Teo.
Pilar y yo quedamos para vernos, por entonces pasábamos horas hablando por teléfono y estaba ansioso por "olerla" en persona.
Yo no había sido demasiado explícito respecto a mi trabajo, le había dicho que estaba relacionado con la policía. No quise asustarla en nuestra relación online, pensando que saber que era forense quizás le diera repelús. Luego sencillamente hablamos de tantas cosas que ese aspecto quedó en un segundo plano.
Se acercaba el día de nuestra cita y yo parecía un quinceañero, nervioso e ilusionado.
Justo el día antes surgió el tema laboral y le dije que era forense policial. Noté su sorpresa, pero no le di más importancia.
Llegó el gran día y cuando me estaba preparando para acudir a la cita, recibí una llamada suya.
Dijo que lo sentía en el alma pero que no podía conocerme, que yo debería comprender por mi sensibilidad olfativa que ella era igual en ese aspecto, y captaría el olor a muerto que por mi trabajo sin duda llevaría como una segunda piel. Que lo sentía, que la perdonara.... se disculpó de mil maneras. Pero el mensaje estaba claro. No quería saber nada de mí.
Lo más triste es que la comprendí.
Entré en un estado mental lamentable, obsesionándome con la idea de que olía a muerto y que los demás lo podían detectar. Me bañaba no sé cuantas veces al día con el champú y gel más aromático que encontré, comencé a usar un desodorante potente, lo mismo con el perfume.
Y lo más triste es que perdí mi don, ya no podía oler el alma de las personas.
Una noche quedé para hacer de canguro de Amado, así Alicia y Mateo podrían cenar fuera. A veces lo hacían para reforzar la pareja y yo me prestaba de mil amores para quedarme con el niño.
Pero esa noche en particular, cuando llegué Alicia me dijo que yo olía fuerte y no pudo evitar ir al baño a vomitar. La explicación posterior fue que estaba de nuevo embarazada y eso le había afinado el olfato, pero pensar que mi olor le causaba náuseas, terminó con la poca autoestima que me quedaba.
Tocado y hundido no me quedó otra que pedir ayuda psicológica y acudir a la consulta de Carmen.
Me cayó bien de inmediato, aunque lamenté no poder oler su alma.
Tengo la esperanza de centrarme y volver a mi ser, hay que tener paciencia hasta que a través de la psicóloga me pueda recomponer.
Por lo pronto, me toca seguir sus consejos por raro que me parezcan.
Me ha dicho que me duche con agüita y algún jabón neutro. Que nada de mezclas imposibles de aromas para disimular lo que me atormenta.
También que me afeite la barba y el bigote, que como soy tan sensible olfativamente, el vello facial tan cercano a mi nariz contribuye a lo que yo detecto. El olor a muerto.
Continuará.
Pobre Teo, ha camuflado su don por su bajo estado anímico, pero estoy segura que lo recuperará y quien sabe lo que la vida le tendrá preparado...intrigada estoy amiga. Un beso enorrrrmee😘
ResponderEliminarTeo y Tita, Tita y Teo, ¿qué pasará con ellos?
ResponderEliminarYa sabes que no me gusta un final esperado.... habrá que seguir leyendo.
Abrazos Astrid.