jueves, 10 de octubre de 2024

Bajo la jacaranda púrpura. Capítulo XXVI.

Gara. 
El almuerzo al que Cristóbal me había invitado se extendió tanto, que por la noche improvisamos una cena rápida.
El tenía tanto que decir sobre los papeles que había dejado Antonia, que se atragantaba con tanta información relevante sobre los secretos familiares. Al principio habló atropelladamente saltando de un tema a otro. Me costaba seguir el batiburrillo emocional que necesitaba compartir, hasta que fui incapaz de entenderlo. Cuando en aquella complicada ecuación habló de China y la culpa, ya no supe qué me quería decir.
-Cristóbal, perdona, pero no te sigo, entiendo perfectamente el cacao mental que debes tener ahora mismo. Si a mí que no soy de la familia y tuve días para leer los folios de Antonia me impactó, a ti que estás implicado emocionalmente y encima te los habrás leído de un tirón, ni te cuento. Igual no sería mala idea que intentes organizar en tu cabeza cronológicamente los hechos.
Cristóbal después de un gran suspiro comenzó a hablar.
-Sí Gara, creo que será lo mejor.
Bueno, saber que Antonia quiso de otra manera a Celia es jodido, porque la pobre debió sufrir creyendo que no era lo correcto y sin poder compartirlo con nadie. Que aceptara acostarse con mi bisabuelo por darle el hijo a Celia, ya ni te cuento, parir para otra mujer tuvo que dolerle de por vida, pero no obvio que Cristóbal el grande accediera a acostarse con ella. Moralmente no sé cómo colocarlo en ese trance. ¿Tú qué opinas?
-Pues lo veo como un acto de amor doble, por una parte por cómo quería Antonia a Celia y por la parte de tu bisabuelo creo que fue por lo mismo. Los dos amaban a Celia. Y no te olvides que Cristóbal el grande puso sus condiciones, si en dos intentos Antonia no quedaba embarazada se olvidarían del tema. Eso me hace pensar que él intentó contentar a Celia respetando a Antonia. No podemos olvidar que la propuesta salió de Antonia.
-Visto así...quizás tengas razón. Aunque me pregunto por qué cuando Cristóbal enviudó no le pidió matrimonio a Antonia. Por cubrir las apariencias, ya sabes, en esa época un hombre y una mujer viviendo bajo el mismo techo hacía hablar de más a la gente. Y mi bisabuelo de alguna manera tenía una imagen pública que mantener.
-No les hizo falta, por lo que he leído, tu bisabuelo fue un hombre con ideas liberales y Antonia parece que no se quedaba atrás. Recuerda que fue una de las primeras mujeres en conducir un coche, que por cierto, el mismo Cristóbal la enseñó a conducir. Afortunadamente parece que no les importaba tanto el "qué dirán". Además, ellos con el paso de los años y a su manera se quisieron mucho. Se tuvieron el uno al otro, y más cuando la pérdida de tus abuelos los unió por el dolor. Al fin y al cabo solo ellos sabían que Antonia también había perdido un hijo.
-Esa es otra, sabía que mis abuelos murieron en un accidente de tráfico, pero mis padres nunca me contaron las circunstancias que lo rodearon, jamás supe del incidente en la discoteca que indirectamente terminó con la muerte de mis abuelos. Por desgracia entiendo perfectamente el sentimiento de culpa de mi padre. 
-No sé cómo murieron tus padres, estaba por preguntártelo, si me lo quieres contar...
-Sí Gara, me está haciendo bien hablar contigo, lo me que estoy ahorrando de terapia. Bueno, ahora en serio. Mis padres cumplían años con pocos días de diferencia, dijeron muchas veces que les encantaría conocer China y yo les preparé el viaje como regalo de cumpleaños. 
Disfrutaron del viaje, pero vinieron con algo que sacudió al mundo meses después, el virus del covid que terminó con sus vidas. Todos los días me digo que los maté con mi regalo.
-No digas eso, mi abuelo que nunca salió de la isla murió por el virus, y una vecina joven lo mismo. Raro es que cualquier persona no te hable de algún familiar o conocido fallecido por lo mismo.  El maldito virus fue una ruleta rusa, no se podía anticipar a quién le iba a tocar la bala. ¿Y sabes qué te hubiera dicho Antonia? Qué estaba para ellos. 
¿Culparías a tu padre de la muerte de tus abuelos por haber defendido a tu madre de un gilipollas?
-Por supuesto qué no.
-Pues es el  mismo perro con distinto collar. Tú no tienes la culpa de la muerte de tus padres.
-¿Sabes Gara? Me recuerdas a Antonia, tienes la misma inteligencia emocional. 
-Que me compares con Antonia es el mejor piropo que me puedes hacer. Y por favor, llora de una puñetera vez, permítete las lágrimas que llevas reprimiendo desde que empezaste a hablar. 
Y Cristóbal lloró lo que no está escrito.

Continuará. 





2 comentarios:

  1. Uy,uy, a mí aquí me huele a amor...o a una amistad inquebrantable. El poder de esa jacaranda es mágico...uf tengo sentimientos encontrados, por un lado quiero seguir leyendo pero por otro no quiero que acabe...un fuerte abrazo amiga.

    ResponderEliminar
  2. No te voy a adelantar nada querida, jjj, pero falta poquito, dos semanas si no estoy equivocada y tenemos el final.
    Un gusto ver como lo disfrutas.
    Besos Astrid.

    ResponderEliminar