jueves, 24 de abril de 2025

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Capítulo 14.

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Según me pregunté si Adamma sentía celos me sacudí la idea de la cabeza. ¿Cómo iba a fijarse en mí? No, no, imposible.
Me seguía extrañando que algunas chicas se molestaran en hacerme ver que les gustaba, no eran imaginaciones mías, hasta Celeste se preguntaba -en voz alta- como era posible que un tipo como yo, largo como un día sin pan y soso por más añadidura, despertara tal interés en el género femenino. 
Me halagaba, por supuesto y con quince años mis hormonas descontroladas se dejaron llevar por una chica que tomó la iniciativa y pasó lo que tenía que pasar. Pero quitando la parte física, un regusto agridulce me hacía pensar que si mi primera vez hubiera sido con Adamma hubiera sido alucinante. 
Yo seguí en mi línea, discreto no quise alardear de haberme "estrenado", pero la chica debió contárselo a alguien que se lo contó a alguien que se lo contó a alguien.... hasta que llegó a oídos de Adamma. 
Me preguntó si me gustaba aquella chica y fui sincero, solo había sido algo físico. ¿A qué venía aquel interés? Yo por no alentarme ninguna ilusión amorosa me decía que ella me tenía cariño, hacía años que nos conocíamos y el estar en el mismo instituto nos había acercado como amigos. 
Me prometí esforzarme por verla con otros ojos para no sufrir cuando la viera con otro chico, estábamos en la edad y hasta Celeste tonteaba con algún compañero. Como dice una canción: "quién a los quince años, no dejó su cuerpo abrazar...." 
Por aquella época Adamma cambió de afición, cuando la vi haciendo fotos con una cámara me pregunté cuánto le duraría el interés, suponiendo que sería una de las tantas actividades que empezaba para no terminar. Estaba todo el día haciendo fotos, pero no las normales, por decirlo de alguna forma, ella buscaba ángulos diferentes, distancias tan cortas que incomodaba cuando te tenía en su punto de mira. 
Me hizo muchas y yo, ciego y tonto, no supe ver que su interés iba más allá de una simple fotografía. Si pudiera volver atrás...
Por verla contenta me dejé fotografiar y se empeñó en que la cicatriz de mi ceja fuera la protagonista. Quiso aprender a revelar ella misma sus fotos y no paró hasta que sus padres le pagaran unas clases y le instalaran en su casa un cuarto oscuro. A las pocas semanas llegó con su primera foto revelada por ella misma, estaba orgullosa y me dejó a cuadros cuando comprobé que era un primer plano de mi ceja partida, quedando parte de mi perfil en un segundo plano. No supe que hacía especial aquella foto, pero tenía algo. Y siguió por ese camino, fotografiando heridas, por poner algún ejemplo: en un árbol, en un niño con muletas... 
Por entonces hablábamos mucho, ella estaba entusiasmada con el mundo de la fotografía, decía que se había encontrado por fin y que encontraba belleza en la imperfección, en las cicatrices. A mí no me parecía que aquello fuera algo serio como para dedicarse profesionalmente teniendo a su alcance la posibilidad de estudiar cualquier carrera.
Como tantas otras veces, me equivoqué. 

Continuará. 


2 comentarios:

  1. Deseando saber que pasará con esta parejita..Un besote amiga 😘😘

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  2. Sí, a ver como entran en la edad adulta.
    Abrazos Astrid.

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