jueves, 1 de agosto de 2024

Bajo la jacaranda púrpura. Capítulo VI.


Nota: Ir a capítulo anterior.

 Al día siguiente antes de salir de viaje, Cristóbal me mostró la que había sido la habitación de Antonia. Me dejó las llaves y me dejó sola y alucinando.
Yo, con las llaves de aquel lugar y con autorización para hurgar y buscar secretos del siglo pasado. Parecía que estaba dentro de una película.
Me puse en situación, aquella ilustre familia tenía dinero de sobra y por supuesto se rodeaban de exquisiteces, no iban a guardar sus cosas importantes en cajas de puros, pero había que tener en cuenta que Antonia provenía de una familia humilde y era más que probable que la cultura del aprovechamiento la hubiera vivido en su niñez. Me cuadraba que hubiera utilizado aquellas cajas para guardar sus escritos. 
También pensé que el mejor escondite suele ser el que se descarta por obvio. Crucé los dedos deseando que lo que buscaba estuviera en su habitación, de modo contrario en aquella casa tan grande sería misión imposible encontrar aquellas cajas de puro.
Le había dado muchas vueltas a aquello, ¿y si el famoso bisabuelo hubiera abusado de Antonia? No era descabellada la idea, por desgracia era más que habitual en su época. Esa posibilidad me intranquilizaba, pensar que aquel gran escritor al que admiraba hubiera sido un mal nacido, me producía malestar. Se me caería un mito, pero la única forma de salir de dudas era encontrar aquellos papeles.
En la que había sido la habitación de Antonia no había mucho donde mirar: una cama de un cuerpo, un armario antiquísimo vacío, un arcón y poco más. 
Abrí el arcón de madera noble y lo que suponía: vacío, pero un ligero olor a puros me hizo pensar que quizás tuviera algún compartimiento secreto. Lo examiné por dentro, por fuera y nada, pero aquel olor me empujaba a seguir mirando. Me di cuenta de que la tapa pesaba bastante y la examiné intentando no hacerme ilusiones. Pero se hizo la magia y encontré un resalto casi inapreciable que permitía tirar y dividía la bóveda interna de la tapa en dos. Y allí estaban las cajas de puros.
Abrí la primera como si de una reliquia religiosa se tratara. Aprecié unos folios doblados y encima un puro. Ya tenían que ser buenos para conservar su aroma, pero lo importante era que los viejos papeles no se deshicieran al desdoblarlos.
A pesar de estar amarillentos los papeles se habían conservado bien. Observé la letra de Antonia y un escalofrío me recorrió de cabeza a los pies. Me moría por leer la historia de Antonia, saber su secreto, pero hice lo que debía y llamé a Cristóbal. 
Por suerte lo pude contactar y excitada le conté los acontecimientos. El no podía creer que hubiera sido tan fácil y dio que yo era su talismán. Me pidió que los leyera, quedando en llamarme esa noche para que le contara todo de "pe a pa". 
Me conmovió la confianza que estaba depositando en mi persona y me moría por leer aquel legado tan misterioso. 
Como si transportara una delicada pieza de cristal, me dirigí al jardín con las cajas de puros y sentada bajo la jacaranda púrpura, comencé a leer. 

Continuará. 


2 comentarios:

  1. En serio amiga, esta historia me tiene cautivada, me parece una maravilla. Me muero por saber el secreto que guardan los escritos de Antonia. Un abrazo fuerte 😘😘😘

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  2. Lo bueno es que son capítulos dobles y cada semana se avanza más en el argumento. El próximo jueves empezaremos a conocer a Antonia. Espero que te sorprenda, besos amiga.

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