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El primer año de carrera conocí a Tere.
No sé si sería el destino o la casualidad, pero cuando nos tocó sentarnos cerca en el aula, observé como ordenaba en su mesa lo que iba a necesitar de una forma que me gustó. Los primeros días nos saludábamos y poco más, pero según fue pasando el tiempo, la radiografía que le hice me satisfizo.
Al igual que yo, nunca llegaba tarde, era muy ordenada y no se esforzaba por llamar la atención. No destacaba por su físico, pero las facciones de su cara eran armónicas y tenía un bonito cuerpo.
Me agradaba tenerla como compañera y me dije que valía la pena conocerla mejor. Fue algo mutuo y a mitad de curso no nos separábamos en la facultad. Comenzamos a quedar para ir a la biblioteca para preparar los exámenes, y lo cierto es que cada uno se centraba en lo suyo y estudiábamos de verdad.
Y lo que suele pasar, que si un día después de salir de la biblioteca fuimos a tomar algo juntos, que si quedamos algún fin de semana.... A los pocos meses éramos pareja.
Tere me agradaba, me veía reflejado en ella, teníamos los mismos planes de futuro y casábamos en cuanto gustos como dos piezas de un puzle. Con ella no había sorpresas, todo era calma, bienestar. Cuando mi "pepito grillo" me decía que con ella me faltaba algo, hacía oídos sordos. ¿No había deseado siempre una pareja así? Y tiré hacia adelante con todas las consecuencias.
Se la presenté a mi familia y poco a poco fue frecuentando mi casa y la farmacia.
La primera vez que la conocieron, quise saber después que impresión había causado, mis padres me dijeron que se veía una chica educada y con la cabeza bien puesta, pero que era a mí a quién me tenía que gustar y Celeste sentenció con un "dios los cría y ellos se juntan". En un aparte Pedrín me dijo:
-Marcos, se ve que es muchacha seria, pero los veo tan iguales que me parece que cuadrarían más como buenos amigos. Fíjate en tus padres, tan diferentes de caracteres y tan unidos, quizás ahí esté el secreto, en tener contrapuntos que no hagan aburrida la convivencia. Pero qué sabré yo de esas cosas... no me hagas caso mi niño y haz tu vida. Si te caes por el camino siempre podrás contar conmigo.
Sigo preguntándome de donde sacaba Pedrín su inteligencia emocional, él diría que de los palos de la vida.
En cuanto a Adamma, no nos veíamos con la misma frecuencia, pero seguía provocando que mi corazón se desafinara si la tenía cerca.
Elegimos caminos muy diferentes y yo con mi vida estructurada al milímetro no entendía el camino bohemio que ella transitaba. Se le notaba hasta en la forma de vestir y en los detalles.
Se la veía feliz con sus estudios y la fotografía seguía siendo el centro de sus propósitos, me alegró que por fin hubiera sentado la cabeza en ese aspecto, pero tenía unas amistades que no me cuadraban.
Cuando coincidíamos ella me hablaba de sus proyectos, quería viajar como una nómada sin comodidades para ver realmente como vivían las personas menos favorecidas, soñando con concienciar con sus extrañas fotografías. Yo no lo veía realista, pero como siempre, la miraba como un sediento que observa una nube que promete lluvia.
Nunca pude evitar ese sentimiento hacia su persona por mucho que ya estuviera con Tere, pero me decía que Adamma era un imposible y mejor centrarme en mi pareja y dejarme de tonterías.
Cuando las dos se conocieron, no hizo falta ser muy avispado para darse cuenta de que saltaron chispas en el mal sentido.
Ambas se cayeron fatal.
Continuará.
Espero que se dé cuenta y sea valiente con sus sentimientos... Abrazo grande amiga
ResponderEliminarIremos viendo que sucede, que al hombre le cuesta salir de su zona de seguridad.
ResponderEliminarUn bezote Astrid.