jueves, 19 de diciembre de 2024

Detalles. Segunda parte. Capítulo III.

 Estaba muerta de miedo, pero no podía descartar aquella especie de intuición y me obligué a centrarme, sin quitarme de la cabeza a aquel tipo que me dio mal rollo desde el minuto uno. Siempre me extrañó que un chico joven viviera de aquel trabajo sin vida social aparente, sin relacionarse con personas de su edad.  En su día llegué a pensar que sería un friki de la informática y que pasaría su tiempo libre delante de un ordenador. Era rarito, y aunque atractivo, nunca me gustó la mirada invasora de sus ojos verdes. 
Los detalles, volví a repetirme, tengo que ir a los detalles que por lo que fuera me hayan llamado la atención meses atrás. 
Así rememoré algunas mañanas que me despertaba con la boca muy seca y como si tuviera resaca, me costaba arrancar y notaba escozor en la zona genital, como si hubiera tenido relaciones sexuales intensas. 
Será por la falta de uso, me decía irónica, prometiéndome un homenaje en todos los sentidos cuando terminara los exámenes. 
Un clic mental le dio forma a aquel puzzle. Álvaro debía aprovechar cuando salía a media tarde a correr para entrar en mi casa y ponerme la droga en la botellita de agua que siempre tenía en mi mesilla de noche, lo siguiente sería tan fácil como esperar a no ver la luz encendida de mi habitación, comprobándolo desde la calle y esperar un rato hasta que yo perdiera el sentido.
El hijo de puta tenía bien controlado los detalles y hasta se aseguraba de no dejar restos biológicos visibles en mi vagina, seguramente me limpiaba después de forzarme. 
No pude determinar cuantas veces me había violado, pero estaba segura de que no había sido sólo una vez. 
Pero lo primero era lo primero y desde que amaneció llamé a un cerrajero para que viniera a cambiarme la cerradura. No me importó tener que pagar un dineral para que fuera esa misma mañana. 
Álvaro debió oír los ruidos que hizo el hombre, porque subió y me preguntó si tenía algún problema, salí del paso inventando una excusa: que últimamente me costaba encajar la llave y había decidido cambiar la cerradura. Dijo que igual era una tontería y que él con poco de lubricante lo hubiera podido solucionar. Y como quién no quiere la cosa añadió que sería conveniente que le dejara una copia de la llave por si pasaba algo cuando yo no estuviera en la casa. 
¿Cómo podía tener tanta desfachatez? Le respondí que no se preocupara, que como bien sabía, yo casi no salía. 
-Como quieras, espero que no tengas que arrepentirte.-
 Super leer entre líneas la amenaza reafirmándome en mis sospechas.
Era él, tenía que buscar la forma de probarlo y hacerlo pagar por el infierno que había provocado en mi vida. Porque si algo tenía claro, aunque tuviera que mandar a la mierda mis convicciones morales, era que encontraría la forma de vengarme.  Y lo haría.

Continuará. 


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