jueves, 27 de enero de 2022

Nieves y Lava. Segunda parte, capítulo I.

 Tras el mudo abrazo de las hermanas, sus gargantas se abrieron brotando una hemorragia imparable de palabras.
Hablaron  al mismo tiempo y sin poder parar las cosas que durante años no se dijeron. Se amontonaban saliendo a borbotones palabras y más palabras.
La familia testigo del hecho con alegría y sorpresa, se preguntaba como conseguían comunicarse en aquel guirigay incesante. Pero ellas se entendían.
María tomó el timón, en un abrir y cerrar de ojos la vida de su familia había cambiado y comprendiendo que todos estaban en shock, preparó la cena y dijo que debían descansar, ya habría tiempo al día siguiente para evaluar daños y buscar soluciones. Repartió sábanas y mantas, improvisando sobre la marcha para acomodar a las hijas, los nietos y los yernos. Pero Nieves y Lava se quedaron en el salón para no molestar, todavía no habían parado de hablar y parecía que les quedaba mucho por decir.
Estuvieron horas y horas compartiendo sus confidencias, importantes, nimias.... todo lo que se habían guardado lo expulsaban sus cuerdas vocales sin tregua alguna.
- ¿Te leíste tal libro?, la tiene grande, te eché de menos todos los días, a los 5 meses le salió el primer diente, qué guapa estabas embarazada, gracias que a Damián le gusta más cocinar que a mí, ¿sigues usando el mismo champú?, el concierto aquel fue maravilloso,  te pensé siempre, las cortinas de algodón se encogieron.......
Así siguieron toda la noche parando apenas para beber agua y calmar el sobreesfuerzo de sus gargantas.
Por la mañana seguían con la charla incansable, que no dejaba a los demás centrarse en los muchos e importantes asuntos que debían tratar.
Por ello tuvieron que sentar a Lava y a Nieves lejos la una de la otra para poder deliberar.
No atinaron ni a imaginar que así sería siempre. Las hermanas no podían evitar enredarse en chácharas inagotables cuando estaban juntas. Solo separadas algunos metros conseguían parar.
Empezaban todos a ver el alcance real de lo sucedido, las casas que María y Manuel habían regalado a sus hijas, el hogar donde formaron sus propias familias, habían desaparecido. El caso de Nieves y Damián era más grave, pues la tienda de instrumentos musicales y el local donde daban sus clases de música también habían sido comidos por el terremoto.
Ya se informarían de las coberturas de sus respectivos seguros, pero lo primero era tener un techo donde alojarse y ya lo demás lo irían viendo. Lo más importante lo tenían, estaban vivos.
La casa de Manuel y María era grande, tirando un muro aquí y construyendo otro allá podían hacerse más habitaciones. El espacioso garaje con los oportunos cambios podía servir temporalmente para que Nieves y Damián siguieran con sus clases de música.
Eso si, dijo oportunamente Manuel, todos tendrían que colaborar para hacer posible lo que estaban planeando.
Juan y Damián que nunca habían tenido la oportunidad de tratarse, congeniaron bien y no le tenían miedo al trabajo. 
Gara y Jonay estaban felices de poder compartir el mismo techo, pero les pesaba ocultar a su familia que eran más que primos y aprovechando el tsunami que sacudía la vida de todos, confesaron que eran amantes.
Lava y Nieves se juntaron hablando entre las dos a trompicones, Damián y Juan vociferaron enfadados, a Manuel se le subió tanto la tensión que tuvieron que llamar al médico.
María, pensando en la de veces que había deseado estar bajo el mismo techo con su marido, sus hijas, yernos y nietos, comenzó a reír con carcajadas tan fuertes, que todos pensaron que se había vuelto loca.

Continuará.





2 comentarios:

  1. Esto pinta muy bien amiga!! Me gusta. Miles de besos😘😘😘😘

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  2. Todavía nos esperan sorpresas con esta familia.
    Un abrazo Astrid.

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