Gara.
Cuando más interesante está la historia de Antonia, la llamada de Cristóbal me vuelve a interrumpir, está ansioso por saber si he encontrado algo interesante.
-Sí Cristóbal, todavía no estoy segura, pero entre tu bisabuelo y Antonia hubo tema, déjame que siga leyendo y no te preocupes, te llamo en un rato. Creo que pronto vamos a descubrir de quién heredaste tus paletas separadas.
Antonia.
Jesús, María y José, parece que una tartana me pasó por encima. No sé ni como me dio tiempo a coger la escupidera que tengo debajo de la cama, porque eché para arriba lo que no está escrito.
Me duelen mis partes, pero comparado con el dolor de cabeza y las fatiguitas que tengo es lo de menos. Me obligo a levantarme y lo que primero que hago es cambiar las sábanas manchadas de sangre. Aunque no me acuerdo bien de lo que pasó anoche, pasó.
En el desayuno me encuentro con mi Celia y don Cristóbal, pero me da tanta vergüenza que apenas les doy los buenos días. Anuncio que tengo la barriga revuelta y que no me va a entrar nada de comida.
Don Cristóbal socarrón dice que lo que tengo se llama resaca. Mi Celia y él se miran y se ríen.
A mí maldita la gracia que me hace, pero parece que lo que anoche pasó no los altera.
Mejor, me hago a la idea de que todo tiene que seguir igual y me preparo una agüita guisada a ver si se me asienta la madre.
Don Cristóbal se va a trabajar y mi Celia me dice que no debo estar avergonzada, que lo que pasó anoche es un regalo de mi parte que acepta encantada.
-------
Ha pasado una semana desde entonces y me vino el mes como siempre, o sea, preñada no estoy. Se lo cuento desilusionada a mi Antonia y no parece que le afecte.
-No pasa nada, Antonia, tengo un buen presentimiento, seguro que con el segundo intento te quedas.
----------
Estos últimos días he estado desatiná, con ganas de que don Cristóbal me visite en mi cuarto para acabar de una vez con esta comezón que no me deja tranquila. Y justo pensando en eso don Cristóbal toca en mi puerta. Trae una botella de ron que contiene más o menos tres cuartos del líquido amarillo.
-Buenas noches Antonia, si no te parece mal hacemos el último intento. Ya Celia te habrá dicho que si no te quedas embarazada hoy no vamos a seguir. No estaría bien.
Por supuesto si no quieres hacer nada lo comprenderemos, igualmente te vamos a esta agradecidos siempre.
-Don Cristóbal, yo solo tengo una palabra y si se dijo dos veces, no me voy a echar pa´trás.
-Coño, Antonia, no me sigas tratando de usted, parece mentira a estas alturas....
Mira esta noche he traído menos ron, nos tomamos unos traguitos en los vasos pequeños, que la otra vez dejé que bebieras más de la cuenta y no hay necesidad. ¿Te importa si fumo?
-No me molesta que fume, pero mejor abro la ventana, que esos puros huelen fuerte.
Me malicio que él sigue hablando para quitarme los nervios mientras tomamos los vasitos de ron.
-Acabo de terminar mi primera novela y aún no tengo título, no se me ocurre nada que me guste. ¿Se te ocurre alguno?
-Pues teniendo en cuenta que gran parte la ha escrito en el patio, ¿qué le parece "bajo la jacaranda lila"?
Aunque con lo redicho que es usted con las palabras seguro que le gusta más "bajo la jacaranda púrpura".
-Me encanta, ya tengo título, eres una joya Antonia. Por supuesto te pasaré el borrador a ver que te parece, sé que te gusta leer y que serás sincera con tu opinión. Qué alegría me acabas de dar y ahora, si no te importa, vamos a lo que tenemos pendiente.
El ron ayudó a que me relajara, aunque ni de lejos estaba tan bebida como la primera vez.
Esta vez todo lo que aconteció se marcó a fuego en mi memoria: el dolor inicial, el vaivén del cuerpo de don Cristóbal sobre el mío, el olor a puro unido al incendio en mis entrañas... Me tapé la cara con la sábana para que él no viera lo que mi rostro no podía esconder, que mi cuerpo en llamas había ardido con el suyo.
Cuando todo terminó me hice la dormida, temiendo que leyera en mi mirada la explosión que había sentido.
Antes de irse don Cristóbal y creyéndome dormida me acarició el pelo susurrando: qué suerte que seas nuestra amiga.
Una vez a solas cerré la ventana para que el olor a puro me abrazara.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario