jueves, 10 de septiembre de 2020

Tiempos revueltos. Capítulo VII.

-Venda Amada, ya me encuentro mejor, prepara para grabar.
-¿No prefieres dejarlo para mañana?
-No, sé la prisa que tienes por entregar el trabajo. Continúo donde nos habíamos quedado.
Don Rafael y doña Rosario me pidieron que siguiera yendo  la semana que faltaba para que llegara el nuevo, que aunque la casa estaba bien al saber de lo maniático que era el tal José Luis, vendría bien que lavara cortinas, me ocupara del pequeño jardín y esas cosas.
No sé como pero el rumor de que el nuevo profesor era afeminado fue creciendo, era la novedad y lo comentaban bajito, que por menos metían a la gente en la cárcel.
Carmelo iba de mal en peor, ya abiertamente me echaba en cara  que no le diera hijos y la bebida sacaba lo peor de él; me costaba reconocer al hombre con el que me había casado.
Cuando supo que tendría un nuevo jefe, me pidió que dejara de ir a la casa del maestro, qué estaría feo  trabajar en una casa donde vivía un hombre solo y encima soltero.
Yo le dije que era mariquita y que ya todo el pueblo lo sabía, que por esa parte no iba a dar motivos para que la gente hablase y que recordara que el trato que habíamos hecho era que yo dejaría de trabajar cuando fuera madre.
Me gritó: ¿trato? ¡mira el trato qué te vas a llevar!
Y me cayó la primera bofetada.
-¡Abuela!, no quiero que sufras recordando esa experiencia , por mí si quieres saltarte esa parte...
-No mijita, aparte del trabajo las dos sabemos que estás buscando respuestas, te las debo. Y por mí no te preocupes, creo que ponerle voz a esa parte del pasado, me servirá para despedirme de ese dolor viejo que bastante he guardado. Llegó el momento de soltar amarras.
-Será como tú quieras, pero... ¿no te parece qué si nos sentamos debajo de tu árbol amigo el trago será menos amargo?
-Razón tienes, cogemos un abrigo por si acaso y salimos. ¡Qué lista es mi niña!
Ya sentadas  bajo el viejo pino, Dolores arranca su relato con una voz que parece salirle de las entrañas.
-Cuando recibí esa bofetada, temblé por dentro, no por el golpe en sí, sino por algo interior que se hizo añicos y que nunca volvería a recomponerse. Como cuando se te rompe un jarrón, lo podrás pegar, pero cada vez que lo veas recordarás que por algún motivo se rompió y te producirá tristeza.
Por eso niña cuando algo se te rompa, tíralo, no vale la pena conservar lo que nos produce dolor.
-Interesante reflexión. ¿Quieres parar y seguimos mañana?
-No no, estoy bien, continúo.
Carmelo tras la agresión se quedó lívido, arrodillado me pidió que lo perdonara, que no sabía qué le había pasado, me juró que nunca más me daría un bofetón...Que  siguiera con mi trabajo hasta que fuéramos padres... prometió cambiar.
Yo necesitaba creerlo y perdoné, pero ya no fue lo mismo.
Estuvo unos días cariñoso hasta que en una discusión tonta, cumpliendo su promesa de no volver a darme una bofetada pasó al primer puñetazo.
Me golpeó en el estómago como recordándome que no servía  como mujer. Yo caí doblada de dolor y él salió dando un portazo que hizo temblar el miedo que me envolvía.
-¿Y con lo qué tú eres no te rebelaste?
-Al principio estaba como anestesiada por la situación, era muy habitual en otras casas y todo el mundo miraba para otra parte. A los hombres les parecía hasta normal y algunas mujeres vivíamos un calvario que nos anulaba como personas.
Por desgracia sigue existiendo ese mal, aunque por fortuna se protege más a la mujer y se les pide que denuncien. Pero muchas siguen muriendo a manos de malnacidos con los que tuvieron la desgracia de cruzar sus vidas.
-Fíjate abuela, en las prácticas que hago como trabajadora social escucho a mujeres maltratadas que cuentan lo mismo. Son víctimas de ese maltrato y cuando el abusador pide perdón vuelven a enredarse  en esa especie de tela de araña. Hay que ayudarlas a romper con esa dinámica.
-Mira Amada, vamos mejorando, pero siguen existiendo los mismos problemas de toda la vida. El maltrato, la envidia, las guerras, el pisotear a los pobres.... Como con los piojos,  muchos adelantos pero todos los años vuelven.
 Es como un círculo, como si el ser humano no quisiera aprender de sus errores. Hay que seguir luchando, no dejes nunca pero nunca que te pisoteen.
¡Hala! ya me volví a enredar con mis pensamientos, sigo.
Yo me sentía sola, no tenía una madre, una hermana o amiga con quien compartir mis penas. El animal de Carmelo cada vez qué me ponía la mano encima me hacía más pequeñita, no era yo.
Andaban así las cosas cuando un día me encontraba en casa del maestro regando el jardincito. Estaba previsto que el nuevo inquilino llegara el día siguiente y quería que  lo encontrara todo perfecto, cuando sin esperarlo una sombra delatora me hizo girar y  allí estaba José Luis; no sé qué me pasó, pero pensé que ese hombre podría oír los latidos de mi corazón que latía rabioso.
Era más joven de lo que me imaginaba, vestía con colores oscuros resaltando su piel pálida. Unos ojos que no eran ni claros ni oscuros, me recorrieron sin prisas de arriba abajo.
Venga Amada, siempre te has preguntado a quién salías con esa piel tan clara y los ojos pardos. Sé que querías llegar a este punto para oírme decir lo que seguramente ya sabes.
-Sigue abuela, cada cosa en su momento.
-¡Jesús! Pensaba que me ibas a acribillar a preguntas, pero si las quieres dejar para después por mí vale, continúo.
José Luis supuso quien era yo y se presentó, pasamos a la casa y me dijo que iba a ser claro conmigo.
Para empezar  que nada de llamarlo don José Luis, con su nombre bastaba. Me explicó que era un hombre metódico y con unas costumbres que no pensaba cambiar, su casa la limpiaría él y sin su permiso prohibido tocar sus cosas.
¿Y entonces si no me necesita me despedirá? le pregunté temerosa y me respondió que le había prometido a don Rafael que conservaría mi empleo y que en la casa habían otras cosas aparte de limpiar. Yo me encargaría de dejarme ver tendiendo en el jardín, atendería las plantas.... quería evitar comentarios maliciosos si se sabía que un hombre por iniciativa propia decidía atender su casa; eso le podría ocasionar problemas y se jugaba el empleo. Su fama de afeminado  le precedía y no era conveniente echar más leña al fuego.
Yo estaba con la boca abierta, pues si qué era rarito el nuevo maestro, pero continuar trabajando me alejaría por unas horas del infierno de mi casa y solo por eso valía la pena. También me dijo que si me ceñía a sus indicaciones con sus hábitos alimenticios podría cocinarle, no comía nada de carne, el pescado apenas lo probaba y las verduras y las legumbres eran la base de su alimentación.
Le indiqué que las tareas que esperaba de mí no ocuparían las horas que tenía estipulada  y respondió: "me ha dicho Rafael que te gusta leer, pues el tiempo que te sobre en esta casa lee lo que te dé la gana, eso sí, el libro lo quiero luego en el mismo sitio. También me ha informado de que eres una persona discreta y confío en su criterio, si aceptas mis normas por mí no hay problema en que sigas viniendo".
Ya era la hora en qué debía volver a mi casa y quedamos para el día siguiente, iría temprano para hacerle la compra e iríamos viendo como me organizaba.
Salí de aquella casa perpleja, pensando que el nuevo era más rarito de lo que me imaginaba, también pensé que por la forma de mirarme cuando me vio la primera vez, aquel hombre no era mariquita y el sentirme mujer después de tanto tiempo, me hizo ver qué ya era hora de volver a ser yo y buscar la forma de deshacerme de Carmelo.
-Abuela, por hoy ya te has desnudado bastante, creo que como no falta mucho para terminar tu historia me voy a quedar contigo en tu casa y aprovechamos más ratitos hasta que termines.
-Por mí encantada de tenerte conmigo, pero niña, me tienes en un sinvivir, ¿ya te he confirmado quién es tu abuelo y no me dices naíta?
-Si, qué antes de subir a casa te invito a  chocolate con churros, con el fresquito nos va a saber.
-Qué rico, pero chica, mira qué no aprovechar para preguntar... mira qué eres rarita.
-¿A quién habré salido?
-Jajajaja, chiquilla del demonio, ahí me has dado bien, venga anda, vamos a la cafetería.





2 comentarios:

  1. Me encanta!!! Me tiene totalmente atrapada la historia, deseando el siguiente capítulo.

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  2. Gracias!!!! En unos días seguirá Dolores contándonos su historia.
    Besos Astrid.

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