No sé que pasa pero están en casa muy raritos, me tratan como si estuvieran pisando huevos; hasta mis padres me han preguntado si estoy bien, si necesito desahogarme y me da la impresión de que me miran de otra forma. Ayer oí a mi padre desde el jardín preguntarle al vecino por el gato, le responde que está estupendamente. Raro, raro, raro.
Hoy me han dicho mis padres que esta tarde vamos a ir al médico, les digo que todavía no me toca revisión con el traumatólogo, pero contestan que ya me dirán de que se trata. No entiendo nada. Como se quedarán en casa mis hermanos, preparo la mochila con mi móvil, mis cosas y aprovecho para disimuladamente meter el diario de verdad, no sea que les dé por cotillear lo que he escrito, no me fío.
Ya en el coche mis padres me informan de que vamos al psicólogo, que no me asuste, que solo es por hablar, que después del accidente puede pasar que me deprima y necesite ayuda. Les grito que no me hace falta, pero ni caso.
Llegamos y entran primero mis padres, yo espero acojonado imaginándome al psicólogo como un hombre viejo y con cara de mala leche. Cuando ellos salen me toca entrar a mí, estoy temblando y para mi sorpresa el psicólogo es psicóloga, joven y muy guapa. Aprovecho para mirar por encima el despacho a ver si es como en las películas, pero no. La decoración es agradable y me llama la atención la gran caja de klínex que está encima de la mesa.
Ella se presenta y me dice que estoy ahí porque mi hermana María ha leído mi diario y preocupada se lo enseñó a mis padres. Que en la preadolescencia a veces aparecen rasgos psicopáticos y uno de los síntomas es querer hacer daño a los animales.
Puto gato! Así qué era eso.... y era María la que me espiaba.
Me explica que entiende que esté enfadado con María, pero que no debo olvidar que lo ha contado porque yo le importo y está muy alarmada por mis pensamientos negativos al igual que mis padres.
Yo lloro como una niño pequeño, con hipidos y mocos, ahora entiendo lo de la enorme caja de klínex; también me estoy orinando, pero soy incapaz de hablar. Saco de la mochila el diario de verdad y consigo decirle que necesito urgente un baño. Se lo pide a mi padre que me traslada en la silla de ruedas y cuando vuelvo la psicóloga está leyendo mi diario, se ha puesto gafas y la encuentro aún más guapa. Miro su cara buscando alguna reacción, pero lo único que me parece es que se está aguantando la risa.
Cuando termina de leer, me dice que comprende que yo estuviera enfadado ante la sospecha de que alguien estuviera leyendo sin permiso mis cosas, pero que mi fallo era que no me había puesto en la piel de los demás y habían sufrido creyendo las trolas que me inventaba.
El "castigo" que me impuso, fue que le leyera a mi familia el diario verdadero para que pudieran comprender el porqué del diario falso. También me animó a seguir escribiendo, me dijo que lo hacía muy bien y que si me gustaba por ahí podría ir mi futuro. ¡Guau, yo escritor cuando sea grande! No me disgusta la idea. ¿Se ganará mucho dinero?
Me pregunta si tengo alguna duda. Le digo que me gustaría saber si los psicólogos pueden saber lo que piensa un gato y si hay gatos locos. Contesta que es una pregunta complicada, pero que ella tiene un gato y de alguna manera se entienden.
Me despidió con dos besos y la verdad que al final ni tan mal.
Ya en casa no me quedó otra que leerle a mi familia el diario verdadero, se reían y lloraban al mismo tiempo. Me llevé algunas collejas de mis hermanos, pero noté que de buen rollo.
Al día siguiente mi padre salió y volvió con dos paquetes para mí. Uno pesaba, al abrirlo encontré una pequeña caja de seguridad, con su llave. Mi padre me dijo que era para que escribiera lo que quisiera y lo guardara bien. Mola, pensé.
La otra caja se movía, la abrí con cierto miedo y dentro había una cría de gato, negro, una bola peludita. Me acordé del puto gato y no me atreví a sacarlo, hasta que mis hermanos se tiraron sobre la caja tocándolo y diciendo cursiladas como: qué mono, parece un peluche, yo lo quiero....y no sé que me dio que lo saqué con cuidado y les dije: ¡¡¡¡¡ES MÍO!!!!!!!!!
Le saco fotos y se las paso a Damián y a Bruno, les encanta y quedamos en que vienen ya para conocerlo. Tengo que ir pensando en un nombre que mole. Sin prisas que es importante y quizá le marque el carácter.
El gato y yo nos miramos, maúlla bajito y ya está, tengo un nuevo amigo.
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