miércoles, 4 de noviembre de 2020

Reflexiones desde una silla de ruedas.

         El pasado 1 de octubre empecé el mes con mala pata, literalmente. Debido a una imprudencia que no voy a contar (ya he tenido bastante de: estás loca, a ti solo se te ocurre, para  haberte matado....) sufrí una caída y se me rompió un hueso del pie, el quinto metartasiano del pie izquierdo, para ser más exactos. Y si, las personas que me han dicho lo que está entre paréntesis tienen razón. Lección aprendida

Como sea que durante largasssss semanasssss debo desplazarme con silla de ruedas, veo las cosas desde otra altura y no me resisto a plasmarla con palabras.

Por ejemplo, mi marido y mi hijo, afortunadamente en posición vertical, no ven las manchas que caen ahora a la altura de mis ojos, me he convertido en un detector de manchas de baja altura. 

Recuerdo que cuando mi hijo era pequeño y no llegaba a todos los sitios, se valía de artimañas que ahora me sirven a mí, así para acceder a  la parte alta de la despensa a la que ahora no llego, abro la parte inferior, tiro del canto de la puerta de arriba y con algún trabajo la puedo abrir. Ja, a grandes males grandes remedios.

Vivimos en un dúplex y las escaleras en mis circunstancias se convierten en el gran enemigo, así que paso todo el día en la planta baja.

He colonizado el sofá, ahora es mi despacho, por la altura es perfecto para poner el teléfono, el libro electrónico, el mando de la tele, el ratón, el teclado.... y me voy apañando.

Otro tema es cuando salgo a la calle, dependiendo por completo de mi marido y de mi hijo (y de la silla de ruedas claro). Como buena acuario defensora a ultranza de mi independencia, me dejo de horóscopos y me "lo como con papas", no queda otra. Aquí debo reconocer que soy afortunada, seguro que más de una persona se encontrará en mi misma situación y sola. No lo quiero ni pensar. Gracias Wiso, gracias Damián. Me tratan como a una reina, aunque la verdad, me gustaría ser una cenicienta bípeda.

Cuando vamos al supermercado (no me resigno a quedarme en casa) lo hacemos todos, como la familia Trapisonda. Mi marido en el súper campa feliz y solito durante algunos minutos con su carro de la compra y mi hijo empuja mi silla de ruedas mientras yo cabezota, me empeño en llevar una cesta. La cesta a medida que se va llenando, se convierte en un estorbo en mis circunstancias y sin querer la voy chocando contra todas las estanterías. Esto pone de los nervios a mi hijo (qué poca paciencia tiene la juventud 😉) ¿Porqué nos mirará la gente? jajajajajaja.

Otra cosa que noto desde mi posición, es que estoy más cerca de las neveras y me congelo. También que a la altura de mis ojos lo  que veo son golosinas y chocolate. Por su estatura  son l@s niñ@s quienes verán ante esas tentaciones. Lo tienen todo estudiado y aunque lo comprendo me da rabia, algo influirá que en vista de que debo estar con "el culo echado" largo tiempo, existe el peligro de que mi "ligero sobrepeso" pase a ser algo más que "ligero" y he desterrado de momento del chocolate y demás familia 😢. Y hablando de niñ@s, cuando me los encuentro en la calle y me ven a su altura, son más dados a hablar, como si nos conociéramos de toda la vida. El otro día en el súper tuve una amena conversación con una niña sobre mascarillas con dibujitos de coches. Se entretuvo informándome de que su amiga "nomeacuerdodelnombrequemedijo" las lleva igual. 

Llega la hora de pasar la compra y la cajera amablemente me dice que me dirija a la caja preferente, que es para minusválidos. Oye, se me clava la palabra en el alma. Pero lo mío es temporal y pienso en la cantidad de personas que viven ancladas de por vida a una silla de ruedas. Y como si me hubieran dado una bofetada se me quita la tontería.

Cuando salimos de paseo, la jodía silla de ruedas se convierte en un incordio, pero en general cuando entramos en algún sitio a tomar algo, la gente es amable y me ofrecen un sitio donde quepa con mi medio de transporte actual, o se levantan para que pueda pasar sin yo pedirlo. Aunque esperamos a que nos toque y no nos aprovechamos de la situación, se agradece ver la buena voluntad de la gente.

Hablando de la gente, otra cosa de la que me he podido percatar cuando salgo, es que existen dos tipos de reacciones en las personas conocidas al verme en la silla de ruedas.

Están l@s que preguntan CHACHA QUE TE PASOOOOOO, asombrad@s como si llevara la cabeza debajo del brazo y los otros, los prudentes o temerosos, que miran para otro lado y no te preguntan nada. Es raro, quizás teman una respuesta catastrófica, por ejemplo, que me amputaron el pie o algo así. No sé, la verdad, es extraña la naturaleza humana. Yo sin duda soy de las que preguntarían. 

Una expresión que entiendo ahora es "tengo el culo cuadrado", el mío debe estar deseando que me recupere pronto.

Y me despido pidiéndoles que lancen al cosmos buenas vibraciones que le lleguen a mi quinto metartasiano para que se pegue pronto y bien.✌

Ps.: Es cierto que cuando tienes algo "chungo" todos los golpes le van a él. 

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