jueves, 10 de febrero de 2022

Nieves y Lava. Segunda Parte. Capítulo III.

El  silencio se rompió cuando Nieves y Lava comenzaron a hablarse al unísono nerviosas y Juan  Damián las separaron para poder entenderse. 
Jonay posó su mano sobre el vientre de Gara preguntando:
-¿Estás embarazada? Y Gara bajo el calor de la mano de su primo sintió por primera vez el aleteo de una mariposa rozándola por dentro.
-Si, estoy embarazada.
María con la templanza que le daban los años se dirigió a la cocina para preparar litros de tila.
 Manuel sobre el pijama se puso una chaqueta y por fin se pronunció dirigiéndose a sus nietos:
-Se me ponen un abrigo y vienen conmigo.
Debían ser las 5 de la madrugada cuando un Manuel ceñudo metió a trompicones a los chicos en su furgoneta y se dirigió a casa del alcalde, Diego. Este era además su mejor amigo y ni se planteó esperar a que amaneciera.
Manuel tocó fuerte en la puerta conociendo el sueño pesado de su amigo. Este, pasado unos minutos abrió y los hizo pasar asustado.
-¿Qué pasa Manuel para que me saques de la cama a estas horas?
-Pues que estos niños me van a quitar del mundo. Necesito que me los cases ahora mismo.
-Pero Manuel coño, que eso no se puede hacer así, se necesita documentación que lleva su tiempo y dos testigos. ¿Qué demonios pasa para que estés tan apurado?
-El niño, que me preñó a la niña. Y como que me llamo Manuel que bajo mi techo no pasan ni un minuto más amancebados.  Sé que cuando el asunto es de vida o muerte tú puedes celebrar un matrimonio en estas condiciones.
-Contra Manuel, aquí no se está muriendo nadie...
-Yo mismo si no me haces el favor, que tengo una escopeta en la furgoneta y me meto un tiro. Cásalos, ya se arreglará lo de los papeles.
-¿Y los dos testigos?
Ahí fue cuando una voz vieja preguntó desde otra habitación:
-Dieguito ¿qué pasa?
-Manuel ya me despertaste a mi madre, joder hombre, que tiene 90 años.
-Pues con ella y conmigo ya tienes a los dos testigos.
Conocía bien Diego a Manuel y lo creyó capaz de utiliza la escopeta, sabía lo noble que era su amigo, 
pero también que a bruto no le ganaba nadie.
Incorporó a la anciana Evarista en la cama y le dijo que la necesitaba de testigo; hablaba raro la mujer al no haberse puesto aún la dentadura postiza, pero era mayor la curiosidad que su coquetería.
-¡Ay ay ay!, que estos chiquillos ya no lo son tanto y se comieron la tarta antes de la boda, jejeje. Pues está bien, con lo perra que es la vida alguna alegría habrá que darle al cuerpo. Eso si, yo hago de testigo, pero me prometes Manuel que me traes una manilla de plátanos cada semana mientras esté viva.
-Prometido, contestó Manuel.
Y así, sumisos los nietos, se dejaron casar de aquella manera: novios, alcalde y testigos en pijama.
Gara emocionada supo que ni el más hermoso vestido de novia la hubiera hecho tan feliz, al igual que Jonay, que emocionado besó a su ya mujer que olía a mandarinas.
Diego le dijo al amigo:
-Venga, váyanse a tu casa, ya hablaremos mañana cuando estés más tranquilo; tómate la pastilla de la tensión que estás muy encendido tú. Y a ver que trapicheo me invento para hacer oficial esto.
-Ya estoy tranquilo. Gracias amigo, te debo una, replicó Manuel mientras salían.
-Y a mí la manilla de plátanos de esta semana.

Continuará.

2 comentarios:

  1. Cada capítulo me gusta más....en serio te digo amiga que no dejes de escribir. Un puñao de besos

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  2. Esta historia va de menos a más, ya verás como los acontecimientos que vendrán te van a sorprender.
    Gracias por la compañía y tus ánimos. Un abrazo.

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