La contadora de historias. Capítulo VIII.

 Javier intentó ahorrarle el recorrido de aquellos audios, pero ella se empecinó en conocer qué sucedía y supo que prácticamente toda la gente joven de su entorno los había oído. Su amigo le contó que se solidarizaban con ella, pero Espe no podía dejar de suponer las risas en "petit comite", imaginando que se burlaban de la pobre fea que creyó en príncipes azules.

Seguía insistiendo Javier en que denunciara, que no dejara que Jorge se saliera con la suya.

Ella después de darle vueltas decidió utilizar las armas que conocía: un micrófono y su voz.

Estando al frente de la sección que llevaba en la radio, se armó de valor contando la humillación y la burla sufridas. Omitió nombres, supuestamente le había pasado a alguien que ella conocía, pero dio muchos detalles, consciente de que el entorno reconocería a Jorge como el autor de la maldita apuesta.

Puso su alma y su dolor en el relato, llevándose a su terreno a todos los que aquel día la escucharon.

Sabía que no había informado a Lola del contenido de su espacio, pero pudo más el alivio que sintió al darle forma a su rabia, que el temor a perder aquella oportunidad en la radio.

Pidió en la emisora que le pasaran a un pendrive su intervención y salió de aquellas oficinas sin saber si las volvería a pisar.

Llegó decidida a casa de Javier y le entregó la grabación.

-Toma, escúchala y haz con ella lo que quieras.

No tuvo que esperar al día siguiente para ver como se lo había tomado Lola, ésta la llamó y le dijo que se presentara inmediatamente, que la estaba esperando en su despacho.

Espe suponiendo lo peor acudió al momento. Pensó que mejor pasar el mal trago cuanto antes, siempre le quedaría el recurso del suicidio si todo se iba a la mierda.

-Aquí está la señorita -dijo Lola disgustada- que sea la primera y la última vez que te lanzas a la piscina sin contar conmigo antes. No puedes ponerte delante de un micrófono y soltar lo que te dé la gana sin más. Tienes que respetar los protocolos, la experiencia de los que llevamos años en este negocio, la autoridad que decide qué sale a antena y qué no. Yo soy esa autoridad y tú una becaria. 

¿Te queda claro?

Espe no consiguió articular palabra. Esperando a que Lola le comunicara su despido se limitó a bajar la cabeza para que no viera sus lágrimas.

-No me vas a conmover llorando, tienes un montón de correos que contestar y ya estás tardando.

-¿Correos? No entiendo Lola, ¿no estoy despedida?

-Te doy una oportunidad Espe, intuyo que algo tienes que ver con esa historia que has contado y que te has dejado llevar por un impulso. Pero no puede volver a pasar o te pongo de patitas en la calle.

El teléfono no ha dejado de sonar, eres dinamita niña, todos quieren dar su apoyo a la víctima de ese cabrón machista. Ya perdí la cuenta de los emails que siguen llegando con lo mismo. Así que te tocará responderlos uno a uno agradeciendo sus ánimos y que nos sigan. Déjalos en borrador antes de mandarlos, quiero verlos.

Todos preguntan por la nueva locutora, te quieren conocer. Habrá que pensar en algún formato que puedas llevar. Se te da bien el tema social, las injusticias y esas cosas. Quizás una sección donde puedan llamar en directo...  no sé bien todavía. Ya le daré forma.

Espe no pudo contener tanta tensión y lloró abiertamente. No se lo podía creer, no solo no la despedían, sino que al parecer iba a llevar su propia sección y con contacto directo con los oyentes.....

-Anda, vete al baño y lávate la cara, quiero los borradores que te pedí para ayer.

-Si si ya me pongo.

-Espera, lo que contaste antes seguramente le habrá pasado a alguna "amiga", ¿me equivoco?

-No.

-Pues le dices a esa "amiga" que aquí estoy para abrazarla cuando lo necesite. Y que machaque a ese cabrón.

Espe fue recibida entre los brazos de aquella mujer que nuevamente le había salvado la vida.

Continuará.