Nota: Como tantas otras personas, estos días observo las imágenes producidas por la erupción de La Palma con sentimientos encontrados.
Por una parte el fuego vivo que hipnotiza las pupilas. Vivo, desafiante, dueño de su propio destino y que me hace imaginar historias que quieren ser contadas.
Y como no, la parte humana con sus pérdidas que me encoge el corazón y me hace tener presente el desafío al que tantas personas se han de enfrentar por la fuerza de la Naturaleza, obligadas a empezar de cero.
Esta nueva historia de ficción me pide ser habitada por el fuego, por la idiosincrasia propia de estas islas volcánicas, esperando que en ningún momento se pierda de vista que siento profundamente la situación que están viviendo mis vecinos palmeros.
Todo mi respeto para ellos.
Lava y nieves. Capítulo I.
Esta historia comenzó décadas atrás, el día que María y Manuel se unieron en matrimonio.
Andaba la pareja desnortada, creyendo que serían los nervios propios por la boda, aunque el comportamiento extraño de los animales los inquietaba aún más.
Algo extraño flotaba en el aire.
La noche de bodas, cuando el matrimonio se acostó por primera vez en la misma cama, tembló la tierra, la casa, las ventanas.... Un terremoto, dijeron y aterrados se abrazaron.
Pensando que quizás no hubiera un mañana trenzaron sus cuerpos por primera vez, descubriéndose, entregados el uno al otro ajenos al rugido rabioso de la tierra.
Con sus pieles entregadas no fueron conscientes de que el golpeteo rítmico contra el cabecero de la cama lo producían ellos mismos y no el terremoto que los había atemorizado.
Paró la actividad sísmica y la de los amantes, que abrazados se sumían en un duermevela sereno, cuando un bramido diferente, seguido de los gritos de los vecinos, los hizo salir apresurados por ver que sucedía.
La gente nerviosa señalaba la montaña; a los lejos brillaba un río rojo. Rojo como la mancha que dejó minutos antes María en la sábana blanca.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la recién casada, que supo sin saber por qué lo sabía, que había quedado embarazada.
El volcán siguió vomitando lava durante semanas. Por suerte la cicatriz que abrió con su flujo incandescente transitó por una ladera de la montaña que no estaba habitada, fundiéndose al fin con el salitre.
Estaban inquietos los isleños, temerosos de que una nueva erupción se cruzara directamente con sus vidas, pero mientras, en su entorno rural había que seguir alimentado al ganado, atendiendo las tierras, tenían que seguir siendo.
A las pocas semanas María le dijo a Manuel lo que supo la misma noche de bodas, que había quedado embarazada y aunque los dos se alegraron, la coincidencia de la erupción con la gestación preocupaba a María, temiendo que la criatura que le latía dentro viniera señalada por el espíritu del fuego.
Continuará.
Me gusta la historia, a ver qué pasa....😘😘😘
ResponderEliminarEsta historia es especial para mí, no sé porqué. De hecho el final está en mi cabeza, todavía no lo he escrito porque me da pena terminarla.
EliminarOjalá la disfrutes tanto como yo.
Un abrazo amiga.
Esperando ansiosa el próximo capítulo 😘
ResponderEliminarNo te preocupes que hay historia para rato, jjjj.
ResponderEliminarUn abrazo querida.