Ir a capítulo anterior.
Después de la pillada por parte de Elsa quedé en shock.
Mi primer pensamiento es que tenía poco tiempo para desaparecer con Ángel. Me obligué a pensar, las prisas no eran buenas consejeras. Para empezar, conseguir nuevas identidades llevaría su tiempo y aún así, el hecho de que Elsa supiera mi nombre completo y donde vivía serviría como punto de partida para la policía si ella me denunciaba, tendrían un hilo del que tirar. Podía arriesgarme, sería como lanzar una moneda al aire y esperar a tener de cara la suerte. Pero había algo más importante: cambiar de país, de idioma, de costumbres... sería un revulsivo para un niño autista que necesitaba sus rutinas tanto como beber cuando se tiene sed. No sería justo que lo hiciera pasar por ese trance.
Racionalizando quise pensar que Elsa no me denunciaría de momento, ella también podría salir perdiendo por su oscuro comportamiento años atrás.
No me quedaba más remedio que acceder a lo que me había exigido. Lo que viniera después ya se vería.
Tenía poco tiempo para organizar mi visita a Elsa, vivía a 3 horas de coche y con Ángel tenía que anticiparme a su estado de ánimo ante un trayecto tan largo. Esa noche intenté que se durmiera pronto, nos tocaría madrugar, aunque yo apenas conseguí dormir un par de horas. Lo tuve que despertar temprano y mientras desayunaba, metí en el coche la mochila con todo lo que podía necesitar para él, sin olvidar lo más importante, un pequeño teclado que podía tocar en el coche y sus correspondientes auriculares. A veces se empeñaba en tocar solo una sola nota.... durante horas. Con mi estado de nervios, no me creía capaz de soportarlo.
Durante el trayecto paramos cada media hora para que él no se estresara, el viaje se hizo eterno.
Cuando llegamos Elsa nos esperaba con los brazos cruzados y cara de pocos amigos, pero al ver al niño los ojos se le llenaron de lágrimas. Se acercó para abrazarlo y Ángel se giró. Tuve que explicarle a Elsa que era su comportamiento cuando se enfrentaba a desconocidos.
Sus hijas no estaban, podíamos hablar abiertamente. Elsa sugirió dejar al niño en la habitación de juegos, pero le dije que Ángel no se adaptaría a un sitio nuevo estando solo, mientras me tuviera a la vista, podía pasar horas con su teclado. Le puse los auriculares, por supuesto, si alzábamos la voz podría tener una crisis. Es autista, expliqué, cualquier cosa con él necesita un protocolo, si te saltas un paso, puede sufrir una crisis y no te gustaría verlo en esas condiciones.
-Bueno Elsa, aquí nos tienes, tenemos que hablar. Para empezar te pido perdón, lo que te hice no tiene nombre. Tenía una buena vida y nunca quise tener hij@s, me quedé embarazada y decidí no tenerlo, pero después de un aborto natural supe que nunca podría ser madre y me volví loca.
El azar te puso en mi camino, supe que salías al parque a mediodía cuando no había nadie para cansar a tus niñas y que durmieran siesta. Lo extraño es que lo hicieras en plena ola de calor con 40 grados. No quiero meter a nadie más en esto, pero me enteré de que al niño no le prestabas atención y como te dije antes, me volví loca. Planeé quitarte al niño y me cubrí las espaldas para que no me cogieran, y pasó lo que ya sabes, pero cuando me di cuenta de lo que había hecho, te juro que pensé en devolvértelo, solo necesitaba unas horas para que todo fuera seguro. Pero luego, al saber que la versión que le diste a la policía se apartaba de lo que había sucedido, pensé que no querías que encontraran al niño. Tú no lo querías y yo sí.
Cuando me percaté de que el comportamiento del niño no era el habitual, comencé a informarme y antes de que dieran un diagnóstico ya sabía que era autista. No me importó, lo quise desde el minuto uno. Que sea autista me obliga a estar siempre pendiente de sus necesidades, es duro, pero es lo que hay. Y puedes estar tranquila, siempre ha tenido el amor y los cuidados que necesita.
Cuando te vi en las redes haciendo el papel de madre perfecta con tus gemelas e ignorando al otro hijo que pariste, te seguí. Necesitaba, necesito, entender por qué has actuado de esa manera.
No sé que querrás hacer a partir de ahora, pero supongo que habrás pensado que en esta historia también puedes perder.
Necesito que me cuentes tu historia, por qué dejaste que me llevara al niño sin hacer nada por recuperarlo. Lo necesito para entenderte.
Continuará.
Madre mía amiga pedazo de historia, me tienes totalmente enganchada. Espero que Elsa deje las cosas como están pero estoy deseando saber cómo sigue. Un super abrazo mi escritora favorita 😘😘
ResponderEliminarSi no me engaña la memoria la próxima semana los dos últimos capítulos.
ResponderEliminarGracias por tus buenas palabras.
Abrazos amiga.