Mi whatsapp se volvió más activo que un terremoto en erupción, por supuesto por el grupo de las tejedoras cojonudas. Cojonudas no sé, pero por lo que pude deducir por sus mensajes estaban como cabras. ¿No tenían otra cosa qué hacer más que estar mandando fotos y comentarios cada dos por tres?
Aparte de las fotos de sus logros tejeriles se contaban lo que habían estado haciendo en su tiempo de ocio y no se cortaban a la hora de poner fotos comprometedoras. ¿Se habían olvidado de qué yo estaba en el grupo o les daba igual?
Esther comentó que estaba con una terrible resaca y las demás le rieron la gracia. Por favor, ¡si estaba embarazadísima! ¿Ninguna tenía un mínimo de sentido común? La verdad es que realmente no conocía a las chicas, pero sí a Carmensa y aunque con sus peculiaridades, siempre había sido una mujer sensata.
Para que Domingo no me volviera loco con sus preguntas, lo dejé que leyera el contenido del grupo y se lo pasaba pipa. Quería apuntarse a las clases de ganchillo viendo lo fiesteras que eran las integrantes y también según me confesó, para quitarse la espina del bofetón que le dio su padre en su día. Su venganza secreta era poder hacer una bufanda y regalársela. A veces me cuesta entender la naturaleza humana.
Además, le había llamado la atención una foto de Lola, le dije que iba en silla de ruedas, pero parecía prendado de aquella mujer con el pelo teñido de lila. ¿A quién se le ocurre ponerse ese color en la cabeza?
Por mi parte, estaba deseando que llegara el jueves por la tarde para cumplir la promesa que le hice a mi madre y no volver a aparecer por el taller; también para quitarme del grupo y como no, para que Domingo me dejara tranquilo. Entre todos me estaban desquiciando, aunque tuve que reconocer que con tanta agitadera mental llevaba un par de días sin pensar en lo bien que estaría muerto.
Llegó la temida tarde del jueves y me presenté en el local con mi aguja y mi lana, esperando que las horas pasaran rápido y poder dar por finalizada aquella locura de mi madre.
Al entrar tuve que restregarme los ojos pensando que estaba viendo mal.
Estaba Carmensa con sus chicas, pero ninguna de ellas era como recordaba de la vez anterior.
Esther la embarazada no tenía "barriga", Lola se levantó de la silla de ruedas caminando perfectamente y Laura lucía una piel libre de cualquier tatuaje o piercing.
Ellas me miraban como si fuera yo el raro, hasta que Carmensa me dijo muy tranquila:
-Sergio mi niño, entiendo que estés sorprendido, pero vamos primero a la clase práctica de ganchillo y luego te explicamos, que si no, nos ponemos a hablar y no avanzamos con el tejido.
Además, tenemos que celebrar el premio de la bonoloto.
Yo estaba pasmado, sin poder reaccionar, así que obediente y siguiendo las instrucciones de Carmensa aprendí a hacer el punto bajo, mientras mi cabeza no paraba de dar vueltas con preguntas sin respuestas.
¿Qué significaba aquella locura? ¿Acaso se habían estado riendo de mí desde el primer día? ¿Me tomaban por tonto?
Conociendo a Carmensa me extrañaba, era una especie de tía postiza y nos teníamos verdadero cariño, pero aquel sinsentido no me hizo ni pizca de gracia y la incluí en el mismo saco que a aquellas locas.
Lo único que saqué en claro era que no estaba anímicamente predispuesto a aquella charada, significara lo que significara.
Y por supuesto que las iba a mandar a la mierda más pronto que tarde.
Estoico aguanté el tiempo del tejido y cuando se levantaron para preparar la mesa para lo que ellas llamaban celebración, aporté las botellas de vino que me había tocado llevar y me despedí con un "hasta nunca piradas" y como me sigan molestando por whatsapp les meto una denuncia por acoso, no olviden que soy policía y la denuncia prosperaría.
Todas empezaron a hablar al mismo tiempo, pero las ignoré despidiéndome con un portazo que se tuvo que oír en todo el barrio.
Estaba muy cabreado pensando que aquellas locas se habían estado riendo de mí, apagué el móvil y no volví a mi casa, no quería pagar con mi madre mi enfado. Como estaba cerca de un parque allí me dirigí y busqué el banco más alejado para tranquilizarme.
Casi sin darme cuenta saqué la bolsa y me puse a tejer, quitando el mal rato que había pasado en el taller, tenía que reconocer que me había gustado aprender a hacer el punto bajo. Me relajaba ver como las filas tejidas iban creciendo ajenas a mi estado de ánimo. Tenía algo de hipnótico y conseguí no pensar en nada, solo ver como iba creciendo aquella tira como por arte de magia.
Cada fila tejida era como un mantra que me alejaba del cabreo que me acompañaba.
Sin darme cuenta se había acercado una chica y me miraba con extrañeza, hasta que se atrevió a hablarme.
-Perdona que te moleste, pero me encanta ver tejiendo a un hombre, me alegra que sigamos eliminando barreras sexistas.
-Bueno, estoy aprendiendo, le dije algo cortado.
-Pues tienes maña, se te da bien. A mí me relaja sentarme en el parque y tejer, si se te apetece algún día podemos hacerlo juntos.
Sacó una libretita de su bolso y me apuntó su teléfono.
La verdad que la muchacha me gustó.
Yo que estaba "fuera del mercado" por mis circunstancias, tomé el papel y lo guardé en algún bolsillo y me despedí.
¡Vaya! Si resulta que a las mujeres les gusta ver tejiendo a los hombre, interesante.
Pensé que cuando se lo contara a Domingo, que era un picaflor, buscaría la forma de aprender y exhibirse públicamente entre las féminas.
Mientras conducía hacia mi casa unos sentimientos contradictorios me confundieron, por una parte me sentía mal, como si le estuviera siendo infiel a mi mujer fallecida.
Y por otra parte, me dije que su ausencia iba a estar siempre ahí, pero que no iba a hacerla volver el hecho de que yo me negara a la vida. Además, estaba seguro de que si ella me pudiera decir algo, sería que continuara con mi vida.
Continuará.
Hola hermana¡ Vaya con las "tejedoras cojonudas", son un saco de sorpresas. El prota le ha cogido el gusto al ganchillo y su compañero Domingo, vaya personaje, que está hecho un picaflor. A ver qué se les ocurre ahora a las damas. Bueno hermana, recibe un fuerte abrazo y muchos besitos.
ResponderEliminarSi, parece que las chicas nos van a sorprender, a saber con qué nos encontramos en el siguiente capítulo.
ResponderEliminarRecibidos el abrazo y los besos, por supuesto te envío los míos.
Esta historia pinta bien, uhmmmm huele a romance... Besotes amiga
ResponderEliminarAstrid estás con ganas de romance? Lo tendré en cuenta amiga, besos.
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