Debo avanzar con estos escritos, al fin y al cabo no tengo nada importante que transmitir a nadie, para que nos vamos a engañar.
Los siguientes años del instituto transcurrieron sin nada reseñable. Estudiar, pasar de curso, algún tonteo propiciado por alguna chica (yo nunca me atreví a dar el primer paso con ninguna) y prepararme para iniciar la carrera escogida, Farmacia.
El denominador común de esa época siguió siendo mi amor platónico. Aunque conocí otras pieles me preguntaba como sería acariciar la de Adamma, tan morena, tan brillante, tan perfecta. A veces su comportamiento me desconcertaba, si me rozaba pensaba que había sido sin darse cuenta, si me miraba de forma intensa me decía que era su forma de mirar... Una vez me invitó al cuarto oscuro donde revelaba sus fotografías y sabernos solos en aquella circunstancia erizó mi piel. Estaba tan excitado en todos los sentidos que no sabía donde meterme. Ella me besó en los labios y pensé mal creyendo que ella al darse cuenta de mi nerviosismo se estaba burlando. No supe reaccionar y salí de allí como si me hubieran clavado una espada. Después de eso estuve unos días evitándola hasta que ella se disculpó,
dijo que no había querido incomodarme y que no quería perderme como amigo. Y seguimos como si nada hubiera pasado, aparentemente en mi caso, claro, porque aquel beso furtivo se me quedó grabado como un tatuaje indeleble.
Terminado el instituto Celeste se dedicaría de lleno a su carrera musical, tenía tan claro que sería directora de orquesta que el hecho de que ninguna mujer ejerciera tal cargo no la echaba para atrás. Estaba dispuesta a abrir aquella puerta aunque fuera a trompazos. Yo estaba deseando comenzar mi carrera de Farmacia y Adamma se matriculó para hacer Artes Gráficas. Me equivoqué cuando inició su relación con la fotografía pensando que sería algo pasajero, pero no, eligió ese camino.
Seguía tan enganchado emocionalmente a ella que me obligué a irme distanciando de Adamma. Tenía que aprovechar que los estudios nos separarían físicamente para despegarla de mi piel.
Comencé la carrera y es cierto que ya no nos veíamos a diario como cuando estábamos en el instituto, pera continuó visitando mi casa a cada rato, su amistad con Celeste no se resintió con el paso del tiempo y era como una más de la familia.
Adamma estaba contenta con la carrera que eligió, y con el paso de los meses me di cuenta de que empezaba a relacionarse con otras personas, se movía en un ambiente diferente que a mí me parecía como... no sé como definirlo, como más inconformista por decirlo de alguna forma. Cambió su manera de vestir, de expresarse, todo era diferente en ella. Creía que podía cambiar el mundo con una fotografía que nos hiciera pensar o nos emocionara. A mí todo aquello me sonaba a chino, no la comprendía.
Ya no era tan niño, quería centrarme en mi futuro y mi futuro pasaba por tener una vida organizada, sacar mi título, olvidarme de Adamma y encontrar otra chica que se pareciera más a mí, que buscara lo mismo.
Qué le vamos a hacer, cada uno es como es, y mientras yo deseaba un futuro rectilíneo y sin sobresaltos, mi querida hermana hacía sentadas delante del conservatorio con pancartas, exigiendo igualdad de oportunidades con la batuta.
Cada loco con su tema.
Continuará.
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