Vinilos. Capítulo XII.

 Daniela está feliz por haber encontrado a Pedro. Lo primero que se me ocurre es que por lo menos sigue vivo.

Veo a mi hija tan emocionada que la dejo hablar sin preguntar nada.

-Mira mamá, parece que se dedica a algo así como guarda forestal y no da ningún tipo de información personal, ni una sola foto suya, se ve que es reservado. Las únicas fotos son de pinares, de senderos.... ¿Te dice algo esta información?

-Bueno, reservado era y la verdad es que le pega que haya elegido esa profesión.

-Habla de unos cursos sobre aulas de naturaleza y lo mejor, pone su correo. Así que si quieres puedes contactar con él de una forma más personal. ¡Qué bien mamá, lo encontramos! Ya te apunté su correo electrónico en este papel. ¿Le vas a escribir ya?

-Mira que estás emperretada con el tema, déjame pensar, si llevo tantos años sin hablar con él no pasa nada por esperar a que me aclare.

-Mamá, yo creo que tienes esa espina clavada y la única forma de arrancarla es que des la cara y le digas lo que le tengas que decir.

-Si razón no te falta, pero... no sé, déjame que encuentre el momento.

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Otra noche que se me hace insufrible, al ver en el espejo las ojeras que tengo me digo que no puedo seguir con esta zozobra. Sigo sin poder quitarme de la cabeza a Pedro, pero no sé, me cuesta tomar la decisión de escribirle.

En el trabajo Rafa al verme la cara me pregunta qué me pasa.

-Rosa, que llevas unos días que no pareces tú y no me digas que es por tu hija, a ti te pasa algo, que ya son unos cuantos años trabajando juntos y nos vamos conociendo. ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?

La tormenta que barruntaba al fin estalla, lloro sin poder evitarlo y hablo al mismo tiempo. Me escucho relatarle a Rafa mi juventud junto a Manuel y a Pedro, no omito nada, necesito sacarlo todo, la muerte de Manuel, mis remordimientos hacia Pedro....

Cuando termino, el nudo que me aprieta la boca del estómago está más flojo. No me había dado cuenta de lo mucho que me están afectando los recuerdos del pasado. 

-A ver Rosa, escríbele a Pedro ya. Lo peor que puede pasar es que no te responda pero por lo menos podrás pasar página. Y por cierto, no me extraña que se enamoraran los dos de ti. No sé que tienes pero es adictivo. 

-Rafa por favor, que puedo ser tu madre. No sigas por ahí o perdemos las amistades. Lo que tienes que hacer es buscar a alguien de tu edad que ya va siendo hora. Te doy un plazo de 6 meses, como en ese tiempo no me presentes a nadie te encierro a hacer inventarios hasta que me jubile. 

Como jefa te puedo putear y lo sabes.

-Venga Rosa, si era un piropo mujer.

-Pues elegiste mal momento.

-Vale, vale, jefa. Ahora deja que te hable como amigo, me ocupo de lo tuyo que lo mío puede esperar y mañana me pongo las pilas, pero vete a algún sitio tranquilo y escribe ese correo.

-No me puedo ir así sin más, puede pasar algo y si no estoy....

-Entonces te coges el portátil y te encierras en tu despacho, yo me encargo de todo y no te preocupes, que si pasa algo que no pueda solucionar te aviso enseguida. Pero no salgas hasta que hayas enviado ese correo.

-¿Seguro Rafa? Mira que mañana te vas a ver apurado.....

-Tira anda y no te olvides el móvil no se nos vaya a poner la niña de parto.

Encerrada en mi despacho me asombra que le haya dicho a Rafa lo que ni le he contado a X. 

A veces pasa eso, que nos confesamos con cualquiera cuando ya no aguantamos más, aunque Rafa no sea cualquiera. Y mira que tirarme los tejos..... se lo tengo que contar a las niñas.

Y una voz interna me grita que deje de andarme por las ramas, que empiece ese correo ya.

Pero en cuanto termine llamo a mis amigas y les cuento lo de Rafa.

Continuará.