jueves, 15 de diciembre de 2022

Vinilos. Capítulo XIII y último.

 Hola Pedro, soy Rosa.
Te extrañará que te escriba a estas alturas, aunque imagino que por curiosidad leerás este correo hasta el final. Si cuando lo hayas hecho decides enviarlo a la papelera y olvidarlo, lo entenderé.
Este viaje al pasado viene motivado por unos discos de vinilo y que mi hija me animó a buscarte.
No pude imaginar al escuchar esos discos que volvería hacia atrás en el tiempo, casi 40 años, que se dice pronto.
Y reconozco que no me porté bien contigo, primero cuando me declaraste tus sentimientos. No me lo esperaba y no reaccioné como hubiera debido. Igual ahora te parece una tontería o ni te acuerdas, pero fue peor cuando me llamaste para decirme que Manuel se había suicidado. 
Ojalá entiendas que me atrapó el dolor con su tela de arañas y no fui capaz de preguntarte por tus propios sentimientos. Muchas veces he pensado en tu sufrimiento. Ojalá hayas curado tus heridas, aunque sé que Manuel, tanto a ti como a mí, nos dejó cicatrices.
Después de todo eso yo me quedé vacía sin Manuel, tuve que aprender a vivir sin él.
Te tenía que haber llamado entonces, cuando a los dos nos sangraban las heridas, porque aunque con Manuel fuera diferente, tú y yo éramos amigos. Teníamos que haberlo llorado juntos.
Me duele tener que expresarlo en pasado.
Perdóname Pedro por no haber estado cuando tuve que estar, perdona mi cobarde silencio.
¡Uf!
Bueno y ya que estoy aquí, te resumo mi vida en estas últimas décadas, aunque no sé si te interesará.
¿Te acuerdas cuándo Manuel decía que yo me merecía un hombre bueno que me quisiera mucho?
Pues se cumplió su deseo, he tenido suerte con mi pareja. 
En el aspecto laboral también, trabajo en la biblioteca pública y me encanta estar entre libros, ya conoces mi querencia por la lectura.
Y estoy a punto de ser abuela. ¿Te lo puedes creer? Yo todavía me estoy haciendo a la idea.
Al final soy como un viejo vinilo con arañazos y con buen sonido para quien me quiera oír. 
Ojalá tu quieras a pesar de nuestros antiguos pesares. Ojalá.
Rosa.
                                                   --------------------------------------
Envié el correo sin releerlo y salí de mi despacho aliviada, aunque quizás ya sea tarde para el perdón.
Me hago el propósito de no mirar mi bandeja de entrada cada dos por tres. Lo que tenga que ser será.
                                                  ---------------------------------------
Ya han pasado dos semana desde que le escribí a Pedro y nada, no ha respondido. Por supuesto mi propósito anterior de no estar mirando mi correo se quedó en eso, en el propósito y lo hago varias veces al día. Tampoco ayuda Daniela preguntando insistentemente si me ha contestado.
Racionaliza Rosa, me digo, igual ese correo pertenece a otra persona con el mismo nombre y apellidos, es posible, aunque con esos apellidos tan poco comunes ya sería casualidad, igual está en el coño carajo y no tiene internet, o lo secuestraron los alienígenas.... Se acabaron las especulaciones, mejor me hago a la idea de que no quiere contestar, está en su derecho. ¿Quién me creo que soy, la reina de Saba y que me debe pleitesía? Fin de la historia. Punto y final.
                                               --------------------------------------------
Por fin llega la noche y te cojo, viejo blog. Hoy pasó algo en el trabajo y te lo tengo que contar.
Rafa me dijo que saliera al mostrador de recepción, que había un señor preguntando por mí.
Salgo y me encuentro a un hombre que me mira fijamente. ¿En qué lo puedo ayudar? De una bolsa saca un disco de Pablo Milanés diciendo:
-Ya va siendo hora de que te lo devuelva. ¿No lo has echado de menos?
Es él, es Pedro, con el pelo blanco aunque largo como siempre, con barba, está más gordo -él estará pensando lo mismo de mí-, con bolsas debajo de los ojos pero con la misma mirada cálida. 
No sé que decir, salgo del mostrador y nos miramos de arriba abajo, buscando entre las arrugas a los jóvenes que un día fuimos, a los amigos que la vida -con sus cosas- separó. 
No importa el tiempo que ha pasado, nos reconocemos, nos abrazamos. No necesitamos hablar ahora, ya lo haremos, hay mucho que contar. 

Fin.





2 comentarios:

  1. Precioso final, se me han saltado las lágrimas, gracias por esta historia pq a mí también me ha servido para recordar y volver a tener viejas sensaciones. Gracias amiga. Un abrazo infinito 😘😘

    ResponderEliminar
  2. Entiendo que le pongas cara a los personajes y te haya emocionado.
    Una de esas historias del pasado dolorosa de recordar, pero le debía un relato.
    Un abrazo amiga.

    ResponderEliminar