Seguí pareciendo tan insignificante, que conseguí que la cruel supervisora no posara sus ojos sobre mi persona y no pusiera sus garras sobre mí. En el trabajo me bastaba con que los pacientes me regalaran sus sonrisas, era la señal de que yo les agradaba, estaba haciendo bien mi trabajo y eso era lo importante. En los turnos de noche escribía mi primer relato largo: "mala sangre", resarciéndome de ese modo de mi invisibilidad social y de la maldad ajena.
Fabiola, mi compañera, era parecida a mí. Tímida, prefería no llamar la atención y me fui dando cuenta de los muchos y buenos valores que tenía. Nos caímos bien y nos fuimos cogiendo confianza, cariño... El afecto era mutuo y pronto pasamos a considerarnos amigas.
Ella tenía novio y solía bromear diciéndome que tenía un hermano soltero que era perfecto para mí y que le encantaría tenerme como cuñada.
Yo ni me lo tomaba en serio, no me hacía falta ningún novio por muy hermano que fuera de Fabiola. Tenía en la vida cosas positivas, mi madre, el trabajo, mi escritura secreta...
Un día que habíamos terminado nuestro turno llovía tanto que Fabiola decidió llamar a Mario, su hermano, era taxista y le dijo que si la podía pasar a buscar, con aquel tiempo era lo más prudente. Yo no vivía lejos de su casa y me añadió a la ecuación. Me dio vergüenza, recordando la tabarra que mi amiga me daba con el hermano, pero con aquel tiempo de marras y medio resfriada llegar empapada a la parada me iba a pasar factura.
Terminé entrando en aquel taxi que me cambió la vida y me hizo ver lo equivocada que estaba, no era suficiente que mi trabajo me gustara y tuviera el placer oculto de la escritura, yo también merecía querer y que me quisieran de la mejor manera y que me ardiera la piel.
Mario era tranquilo y aprecié desde el minuto uno su fino humor, tenía 20 años, físicamente no llamaba la atención ni por guapo ni por feo, hablaba despacio como si nunca tuviera prisas con una voz agradable, y además le gustaba leer. Me enamoré por primera vez con demasiada intensidad, como si de alguna manera tuviéramos un cupo de emociones que yo no había gastado antes y me tocara rendir cuentas. Hasta estuve tentada de hablarle de mi escritura, pero me dio miedo perder mi "toque" si lo compartía y continuó siendo mi secreto.
Mi entorno más íntimos estaba contento con aquella relación, mi madre, Fabiola, sus padres...
Mario trabajaba por cuenta ajena en el taxi y su ilusión era reunir para poder comprar su propia licencia y "parada". Me decía que siendo tu propio jefe en el mundo del taxi se ganaba el suficiente dinero para vivir bien. Planeábamos el futuro y según nuestros cálculos tendríamos que estar unos cuantos años ahorrando antes de poder vivir juntos.
Pero no nos importaba, éramos jóvenes y nos queríamos, teníamos toda la vida por delante para estar juntos y hacernos viejos queriéndonos. Si hubiera visto en esos momentos el futuro por un agujerito, me hubiera agarrado al cuello de Mario y no le hubiera permitido separarse de mí ni un instante.
A los ocho meses de relación me quedé embarazada.
Continuará.
Cambio abismal en su vida , entra el amor y la maternidad a ver cómo lo gestiona. Un abrazo amiga.😘😘
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