jueves, 21 de diciembre de 2023

La señora de la limpieza. Capítulo III.

 Doña Mercedes me llevó a un local cerca de la oficina, un sitio que según dijo solía frecuentar. Me sentí incómoda nada más entrar ante tanta elegancia, no estaba acostumbrada a esos lugares en los que la gente se come un croissant con tenedor y cuchillo, aunque no pude dejar de admirar las lámparas de cristal que colgaban, eran una maravilla. 
Me sentía fuera de lugar, pero tenía curiosidad por lo que me quería decir.
-Janaina, no me voy a andar con rodeos, quiero saber que hay entre Gustavo y Enma, si es cierto que andan liados. A mí, la verdad, me importa poco lo que cada uno haga con su vida privada, siempre que no sea en mi estudio. Entenderás que debido a mi posición social y siendo la esposa de un ministro no puedo permitir el más mínimo escándalo que pudiera trascender. Imagínate la que se hubiera armado si el pobre infeliz se hubiera matado en mi oficina. Ya sabes, en el círculo social al que pertenezco las apariencias tienen la importancia que tienen.
-Señora, me va a perdonar, pero yo me limito a hacer mi trabajo sin prestar atención a esas cosas.
-Me he dado cuenta de que eres discreta, pero no me creo que no hayas visto algún roce, escuchado alguna conversación, algo que te haya hecho pensar que esos dos andan juntos. 
-Lo siento, pero no tengo nada que decirle al respecto, yo cumplo mi función lo mejor posible y ni sé ni quiero saber lo que los demás se traen entre manos.
-Janaina, me estás obligando a sacar la artillería pesada y no quería llegar a ello. Vale, te ofrezco una buena bonificación económica y te prometo que quedará entre nosotras, nadie sabrá lo que aquí se hable.
-En serio doña Mercedes, yo soy como los monos esos, los que tienen las mano tapando los ojos, boca y oídos. Ciega, muda y sorda en los lugares a los que voy a trabajar. Me ha ido bien con esa filosofía y no voy a cambiar ahora por mucho dinero que me ofrezca.
-Pues me estás decepcionando, piensa que te puedo despedir y dejarte sin tu ingreso principal. No entiendo que defiendas al cretino de Gustavo y más después del desafortunado comentario hacia tu persona. La verdad, si lo aguanto es por estar recomendado por un colega de mi marido, pero ya le dije cuando lo llamé a mi despacho que lo estaré mirando con lupa, una tontería más y lo pongo de patitas en la calle.
-No lo hago por defender a Gustavo, estamos de acuerdo, es un imbécil, pero si tengo algo es visión de futuro y no me pienso convertir en su chivata. Mi madre me enseñó que aún siendo personas pobres, si no perdemos la dignidad no somos pobres personas. Como no vamos a llegar a un acuerdo me voy, que tengo que aprovechar el tiempo para estudiar. Si me quiere despedir en su conciencia queda.
Me levanté ardiendo de rabia pero satisfecha, no me dejaría comprar aunque el dinero de aquel trabajo fuera mi principal sustento. Ya encontraría otra cosa. 
Sentí el tirón de doña Mercedes en mi brazo obligándome a sentarme de nuevo.
-Perdona Janaina, era lo que necesitaba escuchar. Te puse a prueba, cuando te cuente entenderás el porqué.
Ya me había fijado en tu eficiencia en el trabajo, pero ante el incidente de hoy me has demostrado que además eres resolutiva. Sé que estás estudiando psicología y que te falta el último año y que te estás especializando en la rama infantil, por lo que deduzco que te gustan los niños. Llevo días haciendo entrevistas, necesito una persona de confianza y con conocimientos para contratarla como niñera.
Dentro de unos días viajaré a China con mi marido para traer a la niña que nos han dado en adopción, no lo hemos hecho oficial todavía por aquello de que en esos países la corrupción con esos temas..., ya sabes, que pueden cambiar de ahora para después lo prometido.  Pero ya está todo atado y cumpliré el sueño que mi esterilidad me ha negado. Voy a ser madre. Ya te contaré mejor si estás interesada en cambiar de trabajo. Por cierto ¿estás acostumbrada a estar con niños pequeños?
-Sí claro, desde los 8 años tuve que quedarme al cuidado de mis sobrinos, mi hermana y mi madre tenían que pasar todo el día trabajando fuera. Ya sabe las condiciones de mi país.
-Estupendo, tendrás más experiencia que yo cambiando pañales. Ahora mismo me tengo que ir, si estás interesada mañana nos sentamos a hablar y te explico bien lo que estoy buscando, para que te vayas haciendo una idea tendrías que vivir en mi casa. 
Mi jefa sacó un papel y escribió algo. Al leer la cantidad que supuse sería mi sueldo, me aguanté las ganas de ponerme a bailar moviendo las caderas como las cubanas sabemos hacer. 
Me cambiará la vida, me dije emocionada. No sabía bien cuánto. 

Continuará.

Nota: Feliz Navidad!!!


2 comentarios:

  1. Muy buena historia, imagino lo que pasará pero por otro lado pienso que es muy obvio y que como siempre me vas a sorprender. Feliz Navidad amiga para ti y los tuyos. Un súper abrazo 😘😘

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, me imagino lo que tú supones que va a pasar.... habrá que seguir leyendo querida.
    Feliz Navidad Astrid, con niños en la familia se vive con más ilusión. A disfrutarlos.

    ResponderEliminar