jueves, 3 de abril de 2025

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Capítulo 8.

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 Comenzamos otro año con sus rutinas lo cual era una bendición para mí. 
Al salir del colegio yo me iba a la farmacia y después de estudiar en la rebotica me ponía la bata que me había regalado Pedrín, era como un súper héroe con su capa, me hacía sentir mayor y me reafirmaba en mi visión de futuro, yo sería farmacéutico. 
Se acercaba el cumpleaños de mi hermana y sabía que la advertencia de mis padres iba en serio, si no se ponía las pilas con los estudios tendría que olvidarse del conservatorio. Por ello dejó de gandulear por las tardes con sus amigas y me "regaló" con su presencia para que estudiáramos juntos y la ayudara en las asignaturas que más le costaban. Le dije que si no se lo iba a tomar en serio no me hiciera perder el tiempo, y le advertí que no pensaba dejar que me tratara como si fuera su lacayo. Si cumplía con su parte yo haría lo propio con la mía.
Para mi sorpresa se lo tomó en serio, lo que me hizo ver que su afán para seguir con su carrera musical no era un capricho temporal. 
Celeste era -es- muy inteligente, el problema con sus estudios es que se pasaba las horas en clase bobeando y hablando por lo bajini con sus amigas. Le dije que si atendía en clase no tendría que darse los atracones de estudios el día antes de los exámenes. Me hizo caso, lo que me llevó a sentirse como tantas otras veces el mayor de los dos. Por supuesto no se lo dije, no quería despertar a la fiera.
Mis padres y Pedrín no se lo podían creer cuando nos veían estudiando sin pelearnos, como yo, esperaban que la bomba de relojería estallara en cualquier momento. Pero cuando nos dieron los primeros resultados de nuestros exámenes y comprobaron que Celeste estaba mejorando la felicitaron. A mí también por mi paciencia. 
Cuando terminábamos nuestro tiempo de estudios, mi hermanita volvía a ser la de siempre conmigo, pero yo estaba acostumbrado. Nada nuevo.
A finales de enero Celeste recibió como regalo de cumpleaños su ansiado violín, y Pedrín le regaló una batuta. No sé de donde la sacaría, pero me consta que ella la conserva con todo el cariño del mundo, su primera batuta. Pero no quiero dejar que se intuya si mi hermana consiguió su propósito convirtiéndose en directora de orquesta, ya se verá en su debido momento lo que sucedió.
Finalmente mi hermana comenzó a recibir clases de violín en el conservatorio mientras seguía con el solfeo, eso conllevaba que tuviera más tardes ocupadas, pero había cogido buenos hábitos de estudio y solo recurría a mí puntualmente. Perfecto.
Sus primeras prácticas con el violín fueron una tortura, pero como bien decía mi madre, nadie nace aprendido. Por suerte en la farmacia vendíamos unos buenos tapones para los oídos, a grandes males grandes remedios.
Al poco de comenzar el nuevo curso en el conservatorio, Celeste comenzó a hablar de una nueva compañera, una niña extranjera a la que mi hermana decidió adoptar, le daba pena verla sin amigos y constatar que la miraran como si fuera un perro verde. Debo decir que mi hermana se comportaba de forma diferente con las personas ajenas, ejercía de protectora y defensora cuando veía a alguien señalado por lo que fuera. Su mala baba la concentraba y la guardaba para mí, bonito privilegio.
Así supimos que la nueva protegida de Celeste era una niña nigeriana llamada Adamma.
Cuando le pregunté si su nueva amiga era negra me soltó un: "pues claro que es negra, mira que eres racista".
No atiné a replicarle que mi pregunta era por pura curiosidad y sin ningún tipo de malicia, si le hubiera preguntado si la tal Adamma tenía el pelo largo o corto no se hubiera alterado de aquella manera. 
Celeste preguntó a mis padres si les parecía bien que después del conservatorio se pasara por la farmacia con su nueva amiga, quería presentarla, ellos dijeron que si los padres de la niña estaban de acuerdo y no enredaban podían merendar en la rebotica y pasar la tarde allí. 
Mi hermana me apretó el brazo y me amenazó: como se te ocurra quedarte mirando a mi amiga como si nunca hubieras visto a una persona negra te vas a enterar.
La primera vez que vi a Adamma mi corazón dejó de bombear un segundo que se me hizo eterno.
Jamás había visto a una niña tan bonita. 

Continuará. 




2 comentarios:

  1. Y apareció el amor en la historia...me gusta. Abrazo fuerte amiga

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  2. El motor de la vida.
    Estuve fuera el finde, por eso no te leí antes, que siempre me gusta este pequeño (o no) contacto nuestro. Besos Astrid.

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