Antonia.
Nadie daba un duro porque Cristobín se tomara en serio el negocio familiar, pero a los pocos meses demostró que lo estaba haciendo con fundamento.
Alguna pelea tuvo con Cristóbal el grande, porque Cristobín opinaba que si los trabajadores estaban contentos iban a cundir más y a mirar por el negocio. El abuelo siempre había cumplido con las leyes, pero el nieto le pedía dar un paso más.
Yo mediaba, viendo a Cristobín tomarse con ganas el trabajo, y cuando el muchacho no estaba le decía a su abuelo que los tiempos estaban cambiando y a lo mejor las ideas del nieto tenían sentido.
-¿Qué puede pasar? ¿Qué ganes menos dinero? Con lo que ya tienes te da para mantener a tres generaciones más, encima tenemos una edad, no te vas a gastar el dinero por muchos años que te queden. No seas morruo Cristóbal, prueba un tiempo lo que te dice tu nieto. Siempre podrás volver a tus formas si ves que no funciona lo que te dice Cristobín.
El caso es que Cristóbal el grande me hizo caso y le dio carta blanca al nieto.
Cristobín ofreció a los trabajadores una prima, si producían más cobraban más. También se interesó por ir conociendo a la plantilla y escucharlos.
A resultas de sus cambios la empresa no sólo no perdió dinero, sino que ganó más. Todos estaban contentos con Cristrobín.
Antes del año fue con el abuelo al notario para firmar los poderes que su abuelo le dio para llevar la empresa.
Por esa parte estaba tranquila, parecía que Cristobín había encontrado su sitio en lo del trabajo, pero seguía sin ser el de antes. Le faltaba alegría, estaba apagado, casi no salía con gente de su edad...
A veces paseaba con Luz, pero me daba a mí que no pasaba nada entre ellos, esas cosas se notan.
Un día como quién no quiere la cosa le fui sacando el tema, que si Luz era una buena muchacha... blablabla, pero él se hacía el tonto, así que cogí el toro por los cuernos y me dejé de boberías.
-Mira Cristobín, como no te espabiles con Luz cuando menos te lo esperes se ennovia con otro.
-Abuela -siempre me llamó así sin saber que decía verdades- si Luz me hace compañía es por pena, también creo que se siente culpable indirecta del accidente de mis padres, aparte de eso no creo que sienta otra cosa por mí, aunque a mí ella me gusta y mucho.
-Mi niño, serás espabilao para algunas cosas, pero para otras eres un tolete. ¿No te das cuenta de cómo te mira esa muchacha? Me dejo cortar una mano a que está loquita por ti, pero tampoco va a estar esperando toda la vida a que te decidas. Hazme caso y sé claro con ella, cuéntale lo que sientes, lo peor que puede pasar es que solo te mire como amigo, pero más sabe el diablo por viejo que por diablo y te digo yo a ti que eso no va a ser.
A los pocos días los pillé besándose bajo la jacaranda y salí al patio con la escoba para disimular.
-Anda, dale la buena nueva a tu abuelo, que se va a llevar una alegría.
Así fue, estábamos todos más contentos y Luz siguió como secretaria de Cristóbal el grande, pero ya la mirábamos como una más de la familia.
Un lunes que volví de Santa Rita estaban los tres en el patio charlando, Cristobín preguntó con recochineo qué me había dado, que si después de vieja me iba a convertir en una beata o acaso le estaba pidiendo a la virgen un novio.
-Mira mi niño, lo que yo tenga con Rita son cosas mías, pero eso del novio te digo yo que no, me moriré sin catar varón.
Cristóbal el grande que se estaba bebiendo un botellín de cerveza se atragantó al oírme y le salió la cerveza por la nariz.
Todos nos reímos. Después de tanto vivido con Cristóbal el grande nos entendíamos con la mirada y supe que me estaba llamando mentirosa.
Pero lo di por bueno, las risas habían regresado.
Continuará.
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