jueves, 23 de enero de 2025

Madres. Capítulo 7.

 Las cosas iban bien aunque echara de menos a mi madre todos los días. 
El trabajo me gustaba y Sergio estaba cómodo en el suyo, Lucía y Manu ya vivían juntos y la vida seguía su curso.
Sergio y yo cuando podíamos cuadrar trabajar online, nos permitíamos viajar, era lo que siempre habíamos deseado.
Lucía ya llevaba un tiempo viviendo con Manu cuando quedó embarazada, lo habían buscado y estaban pletóricos.
Yo me alegré por ellos, por supuesto. Cuando su primera hija nació, Sergio se quedó prendado de la niña, se le caía la baba.
Eso me dejó patente el malestar que pretendía ignorar, pero que seguía ahí, Sergio quería ser padre conmigo. 
Y el tiempo, lo que tiene, siguió añadiendo años a nuestras vidas. Sergio y yo habíamos cumplidos los 27. Años atrás él me había dicho que esperaría hasta los treinta, convencido de que yo cambiaría de opinión sobre la maternidad. Pero yo lo seguía teniendo tan claro, que me pareció egoísta y cruel por mi parte que siguiéramos una relación que tenía fecha de caducidad. 
No me quedó otra y le expliqué mi postura, no iba a ser madre ni con él ni con nadie. Lo quería tanto que lo mejor era dejarlo ir. 
Y rompí la relación con mi pareja. Fue un acto de amor por mi parte pensando en el futuro de Sergio, pero resultó tan doloroso...., y  aunque yo deseaba seguir teniéndolo como amigo me lo negó. No me quedó más remedio que aceptarlo, yo había tomado mi decisión y él, dolido, la suya.
Me sentí mal, como si hubiera hecho algo horroroso a una de las personas más importantes de mi vida; gracias a Lucía, que racionalizó y me hizo ver que yo no había obligado a Sergio a estar conmigo todos aquellos años, no lo había engañado, él conocía desde hacía tiempo mi nulo sentimiento maternal.
Había que pasar página y seguir viviendo.
A veces Lucía y Manu se permitían alguna escapada y yo aceptaba quedarme de canguro con la niña, no me suponía ningún problema, al contrario, lo disfrutaba, pero hasta ahí. 
Sergio siguió manteniendo el contacto con Lucía y Manu, aunque mis amigos se cuidaban de que no coincidiéramos para evitar malos rollos. Así supe, al año y medio, que Sergio estaba saliendo con una compañera del trabajo y que ella estaba embarazada.
Me alegré por Sergio, aunque el corazón se me estrujara un poquito. Un sentimiento agridulce me decía que si yo hubiera querido, sería a mí a quien él acompañaría a comprar una cuna.
Para no entrar en bucle con pensamientos que no me llevarían a nada bueno, intenté resetearme, salir, conocer gente, permitirme viajes cortos cuando podía teletrabajar. 
Conocí a algunos chicos, aunque no llegué a nada serio con ninguno. Sin llegar a ser promiscua, tampoco era una monja y me permití disfrutar del sexo cuando se daban las circunstancias oportunas.
Conseguí otros trabajos que podía llevar a cabo por las tardes, sin que me restaran mucho tiempo y bien remunerados. Podía reunir bastante y seguir con mis escapadas.
Tenía presente el esfuerzo hecho por mi madre para que yo estudiara la carrera y tuviera una vida mejor.
Tenía que vivir y disfrutar, se lo debía.

Continuará. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario