Hasta hace 2 semanas yo era un niño de 12 años con una vida normal.
Ahora estoy recién operado de una pierna y obligado a llevar esta especie de diario, pero mejor será que empiece por el principio.
Imagínate, verano, como no tenemos clases quedé con varios amigos para jugar un torneo de Fortnite en el ordenador. Yo soy un hacha y no quería dejar escapar la ocasión de ser el primero. No me importó pasar toda la noche jugando y lo conseguí, gané. Pero a mis padres que lo descubrieron, no les pareció normal y me castigaron sin ordenador.
No podían imponerme peor castigo. Los padres a las buenas son geniales, pero a las malas les sale el sádico que llevan dentro.
Mi padre me dijo que me voy a quedar tonto con tanta pantalla, que así no socializo con otros niños y todas las cosas que saben decir los padres en estas situaciones.
Lo gracioso es que mi padre trabaja en casa porque es informático, lleva cuentas de nosequé a varias empresas y pasa horas ante el ordenador, pero me dice que es distinto, que es trabajo y ojalá pudiera durante unos días desconectarse....
El caso es que me obligó, si, me obligó, a salir al jardín de nuestra casa a que me diera el sol y me dijo que me subiera a un árbol para que supiera lo que debe hacer un niño de verdad, como si yo fuera de mentira.
Con tal de no oírlo le hice caso, sin ganas, pero me subí al árbol. No me esperaba encontrar a Maléfico allí y me llevé tal susto que me caí del jodío árbol.
Terminamos en el hospital.
Por cierto, Maléfico es el gato del vecino, siempre anda de su jardín al mío, con todo su morro.
Me tiene manía porque hace unos años, siendo yo pequeño, le di sin querer con el tirachinas (ya sé que resulta sospechoso decir que fue sin querer, pero por pura potra le di con una piedra) y desde entonces me mira mal. Se ve que Maléfico es rencoroso.
Ya sé que no es creíble, pero cuando me caí lo oí reírse. Lo juro por mi vida.
En el hospital estuve unos pocos días (se hicieron eternos) porque me tuvieron que operar de una pierna y ahora debo estar sin apoyarla un mes.
En los días que pasé en el hospital, pude darme cuenta de que mis padres me siguen queriendo, a veces tenía mis dudas, como soy el bueno y no les doy problemas....No como mi hermana María, que tiene 15 años y parece una bomba de relojería a punto de explotar. Luego están Ari y Marcos, los gemelos, tienen 9 años y viven dentro de su propio mundo. Se pueden hasta morder entre ellos, pero como alguien externo a su dualidad se meta con alguno, el otro lo defiende feroz.
No los entiendo, en realidad no entiendo a nadie de mi familia.
Cuando por fin en casa y poniendo ojos de cordero degollado le pedí a mi padre que me dejara usar el ordenador, me contestó que habría que negociarlo.
Al principio me dijo que durante las mañanas leyera algún libro y luego le hiciera un resumen, que ya vería cuanto tiempo me ganaba de ordenador.
Le dije que lo haría. Con el móvil busqué en google el resumen del libro y simulé pasar la mañana con un libro delante de las narices, mientras dejaba vagar mi mente pensando en mil maneras de fastidiar a Maléfico, pero se dio cuenta. Y tuve que sacar la artillería pesada, llorar y llorar, nunca falla. Mi padre estaba enfadado por el intento de engaño, pero mi madre que es más blanda, me dijo que lo hablarían y ya al día siguiente me darían el veredicto.
Cuando con la silla de ruedas me di la vuelta los oí reírse, ¿existe algún niño qué pueda entender a sus padres?
Al día siguiente mi padre entró en mi habitación con un paquete de folios y varios bolígrafos:
-Hacemos un trato, escribes y dependiendo del número de hojas que llenes, te dejamos coger el ordenador un tiempo pactado, entre más escribas, más tiempo.
-¿Y qué quieres qué escriba?
-Lo que sea, si te parece una especie de diario sobre tu vida, tus amigos, el insti....ya se te ocurrirá algo, pero no intentes engañarnos si quieres volver a coger el ordenador.
-¡Si hombre! Voy a escribir mi diario en folios para que tú los leas, no es justo.
-Ya estamos con la justicia. Te prometo que no le leeré, simplemente le echaré un vistazo rápido por encima para ver que no escribes cuatrocientas mil veces "me aburro".
-Si no queda más remedio....
Y ahí empezó el camino que me hizo terminar en el psicólogo.
Pero mejor será ir por partes.
A mí la idea de escribir me apetecía tanto como bañarme con pirañas, pero el mono de ordenador me estaba fastidiando y no me quedó otra.
Decidido cogí el primer folio y me salió un precioso avión de papel, pero eso no contentaría a mi padre, tenía que ponerme en serio, pero no se me ocurría nada. Miré el ordenador apagado y me dio tanta penita de verlo así, que empecé a escribir.
Empecé una especie de diario, poniendo la fecha, el sitio donde vivo... mi nombre (creo que no lo he dicho, me llamo Andrés) y hasta la hora, eran palabras no?
Pensé en describir mi habitación con todo lujo de detalles para ir llenando folios, hasta el número de calcetines sucios del suelo puse. Pues si que tengo calcetines. Al final va a ser verdad que mi habitación huele a tigre, como dice mi hermana María.
¿Cómo sabrá ella cómo huelen los tigres?
Fui juntando palabras hasta tener 4 folios, mi padre cumpliendo su promesa no los leyó bien, si no que en voz alta decía algunas palabras que cogía salteadas.
Fue gracioso oírlo, parecía que estaba loco. Sonaba algo así como Maléfico, ordenador, quierosalir, pizza, mecagoentó, pene, calcetín, peste....
-¿Qué? Seguro que te gustó y todo, quien sabe, igual de aquí sale un escritor, dijo mi padre.
Yo le mentí diciendo que había estado bien, igual así me ganaba algún minutillo más con el ordenador.
Y se estableció esa rutina, por la mañana escribía y por las tardes me dejaban jugar online con mis amigos.
Yo confiaba en mi padre y dejaba los folios escritos en un cajón de mi escritorio, no a la vista pero tampoco escondidos.
Una mañana, estando sin saber porqué tristón, describí a Nerea, una niña que siempre me ha gustado.
Al día siguiente mi hermana María empezó a fastidiarme, diciendo delante de todos que Andrés, o sea yo, está enamorado y escribiendo Nerea en servilletas de papel que luego lanzaba al aire. Mi hermana mayor no está bien de la cabeza.
Quizás todos en mi casa leían mis escritos y se reían de mí. Me entró la paranoia, ¿y si fuera todo un plan para ser el objeto de burla? Uf, qué enfadado estaba, los odiaba a todos, aunque cabía la posibilidad de que solo la enterada de María hubiera leído mi especie de diario.
Tendría que vengarme. De todos, por si acaso.
Así que ideé hacer un doble diario.
Uno que dejaría en el mismo sitio para que lo leyeran y otro que escondería bien, para ir contando el resultado de mi plan y echárselos en cara cuando llegara el momento.
Al final esto de escribir iba a resultar interesante y todo..
Nota: acordarme de buscar en google como hacer derrapes con la silla de ruedas.
Continuará.
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