jueves, 21 de noviembre de 2024

Detalles. Primera parte. Capítulo IV.

 Una mañana doña Soledad me llamó para que subiera a su casa y después del obligado desayuno -rico por supuesto- me explicó para que me necesitaba. 
Había recibido una llamada de los dueños de la casa que estaba sin habitar en el inmueble. Se entretuvo contándome que había sido muy amiga de los primeros propietarios, ya fallecidos, y que había seguido en contacto con los hijos, los actuales dueños. Estos le dijeron que su hija pronto se mudaría para vivir en aquella casa, al parecer se iba a preparar unas oposiciones y estar sola le vendría bien para no tener distracciones. En su día le habían dejado a doña soledad una copia de la llave por si ocurriría alguna incidencia, alguna tubería rota o cosas así, pues al vivir en otra provincia si ocurriera algo no podrían presentarse sobre la marcha. 
Ya ellos estaban al tanto de mi existencia y  doña Soledad los tenía bien informados sobre el supuesto atraco y que le había salvado la vida a don Genaro. Yo sabía que ellos también pagaban mi sueldo; era gente de dinero y tener su casa vacía más vigilada les daba tranquilidad.
El caso es que querían que yo comenzara a ventilar la casa y darle un repaso, comprobar si había que cambiar algún bombillo y ver que las tuberías funcionaran bien. 
Doña Soledad me entregó la llave y le prometí que ese mismo día me pondría con ello.
A doña Soledad le gustaba hablar, y no me costó sacarle información sobre la nueva habitante de mi edificio. 
Ruth, una chica de 25 años que había acabado la carrera de derecho y se iba a preparar las oposiciones para ser jueza. Hasta me enseñó una foto de la tal Ruth de pequeña posando junto a sus abuelos. 
Me llamó la atención lo bonita y rubia que era. 
Me imaginé a una chica pija, hasta el nombre le pegaba, pero se me metió en la cabeza y sin saber como era en la actualidad, me dije que sería mía. 
Con una especie de obsesión busqué en internet por saber algo que la rozara, y pude ver que las oposiciones para ser juez o jueza era las más difíciles, además de que ya tenía la carrera de abogada. Sin duda era inteligente. 
Cumplí lo prometido y le di un repaso a la casa, la ventilé, quité las sábanas que tapaban los muebles y por supuesto, puse estratégicamente las cámaras que me permitirían tenerla bajo mi control. Por supuesto, hice copia de la llave. Sólo quedaba esperar.
Estuve nervioso ante la llegada de la nueva vecina y me sorprendió que me llamara por teléfono. Me pidió que estuviera al tanto porque iban a instalarle internet, que le pidiera la llave a doña Soledad y estuviera presente cuando el operario fuera. Le dije que no se preocupara y que la mantendría informada. Educadamente me lo agradeció, necesitaba estar conectada y de ello dependía la fecha de su mudanza.
Ya tenía algo más que una imagen mental de su niñez: su voz.  Un voz que me volvió loco y volví a repetirme que iba a ser mía aunque el tiempo hubiera jugado en su contra y no siguiera siendo tan bonita como de niña.
A los pocos días llegó el técnico y dejó instalado internet. La llamé al número que me había dejado y se lo dije, preguntándole si necesitaba algo más. Respondió que no y agradeció el favor.
Dios, ¡cómo deseaba conocerla en persona! La necesitaba, no me la podía sacar de la cabeza.
Sabiendo el día que por fin se instalaría, estuve al tanto para presentarme en cuanto llegara. La ayudé a subir algunas cajas y se mostró educada pero distante, como si rozarse conmigo la fuera a contaminar.
La odié y la amé al mismo tiempo. 
Seguía siendo muy guapa y su larga melena no se había oscurecido con el paso de los años. 
En cuanto terminé las tareas me pegué a mi ordenador, obsesionado por captar todo lo que las cámaras me irían desvelando de la nueva vecina.
Ruth, eres la pieza que me falta, no lo sabes ni lo sabrás, pero vas a ser mía. 

Continuará. 

2 comentarios:

  1. Ufff este chico me está dando miedito, parece un psicópata, más intriga para la historia. Deseando que llegue el jueves. Besotes amiga 😘😘 😘

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  2. Si no recuerdo mal el jueves es el último capítulo de la primera parte. Saldremos de dudas?
    Un abrazo Astrid.

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