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Me sentía bien ejerciendo de madre, pero seguía atragantada al no poder compartirlo con Lucía.
Su suegra falleció y regresó con su familia en cuanto pudo, el taller de motos de Manu y su tienda de flores no podían seguir cerradas.
En una de nuestras llamadas telefónicas le dije que alargaría mi estancia en Francia por un tiempo indefinido, había encontrado un trabajo que me satisfacía y lo más importante, estaba pasando algo personal en mi vida. Reuní el valor para contarle el tema de mi maternidad, recurriendo de nuevo a la excusa de la adopción.
Entendí su extrañeza, yo que siempre había proclamado sin complejos mi nulo sentido de la maternidad, me embarcaba en el difícil camino de la adopción de un niño autista. Intenté parecer natural con mis argumentos: "Bueno, al final va a ser verdad lo del reloj biológico de las mujeres...." Le dije que tendría que esperar unos meses para que la adopción fuera firme, aunque todo iba por buen camino y que ya conocía al niño.
Lucía lloró emocionada, aunque me aconsejó que no me precipitara, que lo pensara y lo volviera a pensar, con acierto argumentó que un hijo te cambia la vida y si tiene el añadido del autismo.... me tendría que olvidar de mi vida anterior.
Hay un dicho que más o menos viene a decir que el buen amigo es el que si matas a alguien, te ayuda a enterrar al cadáver en el patio. Lucía era de ese tipo de amigas y me iba a apoyar decidiera lo que decidiera. Pero no podía hacerla partícipe de la locura que me había hecho robar a un niño, por mucho que su madre no lo quisiera.
Me moría por preguntar si se sabía algo del secuestro y de la vecina, pero no me pareció oportuno, tenía que evitar que pudiera relacionarlo con mi supuesta adopción.
No tuve que esperar mucho para saber algo de Elsa, la misma Lucía en una de nuestras llamadas me dijo que su vecina de la noche a la mañana había dejado el piso sin decir nada a nadie. Se había mudado con sus hijas. ¿No te parece extraño? preguntó. Pues no sé, la verdad, por lo menos se podía haber despedido de ti, por lo que tengo entendido la ayudaste más de una vez.
Claro que era extraño, pero jugó a mi favor, mi idea era permanecer fuera de España un tiempo prudencial. Sabiendo que los bebés cambian físicamente en meses, me pareció buena idea evitar que se pudiera relacionar a Ángel con el niño secuestrado. Aunque sabía que Lucía nunca llegó a verle la cara a Ángel, tenía que actuar con pies de plomo.
Los siguientes meses pasaron rápidos, Ángel ya tenía 11 meses y se notaban cambios. Me miraba y a veces me regalaba una medio sonrisa. Le compré un pequeño teclado acorde a su edad, lo sentaba y se lo ponía delante, él con sus deditos tocaba alguna tecla y se quedaba extasiado ante el sonido que producía, se podía pasar horas así. Un día se lo quité para darle su comida y su cara expresó enfado.
Aquello fue un regalo, el niño estaba demostrándome que con los estímulos y el amor adecuados, podía comunicarse a su manera. Era un logro y cuando se lo comenté a la pediatra, me dijo que lo estaba haciendo bien, que se veían progresos. Que era "normal" que los niños que se criaban sin alicientes tardaban más en madurar y que dado que Ángel había estado en una institución desde su nacimiento, no tuvo a una persona de referencia que lo alentara en su desarrollo.
Pensé en Elsa, por lo que sabía, no mostraba al niño y con la excusa de que era tan bueno siempre lo tenía en el carrito mientras atendía las demandas de las gemelas. Sentí rabia, pero me prometí no juzgarla sin saber su historia.
No sé como en tan poco tiempo se puede querer tanto a una criatura, pero Ángel pasó a ser mi prioridad, lo ocupaba todo.
Por las tardes lo sacaba de paseo y me prometí dejar el miedo atrás. Era mi hijo, no lo iba a esconder como había hecho Elsa. Cuando en algún parque otra madre me decía que se parecía a mí, me sentía tan orgullosa....
Estaba deseando llegar a España y que Lucía lo conociera.
Continuará.
Ángel ha tenido suerte, a ver cómo sigue la historia, estoy enganchada... Besos amiga 😘😘😘
ResponderEliminarUn gustazo leer tus comentarios.
ResponderEliminarAbrazos amiga.