jueves, 13 de abril de 2023

Objetos perdidos. Capítulo III.

 Germán.
Ayer cuando llegué a casa seguí inquieto pensando en aquellos dibujos y pasé las fotos al ordenador para imprimirlos. Ya sé que no es ni medio normal, pero necesito mirarlos, desentrañar ese sentimiento de tristeza que me provocan. Me pregunto y me vuelvo a preguntar qué pena llevó a la autora a plasmarlos. 
Sigo sintiendo esa necesidad de encontrarla y abrazarla. 

Raquel volvió a pasar hoy por aquí. Intenté no parecer ansioso y esperé hasta que fuimos a desayunar para preguntarle si había hablado con la chica, que según ella, llevaba la carpeta que terminó en la oficina de objetos perdidos.
-Pues Germán, justo ayer se subió en mi línea. Le pregunté si se había dejado olvidada una carpeta con dibujos y me dijo que no, enseñándome una que llevaba y que era igual a la otra, pero no sé, tuvo una reacción extraña.
-¿A qué te refieres con reacción extraña?
-Se puso roja y parecía nerviosa. No sé, pero mi intuición me dice que no estaba diciendo la verdad. Es raro, ¿por qué me iba a mentir si olvidó la carpeta? Te parecerá extraño, pero esa chica oculta algo. Sea como sea estamos hablando de unos dibujos, tampoco son joyas robadas o algo así. Por cierto, me fijé en la carpeta que llevaba y ponía su nombre. Se llama Gema. 
-Pues nada, los dibujos seguirán en la oficina de objetos perdidos, ya veremos si alguien los reclama.

La conversación que mantuve con Raquel me dejó aún más confuso.
Igual eran tonterías mías, quizás otra persona con una carpeta igual la dejó olvidada, pero me negaba a mí mismo esa posibilidad. Y más cuando Raquel notó nerviosa a la chica al preguntarle.
Algo me decía que había gato encerrado. 
De momento tenía algunos datos que me podían servir, sabía que la muchacha se llamaba Gema, que tenía los ojos de diferente color y que era posible que estudiara en la Escuela de Bellas Artes.
Y si ella era la autora de aquellos dibujos la tenía que encontrar. ¿Por qué? ¿Para qué? Ni yo mismo me entendía.
La sinrazón se adueñó de mí.
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Gema.
También es mala suerte que el otro día la conductora se fijara en la dichosa carpeta.
Una faena que se me haya caído en la guagua, con el gusto que me hubiera dado viendo arder los dibujos de Mariana. Y es que todavía me hierve la sangre al pensar en la elección que hizo el profesor de arte, después de haberme dicho que era candidata para presentar mis dibujos al concurso. 
Me he quemado las pestañas dando lo mejor de mí, pero no, el maricón de mierda decide al final que la obra de Mariana es mejor, que aunque mi trabajo es técnicamente perfecto, los dibujos de Mariana tienen vida.
¿Vida? ¿Por unas putas lágrimas pintadas en unos ojos exagerados? Y una mierda.
Me dio tanta rabia que no me tembló la mano cuando se la robé, la muy imbécil ni se dio cuenta cuando la metí en mi propia carpeta, que casualidades de la vida, es igual.
Ayer el profesor volvió a pedirle los dibujos y ella compungida responde que no sabe dónde pueden estar, que no los encuentra. 
El profesor le recuerda que apenas quedan días para presentar al concurso las obras y ella le promete que seguirá buscando. 
Le noto la angustia en la cara, seguro que se habrá vuelto loca buscando lo que no va a encontrar.
Me tengo que morder la lengua para no decirle a esa gorda que serán mis dibujos los que se presenten al concurso.

Continuará.







2 comentarios:

  1. La envidia, ese pecado tan Español, que nos hace sentirnos mal si otro destaca más que nosotros... espero que Germán encuentre a Mariana. Me gusta amiga la historia 😘😘😘

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  2. Una mala/un malo "menea" la historia. Pero sí, tienes razón en lo de la envidia. ¿Se encontrarán Germán y Mariana o Gema hechizará a nuestro protagonista?
    A veces los mal@s ganas, habrá que esperar a ver que pasa.
    Besos Astrid.

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