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Cuando Cristobín salió con la cosa de que iba a ser abogado, pensamos que se olvidaría a los tres días, pero llegado el momento de elegir carrera fue la que cogió. La sacó a trancas y barrancas, se metió en el comité de estudiantes y siempre estaba en medio de algún fregado. Pero en contra de lo que todos pensábamos terminó sus estudios.
Cristóbal el grande se preocupaba por el futuro de su nieto y me decía que el día menos pensado nos daría un disgusto.
Era un picaflor y a cada rato nos venía con una novia nueva, aprendí pronto a no cogerle cariño a las muchachas sabiendo lo poco que le iban a durar. Pero cuando el abuelo se quejaba de las cosas de Cristobín yo lo defendía: ya cogerá fundamento, lo importante es que es noble.
Cuando terminó sus estudios fue con sus amigos a una discoteca para celebrarlo.
Un bruto que estaba allí le cogió el culo a una chica y Cristobín aunque no la conocía, salió a defenderla. No pudo evitar que el otro le soltara una piña y la chica quiso mediar recibiendo un empujón del cabrón que había empezado el follón, cayendo por unas escaleras.
Cristobín y el abusón terminaron en comisaría y la muchacha en la clínica.
Cuando mi nieto dijo su nombre, un policía le preguntó si tenía algo que ver con el Cristóbal Figueroa escritor y él respondió que era su abuelo.
El hombre le dijo que se leía todo lo que el escritor publicaba y que estaba muy orgulloso del premio Nóbel que había puesto a Gran Canaria en el mapa. Pero tenía que hacer su trabajo y oyó las dos versiones; el malnacido que había empezado la pelea acusó a Cristobín. Al rato y después de unas llamadas se llevó a Cristobín aparte, dijo que había llamado a la clínica y la chica estaba a punto de ser operada. Se había roto un hueso del pie. Al parecer no era nada grave aunque tuviera que pasar por quirófano y estar escayola durante un tiempo.
-Mira chico, yo creo lo que tú dices, en la discoteca apoyan tu versión, pero aquí es tu palabra contra la del otro, la pena es que la chica no pueda declarar ahora, porque se resolvería esto y te ibas sin problema, pero hasta mañana no va a ser posible que ella declare. Lo siento, pero vas a tener que pasar aquí la noche. Me dicen mis compañeros que en la discoteca había prensa, si se enteran de quién eres nieto no me extrañaría que mañana salga publicado algo feo sobre ti sin tener en cuenta la verdad. Algunos periodistas se olvidan de la ética con tal de que les publiquen lo que sea.
Te aconsejo que avises a tus padres para que estén prevenidos y no se lleven un disgusto sin necesidad.
Cristobín estaba tan nervioso que se trababa hablando y el policía, con toda la buena voluntad del mundo se ofreció para hacer aquella llamada a los padres.
Cristóbal el chico y María del Pino se habían ido el día antes a La Aldea a pasar el fin de semana con la familia de ella, pero cuando hablaron con el policía decidieron salir esa misma noche hacia Las Palmas para ocuparse en persona del asunto si se llegaba a complicar.
A mí que sonara el teléfono a las once de la noche me asustó, a aquella hora no podía ser nada bueno. Cristóbal el chico me contó lo que había pasado para que por la mañana le pudiera contar a su padre los hechos tal y como habían pasado y no se preocupara si salía en los periódicos algún disparate.
A mí me entró miedo y le dije a Cristóbal el chico que se lo pensara mejor y que se quedaran en La Aldea hasta la mañana siguiente, aquella carretera tan mala y encima lloviendo era un peligro. Me prometió que tendrían cuidado y que me traería unos tomates para que le hiciera la ensalada que a él le gustaba y que a mí me salía tan rica.
Esa fue la última conversación que tuve con mi hijo.
Ojalá en los papeles al día siguiente hubieran escrito cualquier chisme sobre Cristobín aunque fuera mentira, pero no, lo que las negras letras de los periódicos publicaron fue el accidente mortal del hijo y la nuera del escritor Cristóbal Figueroa al despeñarse por un risco.
Cuando Cristóbal el grande y yo nos enteramos, se nos cayó el mundo encima.
Yo creí cuando se fue mi Celia que nunca podría sentir pena más grande, pero me equivoqué. Lloré sinceramente a María del Pino, pero el desgarro de perder a Cristóbal el chico me retorció las entrañas. Sólo Cristóbal el grande sabiendo que yo había parido a su hijo, pudo consolarme con su propio dolor.
Continuará.
Que vida más triste y desgraciada la de Antonia, tanta pérdida de seres queridos...hasta yo he sentido la muerte de su hijo. Besos amiga😘😘
ResponderEliminarEs uno de esos personajes que cuando los creo parecen que cobran vida propia y son ellos los que controlan la historia. Sonará raro, pero así es.
EliminarAbrazos Astrid.