jueves, 10 de noviembre de 2022

Vinilos. Capítulo VIII.

 Después de hablar ayer con Daniela salí a hacer la compra, era una excusa. Necesitaba estar sola y que me diera el aire.
Rememoré a Pedro con sus ojos avellanas, era buen tío. Siempre en tercer plano en aquel trío tan extraño de amigos. ¿Cómo no me di cuenta nunca de sus sentimientos? Recordé que Manuel y yo quedamos días después de la declaración de Pedro. Sabía por el propio Pedro que se había decidido a dar el paso conmigo y me preguntó por ese encuentro con sorna. Manuel tenía esas cosas, una especie de crueldad hacia las personas que quería. Me dio rabia que se burlara de Pedro y le dije que sencillamente lo consideraba un amigo. No quise hablarle más del asunto.
Vuelvo al presente y me veo en el supermercado con un carro lleno de cosas que no he cogido, a saber dónde dejé el mío. Sé que Daniela no me dejará escapar y me espera una mañana de sábado de más confesiones y trenzas. Necesito chocolate y añado sin contar varios paquetes a la compra, me pasa lo mismo con las botellas de vino. Es la compra más caótica y sin sentido que he hecho en mi vida, aunque el chocolate y el vino están justificados.
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Como ya esperaba esta mañana al quedarnos sola Daniela y yo, me ha pedido que siga con su cabeza, que le da igual si le quito las trenzas o le dejo la cabeza pareja. Y por supuesto que siga con lo que ayer le estuve contando. Me acribilla a preguntas y le digo que mejor ir por partes. 
Mis dedos vuelven a las trenzas mientras mi memoria viaja hacia atrás. Hacia el dolor.
-Seguimos viéndonos Manuel y yo. En esa época Pedro no siempre salía con nosotros, pocas veces volvimos a ser el trío de amigos. 
Manuel comenzó a tener pensamientos obsesivos, malsanos, parecía que no cabía en el mundo. Me hablaba a menudo de la muerte y yo intentaba entenderlo, lo escuchaba y lo animaba, pero no era fácil. 
Por entonces empecé a salir con un chico que conocí con otra gente. Aunque no veía tanto a Manuel sabía que estaba mal y procuraba hablarle aunque fuera por teléfono y quedábamos de vez en cuando.
Cada vez lo encontraba peor y me dolía en el alma. Manuel siempre fue especial para mí, no era un simple amigo o expareja, no sé que tipo de conexión me unía a él y sé que era mutuo.
Por más que intenté ayudarlo no conseguía sacarlo del pozo que lo ahogaba, por lo menos lo escuchaba cuando me necesitaba. Era lo único que podía hacer por él.
-Mamá, ¿cuántos novios has tenido? Me parece que tuviste una juventud movidita, quién lo iba a decir.
-No me hagas perder el hilo, pero sí, tuve muchos, qué me quiten lo bailao.
Bueno, como te iba diciendo, el tiempo pasó y yo estaba a otras cosas aunque me preocupara de Manuel. 
Un mal día Pedro me llamó por teléfono, me dijo que me sentara, que me tenía que dar una mala noticia. Mira que tengo imaginación, pero jamás hubiera imaginado  lo que vino a continuación.
Me contó que la noche anterior habían ido a la casa que los padres de Manuel tenían en el campo, que en un momento dado Manuel entró en otro habitación y Pedro escuchó el estruendo.
Manuel se había pegado un tiro en la cabeza.
-¿Cómooooooo?
-No me interrumpas ahora, por favor, necesito terminar con esto.
El padre de Manuel era militar y tenía un arma en la casa. La misma con la que se voló los sesos.
Pedro me dijo que el entierro sería en tal sitio al día siguiente.
Yo estaba en shock, lo único que acerté a decirle fue que no iba a ir.
El mundo se me hundió, no podía hacerme a la idea, además, hacía dos noches había quedado con Manuel para tomar algo y lo encontré apagado, pero no tan mal como para hacer lo que hizo.
Supongo que le dije a Pedro que no iría al entierro porque me negaba a aceptar la muerte de Manuel.
Por supuesto pensé en la terrible situación con la que se tuvo que enfrentar Pedro al encontrar a Manuel  muerto y más de aquella manera. No me quiero ni imaginar lo duro que sería decirle a los padres de Manuel lo que había sucedido. 
Pero el dolor es egoísta y el mío era tan grande que me atrapó en una dimensión que entonces yo no conocía.

-Daniela, mejor seguimos en otro momento, me está entrando migraña. 
-Claro mamá, mejor descansas un rato.
Mi hija se volvió para besarme,  con la cabeza llena de trenzas y los ojos nublados.

Continuará.



3 comentarios:

  1. Muchacha, qué haces en Egipto y siguiendo el blog?
    Empápate de tanta maravilla. Un besazo amiga.

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    1. Amiga yo te leo hasta en el fin del mundo, siempre pendiente los jueves del capítulo 😘😘😘

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