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El dolor por la falta de Cristóbal el chico y su mujer no se iba, pero teníamos que seguir viviendo. Las fechas señaladas como las navidades, eran un recordatorio de lo perra que puede ser la vida. Yo me aferré a la familia que quedaba, alguien tenía que seguir tirando del carro.
Cristóbal el grande, sin las obligaciones del trabajo empezó un libro nuevo. A Cristobín, aunque nunca volvió a ser el mismo, lo veía animado. En el trabajo lo tenían por un buen patrón y la relación con Luz le dio la tranquilidad que tanta falta le hacía.
Cuando llevaban un par de años de relaciones se fueron a vivir juntos. Cristobín vendió la casa de sus padres y compró otra cerca de Las Canteras.
Cristóbal el grande y yo nos sentábamos todas las tardes debajo de la jacaranda y hablábamos de nuestras cosas. A veces recordábamos cosas del pasado, pero sin nombrar las dos veces que nos acostamos. Eso nunca.
Cuando Cristobín se mudó a su nueva casa con Luz, el abuelo me decía que ojalá se casaran pronto y le dieran un bisnieto. Me daba a mí que lo de la boda no iba a pasar, después del accidente de sus padres Cristobín se había enfadado con Dios y no quería saber nada de iglesias.
Pasado un tiempo nos dijo que Luz estaba embarazada y Cristóbal el grande y yo nos llevamos una alegría. Pero cuando el nieto le dijo al abuelo que no se pensaban casar, tuve que aguantar a Cristóbal el grande rezongando hasta que un día no pude más y le canté las cuarenta.
-Parece mentira con lo liberal que siempre has sido, que te eches las manos a la cabeza porque tu nieto no se quiera casar. Los tiempos están cambiando y más que cambiarán. Si hasta estabas deseando que se muriera Franco para que España pudiera espabilar.
-No es eso Antonia, los tiempos por suerte están cambiando, pero las leyes no se cambian de un día para otro. A mí lo que me da miedo es que le pase algo a Cristobín y que Luz y el niño no tengan los mismos derechos que si estuvieran casados.
Entendí a Cristóbal el grande, el miedo a que le pase algo a alguien de los tuyos no se te despega cuando has padecido la desgracia que nos tocó a nosotros.
-Te tengo que dar la razón, pero esta vez no voy a ser la intermediaria. Le vas a repetir a tu nieto las palabras que me acabas de decir.
Cogí el teléfono y llamé a Cristobín. Estaba saliendo para la playa, pero le dije que viniera, que era urgente. Se asustó el pobre, pero después de decirle que no nos había pasado nada al abuelo ni a mí le colgué.
Al rato llegó la pareja con cara de susto. Nos quedamos en el patio y le dije a Cristóbal el grande que se explicara.
La pareja no dijo nada después de escuchar los argumentos del cabeza de familia y yo me metí.
-¿Por qué no se casan por lo civil? Si no quieren no tiene ni que enterarse nadie. Es firmar un papel que los dejará más tranquilos.
A los cinco meses, Luz con su barriga y Cristobín se dieron el sí quiero bajo la jacaranda.
Nadie le negaba nada al famoso escritor y el alcalde se trasladó a nuestra casa. Cristóbal el grande y y yo misma hicimos de testigos.
Aunque la pareja me había dicho que no preparara nada, nos metimos en enyesque entre pecho y espalda que nos supo a gloria.
Esa noche Cristóbal el grande me dijo que ya podía morirse tranquilo y le rezongué: si se te ocurre te mato.
Continuará.
Por fin alegrías en esa familia, me encanta Antonia, y me gusta mucho la relación que mantiene con Cristóbal el grande. Me va a dar pena que acabe esta historia..Un abrazote grande amiga🫂😘
ResponderEliminarSí, a mi me pasó lo mismo al escribirla, así salió de larga...
ResponderEliminarGracias Astrid, buen finde , besos.