después del palo con Margarita saber que alguien puede llenarme me hace feliz, estoy seguro de que Consuelo es la mujer adecuada. Tiene una voz preciosa que hace que pueda ver como es por dentro: bella, seguramente por fuera será igual. Le calculo mi misma edad y un físico atractivo. Ardo en deseos de conocerla en persona.
Me doy cuenta de que he estado tan cómodo hablando, que entrecerré los ojos, pero un sonido gutural hace que mire hacia Pilar, se está atragantando. Asustado pulso el timbre y no tarda en llegar la enfermera que rauda endereza a la mujer que está azul como un pitufo.
Entra más personal y me piden que abandonen la habitación, tienen que reanimar a la señora que parece que se está muriendo, pero me voy pletórico. He hecho una buena acción y si la mujer finalmente fallece, estará complacida por haber pasado sus últimas horas con mi desinteresada compañía.
Estoy deseando llegar a mi casa para contárselo a Consuelo.
Llamo al teléfono de la esperanza y Consuelo responde con un buenos días Santiago. Oh, reconoce mi voz y se acuerda de mi nombre, buena señal teniendo en cuenta  la cantidad de personas que atenderá  durante el día.
Me vengo arriba y le cuento mis últimos avances, le falseo un poquillo lo del loro al que pinto como una buena compañía, luego le detallo mi visita al hospital. Como no sé como terminó el tema no le menciono el jamacuco que sufrió la mujer.
No sé porqué pero me da la impresión de que Consuelo no está tan receptiva, me felicita pero parece tener prisa por terminar la conversación. 
Seguramente se está enamorando de mí y no quiere que me dé cuenta. 
¡Ah el amor qué nos alcanza sin qué podamos evitarlo!
Estoy tan contento que después de colgar le doy el pienso especial a Chispa, que cosa rara, no quiere comer. ¿Estará enfermo? Telefoneo al antiguo propietario y no me coge el teléfono. Me ha bloqueado.
Hay que ver la falsedad de la gente, tanto como decía quererlo y ya no quiere saber nada del animalito.
Gracias que en el mundo quedan buenas personas como yo.
Tranquilo Chispa, yo nunca te dejaré. Como no podía ser de otra forma me responde con su: orzuelo cabrón, pero intuyo que el tono es diferente, como de cariño.
La vida es bella.

Continuará. 


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