Ir a capítulo anterior.
La pena que me estrujaba por dentro pa mí se queda.
Por las noches cerraba los ojos con la esperanza de no volverlos a abrir mientras me peleaba con Dios.
¿Por qué no me había llevado a mí en vez de a Cristóbal el chico? La muerte de Celia seguía siendo una herida que supuraba, pero pensando en el sufrimiento que arrastraba por la jodía enfermedad, de alguna manera encontraba consuelo pensando que había dejado de padecer. Pero las muertes de mi hijo y su mujer, con tanta vida por delante, me llenaban de rabia. Y sí, ya no me reprimía pensando en Cristóbal el chico como mi hijo. Yo lo había parido.
Pero las mañanas llegaban sin que el Señor me hubiera escuchado, hacía de tripas corazón pensando en que Cristóbal el grande y el nieto me necesitaban y ponía mis piernas estartaladas sobre el suelo.
Cristobín parecía un poco más animoso con la presencia de Luz en la casa, pero seguía sin tener un rumbo y no se animaba a ejercer de abogado. Necesitaba tiempo para aclararse, eso decía. Yo confiaba que el tiempo y mi plan de emparejarlo con Luz le fueran devolviendo el tino que le faltaba.
Cristóbal el grande pasaba horas contestando a las cartas que seguían llegando un día sí y otro también.
Lo tenía entretenido, pero me preocupaba que estuviera dejando de lado los negocios, como dice el refrán, el ojo del amo engorda el ganado.
Cogí la costumbre de preparar todos los días una ensalada de tomates de la Aldea, que para mis adentros le ofrecía a Cristóbal el chico, mira qué le gustaban. En esas andabas cuando los dos Cristóbal entraron en la cocina. Les dije de tomar la ensalada en el patio, que estaba bueno el día y como quién no quiere la cosa le pregunté a Cristóbal el grande por sus negocios. Los tres nos sentamos bajo la jacaranda.
-Mira Antonia, le estoy dando vueltas al asunto y la verdad, ni ganas de seguir con el trabajo. No tengo alicientes y me hago mayor. Me estoy planteando venderlo todo, dinero no nos va a faltar y podría dedicarle más tiempo a la escritura.
Las palabras de Cristóbal el grande me dejaron pasmá, pero menos me esperaba lo que Cristobín soltó.
-Abuelo, sería una pena, con la dedicación de toda una vida y con la de años que mi padre le dedicó, dejar los negocios en manos ajenas... no sé, sería como tirar la toalla. ¿Por qué no me das una oportunidad? Sólo te pido un año, enséñame y si en ese tiempo ves que no te gusta como trabajo lo vendes todo.
Cristóbal el grande dijo que lo pensaría, entonces llegó Luz y animó a Cristobín a acompañarla al cine.
Cuando nos quedamos solos, Cristóbal el grande pudo decir lo que pensaba sobre el nieto, no lo veía llevando los negocios, nunca había mostrado interés y era tan dado a cambiar de opinión....
Pero yo le pedí que le diera una oportunidad. Se me partía el alma viendo a Cristobín perder la alegría de vivir que antes tenía. Me daba miedo que el día menos pensado le diera por hacer una tontería y quitarse de en medio. No superaba la muerte de sus padres y se seguía echando las culpas. Cierto es que estaba un poco más animado aceptando la amistad de Luz, pero yo seguía con la mosca detrás de la oreja, el muchacho necesitaba ayuda para tirar pa´lante y quizás lo de hacerse cargo de los negocios familiares lo ayudaran.
Cristóbal tenía los mismos miedos que yo sobre el nieto y aceptó.
Un año me dijo, si en un año no se lo toma en serio lo vendo todo.
Mientras masticaba un trozo de tomate fresquito miré al cielo, mira Cristóbal chico, quién nos iba a decir que tu hijo iba a seguir tus pasos.
Esa noche recé prometiendo que si las cosas salían bien con Cristobín, mientras tuviera resuello iría todos los lunes a Santa Rita a encender una velas y dejar una limosna para los necesitados.
Yo nunca había sido religiosa, pero santa Rita era la patrona de las cosas imposibles, tenía que sacar la artillería pesada.
Continuará.
Seguro que Antonia consigue animar a Cristobin, esa mujer es perseverante y quiere mucho a esa familia. Que pasará con Luz? Santa Rita espero que la ayude... Besos amiga 😘😘
ResponderEliminarAntonia es para quererla, ya veremos como sigue siendo el pegamento de la familia.
ResponderEliminarUn abrazo Astrid.