jueves, 30 de enero de 2025

Madres. Capítulo 10.

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 Con la excusa de una fuerte gripe pedí un par de días en el trabajo. 
Tenía mucho por planificar y poco tiempo. Según la previsión la ola de calor duraría aproximadamente 5 cinco días más. Esa consecuencia del cambio climático sería mi mejor aliada.
Debía aprovechar, con las altas temperaturas que estábamos sufriendo, lo normal es que a mediodía no bajara nadie al parque que estaba enfrente de la casa de mi amiga Lucía.
Nadie, excepto Elsa Gutiérrez Fernández -su nombre completo se me había grabado a fuego- con sus gemelas y el bebé.
Sabía donde buscar, la dark web me proporcionaría lo que necesitaba y sabía como borrar mi paso por ese lado oscuro de internet. 
Me informé a conciencia de todo lo que se me venía encima, no podía dejar ningún cabo suelto. Pagando más por lo que compré todo llegó a tiempo.
Llegó el día y antes de salir de mi casa me miré en el espejo,  peluca morena,  prótesis dental que me cambiaba el aspecto de la boca, también prótesis en el pecho y sobre mi cuerpo que me hicieron aparentar muchas más tallas, lentillas en los ojos, el maquillaje... ni yo misma me reconocía.
Era un jueves y llegué al parque un poco antes de las 3 de la tarde, llevando un carro de bebé con un muñeco reborn, esos carísimos que son tan realistas que a primera vista parecen de verdad. 
Solo estaba Elsa con su prole, las niñas estaban entretenidas en el arenero con algún juguete y la madre con el carrito del niño las observaba a unos pocos metros, sentada en el único banco con un poco de sombra. Me senté a su lado.
-Perdona, pero es el único sitio con algo de sombra y con este calor...
-Sí claro, es que si no canso a las gemelas no hay forma de que hagan siesta. 
-Yo me acabo de mudar y todavía tengo al carpintero dando martillazos y el bebé con el ruido no se duerme. 
Entablamos una pequeña conversación, lo típico, me preguntó que cuanto tiempo tenía mi niño y cosas por el estilo. 
Las gemelas reclamaron a su madre para que las columpiara. ¿Te importa echar un ojo al niño?  Y sin esperar a que le respondiera se dirigió a sus hijas.
Saqué a su niño del carro teniendo cuidado de no tocar nada más y lo introduje en el que yo había llevado. Fue tan fácil como caminar y salir de allí, eran las 3 de la tarde.
Mi coche estaba cerca pero no se veía desde el parque, lo había preparado para llevar a un bebé de 7 meses.
Mi estado mental era tan lamentable que ni siquiera había mirado de cerca al niño, cuando lo situé en el asiento adecuado para su edad, lo vi por primera vez, un niño precioso, que me apartó la vista cuando mis ojos se posaron sobre los suyos. Yo no era su madre.
Ahí volví a la realidad ¿Pero qué estoy haciendo? ¿Cómo he podido robar un niño? No puede ser, no puede ser, no  puede ser....
Me di cuenta del delirio en que había estado viviendo desde que me dijeron que no podía ser madre, había perdido por completo la cordura. Por dios,  yo no era así.
Tenía que devolver a aquella criatura intentando no ser descubierta, pero supuse que la madre ya habría alertado del secuestro y en el parque ya habría jaleo.
Lo sentí en el alma por la madre, pero necesitaría horas para devolverle al niño, tenía que ver la forma de hacerlo sin que me pillaran.
Conducir me ayudaba a pensar, encendí la radio en una emisora donde solo daban noticias suponiendo que no tardarían mucho en hablar del robo de un menor. 
Mientras conducía le daba vueltas a la cabeza, tenía que encontrar un sitio seguro donde dejar al niño para que volviera cuanto antes con su madre.

Continuará. 



2 comentarios:

  1. Madre mía!! Chiquito trastorno mental tiene esta muchacha. Espero que todo se resuelva bien. Un besote amiga

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  2. Pues sí, a partir de ahora vienen curvas.
    Abrazos Astrid.

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