jueves, 22 de mayo de 2025

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Capítulo 22.

Ir a capítulo anterior. 

 Entre más años cumplía más deprisa parecía pasar el tiempo.
Cumplí los cuarenta llevando una vida tranquila. Todo iba bien, mi hija Patricia estaba terminando sus estudios de farmacia. Desde pequeña lo tuvo claro y nos hacía gracia que dijera que ejercería en la farmacia de los abuelos, siempre le gustó pasar tiempo con mi padre en la rebotica. Llegado el momento de elegir estudios su madre y yo le dijimos que se lo pensara bien, que no tenía que seguir el mismo camino solo por tradición familiar, pero sabía lo que quería. 
Entonces empecé a preocuparme por Tere, la veía apagada, sin energía. Por supuesto le preguntaba qué le pasaba, si la podía ayudar en algo, pero me contestaba que era algo anímico que no sabía identificar.
Procuré estar más pendiente, más compañero, pero ella parecía estar en medio de un remolino emocional sin encontrar la salida.
Un domingo estábamos viendo una película: tomates verdes fritos. La protagonista dijo una frase que hizo llorar a Tere y me sorprendió cuando dijo:
-Eso es lo que me pasa, que soy demasiado joven para ser vieja. Lo malo es que dentro de unos años seré demasiado vieja para ser joven. Sería lo natural, pero tengo la sensación de que no he hecho nada con mi vida, que sobrevivo y punto.
-Mira Tere, no soy capaz de comprenderte del todo, pero es evidente que lo estás pasando mal. Igual sería una buena idea que buscaras ayuda externa. Podemos buscar algún psicólogo.
Le pareció bien y comenzó a acudir a la consulta de una psicóloga que alguien le recomendó.
A los pocos meses me dijo que necesitaba hablar conmigo.
-Marcos, estoy mejorando, aunque para sentirme del todo bien necesito hacer algunos cambios en mi vida. Sé que te van a afectar e intentaré expresarme lo mejor posible, no quiero que sufras. 
Ahora estoy preparada para reconocer que me siento frustrada por la vida que llevo. La seguridad, la rutina que siempre he buscado, era un armazón para no exponerme al sufrimiento. Necesito cambiar, estoy a tiempo, aunque me equivoque y sufra quiero sentirme viva.
-Tere, ¿me estás diciendo que me quieres dejar?
 -Eres el compañero ideal para vivir, nos llevamos mejor que bien, pero Marcos, nunca ha habido pasión entre nosotros. Y sé que nos queremos de verdad, pero yo quiero conocer lo que se siente queriendo de otra manera. Si no te parece mal me gustaría seguir viviendo contigo hasta que me aclare y que aceptes que cambie mis rutinas.
-¿No te parece egoísta? ¿Y luego qué, cuando sepas qué quieres hacer con tu vida me das la patada?
-No Marcos, no es eso, creo que podemos crecer juntos, tú también tienes derecho a mejorar tu vida, aunque te parezca que es perfecta, no lo es. Para empezar, te equivocaste eligiendo, yo debí ser siempre tu mejor amiga y Adamma tu pareja. 
-Necesito estar solo, seguimos hablando en otro momento. Y salí a la calle en busca del aire que me faltaba, la vida tan perfecta que había elegido se desmoronaba como un castillo de naipes y no sabía qué hacer.
Lo más extraño es que al rato me sentí... ¿bien? No, esa no es la palabra, pero si podía tener a Tere en mi vida como amiga no me dolía pensar en separarnos. 
¿Y si ella tenía razón? 
¿Y si... y si.... y si....?
Demasiados "y si...." para mi mente cuadriculada. 

Continuará. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario