Me acaba de llamar Cristina al trabajo, dice que tiene algo importante que contarme y que nos cambiará la vida. Le insisto pero se niega a decirme lo que sea por teléfono. Ojalá me espere el test de embarazo positivo.
Me he propuesto terminar hoy este largoooo artículo que me pidió Luna; le van a tener que meter tijeras, no quieren un libro.
¿Por dónde iba? Me pierdo metiendo cosas actuales.... ah vale, sí. Cuando mis padres supieron a lo que nos íbamos a dedicar. Sigo por ahí intentando resumir al máximo.
Que mi padre con su obsoleta mentalidad cuestionara nuestras preferencias profesionales no me extrañó, pero Luna y yo no esperábamos la reacción de otras personas jóvenes y que supuestamente remaban a favor de la igualdad.
Algun@s amig@s de Luna opinaron que estudiar urología iba a ser un lastre si se quería dedicar a ello en el ámbito privado. Que si se les daba a elegir a los hombres, no pagarían porque una mujer "les metiera el dedo en el culo".
Aparte de lo soez del comentario, la idea tenía un tufillo tan sexista que indignó a Luna, pero si pretendían desanimarla consiguieron todo lo contrario, que mi amiga se empeñara aún más. Tampoco le importó estar en franca minoría durante su carrera universitaria.
Yo también tuve que escuchar sandeces referidas a la visión que tendría de los órganos sexuales femeninos. Por supuesto lo estoy edulcorando, me niego a repetir las expresiones que tuve que aguantar y que denigran a la mujer.
En mi caso, cuando cursé los estudios para ser matrón tuve algún compañero masculino, aunque la mayoría de estudiantes eran mujeres.
El alegato igualitario está bastante extendido, pero en nuestras mentalidades quedan resquicios que no ayudan a conseguir la verdadera igualdad. Lo triste es que mucha gente joven siga sin reconocer sus propios prejuicios, evidenciados en algun@s con sus comentarios cuando Luna y yo dijimos a lo que nos queríamos dedicar.
Seguimos teniendo, mujeres y hombres, pequeños micromachismos que debemos superar. Se me ocurren algunos ejemplos que pueden parecer sin importancia, pero la tienen.
Como considerar normal que si una pareja coge un taxi el varón se siente delante y la mujer detrás, o que cuando van a un restaurante al pedir la cuenta le sea entregada como norma general al hombre.
Y aunque parezca mentira a estas alturas, todavía hay mujeres jóvenes que consideran como señal de cortesía que sea el varón el que pague la cuenta en un bar o restaurante, o que les abran la puerta del coche. O que much@s cuestionen mi relación con Luna, como si por ser de diferentes sexos nuestra amistad escondiera algo más.
En mi opinión son pequeñas cosas que se deben cambiar aunque parezcan detalles nimios. Para mí no lo son.
Todo suma, y si me experiencia en este aspecto sirve para aportar mi granito de arena, aquí queda.
Y no podía terminar este relato de mejor forma, hace apenas unas horas atendí a mi querida amiga en su parto. Fue rápido y sin complicaciones, se ve que el niño tenía ganas de venir al mundo.
Nos demostró que tiene buenos pulmones con su potente llanto.
Me acerqué a su carita y le susurré:
Bienvenido y no lo olvides: los niños sí lloran.
Fin.
Pues si aún hay muchas cosas que cambiar. Me ha gustado mucho este relato amiga. Esperando el próximo. Un súper abrazo 😘😘
ResponderEliminarGracias como siempre Astrid, siempre pendiente de mi escritura. Se agradece un montón.
ResponderEliminarY me da a mí que el próximo también te va a gustar. Besos amiga.